Diecis¨¦is millones de ojos
Del pol¨ªtico laborista brit¨¢nico Clement Atlee se dijo que lo que resultaba extra?o de ¨¦l era que resultara tan corriente. El adjetivo m¨¢s habitual respecto de ¨¦l era "descolorido", y con el paso del tiempo los historiadores brit¨¢nicos le han descrito como la personalidad menos impresionante de cuantas han ejercido la m¨¢xima responsabilidad p¨²blica en su pa¨ªs. Su malintencionado adversario Winston Churchill dec¨ªa que hab¨ªa visto pasar un taxi vac¨ªo y de ¨¦l hab¨ªa surgido Attlee; tal era la inanidad que le atribu¨ªa.En realidad fue mucho m¨¢s valioso que cuanto presuponen todas esas descripciones, pero hay razones para preguntarse si realmente buena parte de los candidatos a desempe?ar la secretar¨ªa general del partido socialista no circulan en ese g¨¦nero de veh¨ªculos de los que hablaba Churchill. Lo malo no reside en que hayan dedicado una parte considerable de su tiempo a hablar mal de los dem¨¢s -a eso se lo denominaba "pol¨ªtica cabile?a" a comienzos de siglo-, sino en la sensaci¨®n de que detr¨¢s de ese fervor poco m¨¢s existe. A los ocho millones de electores que votaron socialista no se les puede ofrecer un espect¨¢culo tal de minucia e insustancialidad.
Alfonso Guerra ha sido un pol¨ªtico importante en la vida espa?ola de qui¨¦n se descubrir¨¢ en su d¨ªa un balance positivo en muchos aspectos. Pero a veces un observador se podr¨ªa preguntar si el guerrismo no es m¨¢s bien una enfermedad cuyos s¨ªndromes son el extremado sectarismo, el ombliguismo, la incapacidad de olvidar ofensas supuestas o reales, y el desaforado af¨¢n por los gestos desmesurados que concluyen con la petici¨®n de una cuota de poder. Lo peor de ¨¦l es lo vet¨¦rrimo que resuena: su pliego de cargos parece algo as¨ª como la reivindicaci¨®n de los partidarios del Cret¨¢cico contra los seguidores del Pleistoceno.
Sobre las restantes opciones, los socialistas debieran evitar el peligro del sobredimensionamiento. Hay pol¨ªticos -e incluso partidos- que tienen su propia parcela en la que incluso pueden obtener un ¨¦xito apreciable, pero que fracasar¨ªan trasladados a otro campo. Como hay flash-parties -partidos fogonazo-, de manera parecida existen candidatos que pueden obtener ¨¦xito en una ocasi¨®n concreta por las circunstancias o por su estilo pero que no debieran pretender trasladarlo a otros niveles. Algo as¨ª se puede decir de los l¨ªderes regionales. Se atribuye a un cacique gallego del PP actual la descripci¨®n de un sector de partido, al que pertenece, como "los de la boina"; un catedr¨¢tico la ha completado indicando que tambi¨¦n existen en el PP gallego "los del birrete", es decir, esos profesionales a los que no se les puede pedir dedicaci¨®n a una pol¨ªtica local demasiado prosaica, pero que quedan bien en Madrid. Lo importante es que esta divisi¨®n establece tambi¨¦n campos de competencia distintos; malo ser¨ªa que se entremezclaran.
Sobre los militantes socialistas pesa hoy una gran responsabilidad. Hay quien se refocila hoy en su orfandad de liderazgo e ideas y quien, lament¨¢ndola un tanto hip¨®critamente, pretende multiplicar tanto una como otra. Pero del resultado positivo de la reuni¨®n de este fin de semana depende el buen funcionamiento de una de las ruedas esenciales de la democracia espa?ola. Si algo demuestran las elecciones del 2000 es que la rueda derecha puede gustar m¨¢s o menos, pero da servicio. Ahora importa que no se aver¨ªe la otra, como le sucedi¨® a la primera desde 1982 a 1996.
Los militantes socialistas debieran pensar en sus votantes, pero tambi¨¦n en el conjunto de los espa?oles, cuyos ojos tambi¨¦n habr¨¢n de fijarse en ellos si un d¨ªa quieren volver al poder. Lo mejor ser¨ªa que prepararan el futuro y que redescubrieran en ¨¦l su capacidad de propuesta. Sus rivales lo har¨¢n mejor o peor, seg¨²n los campos y ocasiones, pero ellos no se deben guiar por esa especie de optimismo catastrofista de acuerdo con el cual un d¨ªa el poder les ser¨¢ entregado sin sacrificio alguno. Por el contrario, deben ser conscientes de que se gana al adversario aceptando parcialmente su herencia y se?alando nuevas metas para superarlo. De eso el socialismo espa?ol est¨¢ bien lejos: pero a todos nos interesa que estos d¨ªas se ponga en camino.
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