Una crisis laboral ensombrece las campa?as de Greenpeace en Espa?a
Un grupo de empleados se rebela contra Pastor
Greenpeace Espa?a, la poderosa organizaci¨®n ecologista que cuenta con 73.000 socios, famosa por sus agresivas y audaces acciones en defensa de la naturaleza, atraviesa por una crisis laboral que amenaza con empa?ar sus vistosas campa?as. Un grupo de empleados critica la gesti¨®n del director ejecutivo, Xavier Pastor, y su intenci¨®n de construir una nueva sede en Mallorca. "Las campa?as est¨¢n a salvo. Nunca hemos tenido tanta influencia ni un n¨²mero de socios tan alto como hoy", dice Pastor.
El lado fuerte del ecologista Xavier Pastor, que se ha templado en los barcos de Greenpeace que iban a la caza de convoyes nucleares y de las flotas balleneras en los a?os ochenta, seg¨²n dice, no son los asuntos laborales. "Deb¨ª actuar antes. ?se ha sido mi error. Ahora nos enfrentamos a un conflicto laboral importante que ha puesto en cuesti¨®n mi estilo de direcci¨®n". Mallorqu¨ªn, de 50 a?os, Pastor ha sido el hombre de Greenpeace en Espa?a, su figura clave desde su fundaci¨®n en 1984.
Pese a la crisis, las campa?as "est¨¢n a salvo", a?ade. Una de las se?ales de que la nave se mantiene a flote es la "exitosa" iniciativa que comenz¨® hace tres semanas para denunciar la explotaci¨®n de madera en Brasil y en ?frica.
La crisis laboral estall¨® en marzo pasado. El detonante fue el traslado de tres empleados y el despido de un cuarto. Carlos Bravo, encargado de la campa?a de energ¨ªa y Eva Hern¨¢ndez, de h¨¢bitat, fueron obligados a mudarse a la sede de Mallorca. Otra trabajadora fue desplazada a Barcelona, y un c¨¢mara fue despedido por "razones disciplinarias".
Veintisiete de los 36 empleados firmaron una carta de apoyo a sus compa?eros en el que de paso criticaban otras pol¨ªticas de la direcci¨®n. El caso ha llegado a los tribunales. Pero la mediaci¨®n judicial no ha logrado mejorar la atm¨®sfera viciada que reina en la sede de Greenpeace en Madrid, y que financia sus actividades con el aporte anual de 6.000 pesetas de los 73.619 socios.
"La reacci¨®n de la plantilla coincide con mi decisi¨®n de imponer algunas normas en la oficina: horarios m¨¢s r¨ªgidos y un plan de vacaciones que no se concentre en el verano porque ¨¦sta es la ¨¦poca en que se deben intensificar las campa?as", dice Pastor.
As¨ª planteado, el conflicto no ser¨ªa muy distinto al que se enfrentan organizaciones similares que combinan el activismo y el trabajo profesional de sus empleados. Pero en Greenpeace las cosas han ido un poco m¨¢s lejos.Los trabajadores afirman que la direcci¨®n quiere descabezar al sector que critica c¨®mo se distribuyen los recursos y en qu¨¦ se concentran los esfuerzos. La disputa tiene, adem¨¢s, un icono: el edificio que se pretende construir en la localidad mallorquina de Son Bugadelles, en Calvi¨¤, lugar de residencia de Pastor y desde donde despacha buena parte del a?o.
"Las campa?as contra la energ¨ªa nuclear o ante el Plan Hidrol¨®gico Nacional, y contra la construcci¨®n del cementerio nuclear de Trillo y de la presa en Itoiz se ver¨¢n debilitadas por los traslados y por la inversi¨®n que se har¨¢ en el edificio", dice Carlos Bravo, jefe de la campa?a nuclear, que ha vivido su traslado como un destierro.
Pastor califica estas afirmaciones de falacias. "Las campa?as no se cerrar¨¢n por los traslados", y garantiza que la construcci¨®n del edificio no les mermar¨¢ recursos econ¨®micos. La ONG destina el 66% del presupuesto global de 567 millones a las campa?as."El edificio de Son Bugadelles -que costar¨¢ 200 millones y se financiar¨¢ con un cr¨¦dito a 25 a?os-, ser¨¢ ejemplar, dice Pastor. Autosuficiente y capaz de generar energ¨ªa e¨®lica, tanta que podr¨¢ vender los excedentes. Ser¨¢ un centro de formaci¨®n de los equipos de acci¨®n marina, que contribuir¨¢ a aumentar la capacidad de la organizaci¨®n de acometer acciones directas.
?Por qu¨¦ Mallorca? "Porque es un microcosmos de los problemas ambientales que afectan a Europa. All¨ª debe fortalecerse la pol¨ªtica de recuperaci¨®n de playas y de oposici¨®n al nuevo dique en el puerto deportivo de Ciutadella, Menorca. Resulta muy f¨¢cil decir que quiero llevarme la sede a casa".
La junta directiva ha aprobado su construcci¨®n, pero el asunto no ha llegado al Consejo, el organismo de representaci¨®n de los socios, que tiene 100 miembros y que se reunir¨¢ en diciembre.
Pastor atribuye el ambiente enrarecido de la sede madrile?a al car¨¢cter altamente "ideol¨®gico" de los empleados. "Son personas dispuestas a atarse a un buque cargado con desechos t¨®xicos", dice. "Aqu¨ª todo es motivo de debate".
Arnau Mateu, sindicalista de CC OO, jefe de la campa?a de pesca y uno de los cinco empleados que han renunciado desde que empez¨® la crisis, acusa al director de aplicar "m¨¦todos antidemocr¨¢ticos". Pero Pastor dice que no permitir¨¢ que las decisiones se tomen en asambleas y que la ONG se convierta en una cooperativa.
El juez ha resuelto que los funcionarios trasladados est¨¦n de vuelta en Madrid antes de Navidad. Greenpeace Internacional le ha dado la raz¨®n a Pastor. La junta directiva ha decidido no convocar a la reuni¨®n extraordinaria del consejo. Mientras, Pastor ha contratado a un cazatalentos para que encontrar un jefe de personal que le ayude en los problemas laborales. Un mal a?o para Pastor. ?ste es su segundo error . Su propuesta de que Jos¨¦ Mar¨ªa Mendiluce presidiera Greenpeace Internacional, en febrero pasado, termin¨® en fracaso y con la baja de 120 socios.
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