Principio
El origen de la ciencia moderna est¨¢ en los flotadores con dise?o de pato o de cocodrilo. Cuando el verano chamusca a los desertores de la ciudad, un palimpsesto ha salvado del olvido a Arqu¨ªmedes. Un palimpsesto es un pergamino del que se ha borrado un texto, para escribir otro, en su lugar. Ahora, el papel se recicla en plantas industriales; pero en los monasterios de la Edad Media, los benedictinos empapaban el manuscrito en una c¨¢ntara de leche, lo secaban y lo rebozaban con harina y mucha delicadeza, como si elaboraran rosquillas. Ese palimpsesto tambi¨¦n ha salvado el principio que lleva el nombre de Arqu¨ªmedes y a muchos ba?istas. Y aunque la memoria es un pozo cegado por el v¨¦rtigo, con Arqu¨ªmedes no se juega. Si olvidas a Arqu¨ªmedes, olvidas su principio; y si olvidas su principio, te puedes ahogar en las aguas del Mediterr¨¢neo. Arqu¨ªmedes ten¨ªa el pensamiento geom¨¦trico y estampa de socorrista: cuando alguien se iba a pique, le voceaba su principio y lo pon¨ªa a flote. En todas las playas deber¨ªan levantarle una estatua, con una guirnalda de laurel y un neum¨¢tico ci?¨¦ndole la cintura, por si acaso.Aquel sabio observ¨® que cualquier cuerpo sumergido en un fluido recib¨ªa un fuerte impulso hacia la superficie. Y aunque no lo gui¨® m¨¢s inter¨¦s que el de una corona, s¨ª inspir¨® el g¨®tico a los maestros canteros de Chartres, y el overbooking a los tour operadores y a los industriales del ramo. Muchos siglos despu¨¦s de su muerte, algunos poderosos, banqueros y presidentes de los consejos de administraci¨®n, cuando se exhiben en p¨²blico se inflan, como si pretendieran conjurar la posibilidad de su naufragio. Ignoran que poco antes de ser degollado por un pretoriano, Arqu¨ªmedes hab¨ªa escrito: La ambici¨®n carece de conciencia y se hunde en la charca del m¨¢s turbio instinto. Los invasores romanos al leer aquello, no perdieron el tiempo borr¨¢ndolo, ni d¨¢ndole ba?os de leche. Se limitaron a enviarlo, con los cad¨¢veres de sus legionarios, al fondo de la bah¨ªa de Siracusa. Preservar as¨ª la posteridad de tanta insolencia, tambi¨¦n es un aviso muy serio. Cu¨¢nto nos amaban aquellos h¨¦roes.
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