Uno m¨¢s en la familia
No es extra?o que las familias meng¨¹en durante los meses en los que arrecia el calor y aparece la posibilidad del ocio. El chaval que se va al extranjero a seguir un curso de idiomas, los peque?os a los que los padres inscriben en una colonia de verano, o env¨ªan con parientes cercanos, logrando el doble objetivo del descanso para progenitores y v¨¢stagos... Lo que es m¨¢s inusual es que se incorpore un nuevo miembro a la familia. M¨¢s a¨²n si no guarda ninguna relaci¨®n de parentesco con los habitantes de la casa. Si es el altruismo el que abre las puertas de una casa a alguien que ni tan siquiera conoce el pa¨ªs donde pasar¨¢ sus vacaciones con una familia de acogida, la situaci¨®n se torna todav¨ªa m¨¢s especial.
De eso saben mucho Elisa y Leonardo Gonz¨¢lez, un matrimonio del municipio almeriense de V¨ªcar, con tres hijos peque?os, que comparte el verano con Alexei Pankratov, un rubio alto, de ojos claros y aspecto saludable, nacido hace catorce a?os en Bielorrusia.Leonardo Gonz¨¢lez es carnicero. Su esposa trabaja en un almac¨¦n agr¨ªcola. Son el ejemplo t¨ªpico de una familia media que s¨®lo se diferencia de la mayor¨ªa en un aspecto: su concepci¨®n solidaria de la vida.
Hace ya bastantes a?os que comenzaron a plantearse la idea de acoger a un menor de otro pa¨ªs en su casa. "Nos daba igual de donde llegara, s¨®lo quer¨ªamos ayudar a otras personas. Poder ofrecerle a un ni?o que tiene pocas posibilidades en su pa¨ªs algo de lo que nosotros tenemos".
As¨ª fue como hace tres a?os lleg¨® Alexei hasta el domicilio de los Gonz¨¢lez. El ni?o, afectado por la fuga radiactiva de la central de Chernobil, nunca hab¨ªa visto el mar. No sab¨ªa lo que era Espa?a, ni la familia con la que se iba a encontrar. Atr¨¢s hab¨ªa dejado a su padre, un ingeniero t¨¦cnico textil cuyo sueldo mensual no supera las 15.000 pesetas, a su madre, m¨¦dico de profesi¨®n, y a un hermano mayor.
Pero la adaptaci¨®n de Alexei no fue ning¨²n problema. Siempre y cuando no se tenga en cuenta como problema el trauma que para el ni?o y la familia de acogida supuso la despedida el primer verano."Es lo ¨²nico que te planteas cuando decides acoger a un ni?o en casa, el terror de la despedida. Resulta traum¨¢tico para ¨¦l y para t¨ª", confiesa Elisa Gonz¨¢lez, que nunca ha sabido como consolar a Rub¨¦n, su hijo de 8 a?os, incapaz de compatibilizar palabras y l¨¢grimas cuando, durante el invierno, al menos una vez al mes, la familia se comunica por tel¨¦fono con Alexei y sus padres.
"Para nosotros no existe un verano sin Alexei y sabemos que cuando cumpla 16 a?os no lo dejar¨¢n venir m¨¢s. Pero seguiremos acogiendo a otros ni?os. Cuando llegan no tienen nada y tu tratas de darle siempre algo m¨¢s de lo que puedes. Haces algunos gastos extra, pero merecen la pena".
Yolanda, de 6 a?os, Rub¨¦n de 8 y Sergio de 11, son hoy los hermanos de Alexei. Cuando ¨¦l regrese a su pa¨ªs, los Gonz¨¢lez, que ya viajaron a Bielorrusia para conocer a los padres del menor, sentir¨¢n un desgarro en el alma. Pero les quedar¨¢n los lazos de la amistad que no conoce distancias ni veraneos c¨®modos de sol y playa. Quedar¨¢, sobre todo, el recuerdo de uno m¨¢s en la familia.
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