F¨²tbol es f¨²tbol (y dinero)
Un verano m¨¢s, los clubes de f¨²tbol han descorchado su euforia con fichajes astron¨®micos y renovaciones que cortan la respiraci¨®n. Asusta esta impresi¨®n de que no hay un l¨ªmite en el horizonte. Suben y suben las transacciones ante la pasividad general, dir¨ªase casi que complicidad, protegida por esa cortina invisible que sentencia que en el f¨²tbol todo vale. Hasta lo disparatado: 70.000 millones de pesetas llevan gastados los equipos de Primera en fichajes.El disparate arranc¨® con el fichaje de Luis Figo por el Madrid mediante el pago de los 10.000 millones de la cl¨¢usula de rescisi¨®n. Fue el resultado de una serie de errores de c¨¢lculo de las partes que ilustra el grado de improvisaci¨®n con que act¨²an las gentes que se dedican a este negocio. El club que ha pagado esa cantitad acababa de reconocer una deuda de casi 40.000 millones. A su vez, al nuevo presidente del Barcelona, Joan Gaspart, le bastaron tres d¨ªas para gastarse esos millones en la contrataci¨®n del espa?ol Gerard (que hab¨ªa pertenecido al club, y por el que ahora ha tenido que pagar 3.600 millones de pesetas), del holand¨¦s Overmars y del franc¨¦s Petit. Ante la avalancha de compras y ventas, nada extra?a que los clubes quieran amarrar a sus m¨¢ximas estrellas con cifras de otra galaxia: ah¨ª est¨¢n los casos del madridista Ra¨²l o del barcelonista Rivaldo para demostrarlo.
El esc¨¢ndalo que provocaron los 5.600 millones que cost¨® Anelka ha durado justo una temporada. A ese ritmo, el verano pr¨®ximo se pagar¨¢n 20.000 millones por alguna perla. No hay actividad econ¨®mica que pueda desarrollarse con esa tasa de inflaci¨®n.
Adem¨¢s, esta din¨¢mica de cambiar cada a?o media plantilla, para mantener vivo el negocio, va a terminar con lo que durante m¨¢s de un siglo ha venido sosteniendo al f¨²tbol: la identificaci¨®n de la gente con unos jugadores que representaban a una ciudad, regi¨®n, pa¨ªs. Tal identificaci¨®n ser¨¢ imposible si quienes encarnan los colores cambian cada a?o. Sobran ejemplos, pero sigue la noria.
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