Con Sinopoli y Flimm comenz¨® ayer en Bayreuth una nueva producci¨®n de 'El anillo del Nibelungo'
Sonoro abucheo a Wolfgang Wagner por su direcci¨®n esc¨¦nica de 'Parsifal'
Bayreuth Con un gran despliegue policial, y cientos de curiosos que desde varias horas antes hab¨ªan cogido sitio para ver de cerca a los famosos que asist¨ªan a la inauguraci¨®n, comenz¨® anteayer con Parsifal una nueva edici¨®n del Festival consagrado a Richard Wagner en Bayreuth. Lo m¨¢s esperado era, no obstante, la nueva producci¨®n de El anillo del Nibelungo, con direcci¨®n musical de Giuseppe Sinopoli y direcci¨®n esc¨¦nica de J¨¹rgen Flimm, y escenograf¨ªa de Erich Wonder. La primera entrega, El oro del Rin, se sald¨® ayer satisfactoriamente con un clima de consenso.
Frescura
Los manifestantes contra Haider se tuvieron que conformar con exhibir sus pancartas al pie de la colina el d¨ªa de la apertura, por las espectaculares medidas de seguridad en prevenci¨®n de cualquier anomal¨ªa. Se repon¨ªa una vez m¨¢s Parsifal en la geom¨¦trica plana y penumbrosa versi¨®n que Wolfgang Wagner dirige esc¨¦nicamente con tenacidad desde 1989. Es una puesta en escena que roza lo irritante, por la simplicidad, el estatismo y una convencionalidad que desemboca por momentos en el estereotipo m¨¢s trivial. Cuando Wolfgang Wagner sali¨® a saludar en solitario recibi¨® un sonoro abucheo, el ¨²nico que de momento, y de forma mayoritaria, se ha o¨ªdo en la actual edici¨®n del Festival.Para el director musical, Christoph Eschenbach, se oyeron algunas protestas, en desacuerdo probablemente con una lectura no excesivamente ritual de la ¨²ltima obra de Wagner. Eschenbach trat¨® de desacralizar el drama, de hacerlo, si se quiere, m¨¢s pr¨®ximo, y consigui¨® en ese sentido algunos efectos de mucho m¨¦rito, aunque sin la continuidad deseable.
Pl¨¢cido Domingo
Era la primera vez que dirig¨ªa en Bayreuth el director del Festival de Ravinia, con la presi¨®n que eso supone. Ha apuntado frescura y muchos detalles, con lo que habr¨¢ que seguir su evoluci¨®n. El reparto vocal fue m¨¢s que estimable, con la l¨ªrica Kundry de la lituana Violeta Urmana, el fogoso Parsifal de Poul Elming y el compacto Amfortas de Andreas Schmidt.De Parsifal a El anillo de Nibelungo. ?sta parece ser la tendencia de los directores musicales en Bayreuth. Sinopoli ha seguido los pasos de Barenboim y Levine. El director vienesiano, despu¨¦s de centrarse en Parsifal en Bayreuth ininterrumpidamente desde 1994 (antes, desde 1990 a 1993, inclusive, hizo El holand¨¦s errante y, desde 1985 a 1989, Tannh?user), se ha lanzado en tromba con El anillo, con una salida impetuosa, segura, contrastada y entregada, por encima de todo, al hecho de contar. No es, de momento, una lectura conflictiva, aunque es demasiado pronto para sacar alguna conclusi¨®n. Fue ovacionado con calor en los saludos finales.
Poqu¨ªsimas protestas levant¨® el equipo esc¨¦nico formado por J¨¹rgen Flimm y Erich Wonder, en una aproximaci¨®n desde la contemporaneidad, con dioses vestidos de calle, pero sin renunciar a los s¨ªmbolos: la lanza, el yelmo... Uno de los efectos de continuidad fue el uso del ascensor. El ascensor desciende Alberico a las profundidades del Rin para robar el tesoro que har¨¢ posible que el anillo a unas ondinas bastante frivolonas, en un marco po¨¦tico de barcas hundidas y estacas verticales; en ascensor bajan Wotan y Loge para rob¨¢rselo con astucia a Alberico. Se podr¨¢ estar de acuerdo o no en el perfil atribuido a los personajes -Loge, por poner un ejemplo, con sus pasitos de baile y su aire zascandil, parece salido de un cabar¨¦ en que ejerce de maestro de ceremonias-, pero lo que es un hecho es que teatralmente funciona. Con un tono de historieta c¨®mica, desde luego, pero, al menos por ahora, funciona. Cuando los gigantes se llevan a Freia, con sus manzanas de oro rejuvenecedoras, el resto de los dioses envejece y se nota (un poco menos, quiz¨¢, en Wotan). Cuando Alberico prueba los efectos del yelmo, o se hace invisible, o aparece una serpiente o un sapo saltar¨ªn. Cuando los dioses deben ir en arcoiris a la fortaleza del Walhalla, aparece un arcoiris. Se puede, en cualquier caso, diferir de estos dioses tan pr¨®ximos, de la simplificaci¨®n que acarrean algunos gags, y especialmente del convencionalismo en el tratamiento teatral. De todos modos, hay todav¨ªa mucho Anillo por delante.
De los cantantes, el m¨¢s aplaudido fue Kim Begley como Loge. Alan Titus se mostr¨® como Wotan mucho m¨¢s firme de como lo hizo en Bilbao hace unos meses. Lo m¨¢s valorable, en todo caso, fue la labor de conjunto del equipo vocal.El festival de Bayreuth ha comenzado, pues, con cierto empaque vocal y musical, aunque sin la brillantez de otros tiempos. Esc¨¦nicamente, en El oro del Rin, al menos, no ha habido provocaci¨®n. Hoy, con La walkyria, es la hora de Pl¨¢cido Domingo y Waltraud Meier en el esperado acto primero.
Muchos japoneses entre el p¨²blico del Festival de Bayreuth; muchos cambios en la ciudad, cada d¨ªa m¨¢s banalmente cosmopolita y menos alemana; y la sensaci¨®n irrepetible de siempre de que escuchar aqu¨ª El anillo del Nibelungo o Parsifal es algo absolutamente ¨²nico y m¨¢gico.
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