Eje de circunstancias
Rusia y China, que fueron rivales por el liderazgo en el mundo comunista, han encontrado una causa com¨²n en su desaf¨ªo a la supremac¨ªa planetaria de Estados Unidos. Jiang Zemin y Vlad¨ªmir Putin, despu¨¦s de una larga reuni¨®n en Pek¨ªn, han emitido un comunicado en el que se oponen al proyecto de construcci¨®n de un escudo antimisiles, una idea de Bill Clinton que se diluye a marchas forzadas. El reciente fracaso estadounidense para aniquilar en vuelo un cohete enemigo proporciona al presidente en retirada una excelente coartada t¨¦cnica para traspasar a su sucesor la decisi¨®n final sobre un asunto que suscita no s¨®lo la oposici¨®n de Mosc¨² y Pek¨ªn, sino la de algunos de los m¨¢s estrechos aliados de Washington.El eje chino-ruso es m¨¢s aparente que real. Se asienta antes sobre un adversario com¨²n que en valores o intereses compartidos. China y Rusia pueden coincidir, por motivos obvios, en su oposici¨®n a un sistema de destrucci¨®n de misiles intercontinentales que har¨ªa largamente irrelevantes sus propios arsenales o les abocar¨ªa a la construcci¨®n de un paraguas at¨®mico para el que carecen de recursos. Pero, aparte de este deseo de hacer un mundo multipolar en el que sea menor la influencia de EE UU, no hay mayor sustancia por ahora en su pregonada asociaci¨®n estrat¨¦gica.
La realidad es que tanto la econom¨ªa de Mosc¨² como la de Pek¨ªn -dos pa¨ªses que, pese a su dimensi¨®n, tienen unos intercambios comparativamente modestos- dependen fundamentalmente de la inversi¨®n extranjera para consolidarse, y que las buenas relaciones con Washington son imprescindibles para conseguirla. En la lista de acuerdos de Pek¨ªn no hay ninguno econ¨®micamente relevante y brilla por su ausencia el esperado y multimillonario compromiso para el tendido de un oleoducto entre Siberia y China.
Por debajo de la propaganda proyectada con la visita del presidente ruso -que mediaba ayer en el aislamiento de Corea del Norte-, la desconfianza sigue marcando las relaciones entre los dos gigantes, uno que fue superpotencia y otro que aspira a serlo. Mosc¨² sigue prefiriendo vender armas a Pek¨ªn que suministrarle conocimientos tecnol¨®gicos que un d¨ªa pudieran ser utilizados en su contra.
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