Lorenzos y florentinos
La religi¨®n primero, en frase de Marx, el f¨²tbol y la televisi¨®n despu¨¦s, seg¨²n las apostillas de sus disc¨ªpulos, fueron "el opio del pueblo", materias estupefacientes que mantienen entretenido y despistado al personal mientras los poderes econ¨®micos y pol¨ªticos, con las manos libres y sin miradas vigilantes en el cogote, se ocupan de manejar sus asuntos en beneficio propio.Los ¨¦xitos del Real Madrid, las "retiradas" del Cordob¨¦s y las reivindicaciones espa?olas sobre el pe?¨®n de Gibraltar fueron otros tantos estupefacientes recetados puntualmente por el franquismo en momentos cr¨ªticos. El f¨²tbol y la televisi¨®n que amplificaba y jaleaba sus gestas, las futbol¨ªsticas y las gubernamentales, gozaban de muy mala fama entre los "intelectuales" de izquierdas hasta el punto de que cuando alguno de ellos ca¨ªa en la tentaci¨®n doble de sentarse a ver un partido frente al televisor, lo hac¨ªa tomando toda clase de precauciones, extremando las medidas de seguridad aprendidas con otros fines en la lucha clandestina.
Si el partido televisado era del Real Madrid, triple pecado, porque el Madrid era adem¨¢s el "equipo del r¨¦gimen", como si los dem¨¢s clubes de entonces militaran en la oposici¨®n y en la disidencia.
Los clubes, todos los clubes y no s¨®lo el Bar?a, ya empezaban a ser algo m¨¢s que clubes, aunque a¨²n no eran sociedades an¨®nimas y sus "epopeyas" internacionales convocaban ardientes pasiones nacionalistas, suced¨¢neas de las que hasta ese momento hab¨ªan quedado reservadas a las p¨¢ginas de los libros de nuestra ama?ada y apa?ada Historia. Los h¨¦roes se llamaban Kubala o Di Stefano, de los que se obviaba su condici¨®n de mercenarios extranjeros, y cada copa de Europa que pasaba a engrosar las vitrinas del club blanco ocupaba tambi¨¦n un puesto relevante en el Pabell¨®n de Trofeos del Palacio de El Pardo.
Las copas de Europa no le han servido al presidente saliente Lorenzo Sanz para mantener su puesto en las ¨²ltimas elecciones del club. Por primera vez en la historia del Real Madrid, el retador, el aspirante ha derrotado al candidato oficial apoyado por el aparato sin que los ¨¦xitos deportivos de su palmar¨¦s hayan contado mucho en la decisi¨®n de los socios, influidos por el m¨¢rketing y la eficacia de una maquinaria electoral que para s¨ª quisieran muchas figuras pol¨ªticas.
La de Florentino P¨¦rez ha sido una campa?a pol¨ªtica en toda regla, el nuevo presidente sin salir de casa ha ido a buscar a los socios a las suyas a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n y ha potenciado el voto por correo para evitarles molestias, mientras que su rival se pateaba las calles que por lo visto estaban m¨¢s vac¨ªas de lo que pensaba, tal vez a causa del calor estival. Florentino ha basado su campa?a en las promesas, m¨²ltiples y las grandes promesas, y Lorenzo ha sustentado la suya en los logros del pasado. Los socios han apostado por el futuro dando cancha a "La Gran Esperanza Blanca".
Cabe suponer que los florentinistas no son tan cr¨¦dulos como para haberse tomado en serio las promesas de su l¨ªder, pero cabe esperar tambi¨¦n que un d¨ªa le exijan el cumplimiento, por lo menos, de las m¨¢s emblem¨¢ticas y obren en consecuencia si no son cumplidas. No s¨¦ si cuadran en el mecanismo electoral madridista las mociones de censura, pero si no es as¨ª, quiz¨¢ ser¨ªa un buen momento para cuadrarlas.
Siguiendo el viejo mecanismo que identificaba a Franco con Bernab¨¦u, el caudillo blanco, en la historia del club el caudillismo dejo paso, tras una larga transici¨®n, a un cierto cambio, al menos de modales, con la figura de Ram¨®n Mendoza, para volver con Lorenzo Sanz a los viejos moldes del pasado.
Las ma?as y los modos que se han visto en esta campa?a, sin di¨¢logos ni debates y con acusaciones mutuas de juego sucio, no auguran desde luego nada bueno, pero el voto de castigo a un presidente prepotente que jug¨® una vez m¨¢s de farol y adelant¨® los comicios d¨¢ndolos por ganados, permiten ciertas esperanzas de renovaci¨®n. Sanz, experimentado jugador de p¨®ker, debe estar lamentando en estos momentos aquellos otros en los que, seg¨²n P¨¦rez, se sent¨® a jugar a los naipes con fondos de la caja del club en la misma mesa que su eterno rival y compa?ero de fuller¨ªas Jes¨²s Gil.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.