Joan Josep Ab¨®, Director general de Abad¨ªa Retuerta "La izquierda ha perdido porque ha sido cretina"
En la mesa, Ab¨® prefiere de men¨² verbal los vinos y la comida. Es explicable: los vinos y la comida que ofrece merecen siempre comentarios muy dilatados, comentarios, por cierto, a los que libra con elegante disciplina de la prosa t¨¢nica del catador. Este mediod¨ªa est¨¢ inc¨®modo porque los Montrachet y Chambertin que ha tra¨ªdo al restaurante en una bolsa sacramental no son el centro de la conversaci¨®n. Adem¨¢s, la carne de buey est¨¢ buena en exceso y de ella tambi¨¦n se habla en la mesa: Ab¨® cree en el entendimiento entre vino y comida siempre, naturalmente, que el aporte s¨®lido sea consciente de sus inevitables limitaciones.Pregunta. ?Cu¨¢l fue su 68?
Respuesta. Ten¨ªa 21 a?os. Ya hac¨ªa cuatro que militaba en el PSUC (Partido Socialista Unificado de Catalu?a, los comunistas catalanes). En ese a?o me detuvieron y me quitaron el pasaporte. Pero, vaya, ¨¦se fue, por encima de todo, el a?o de Annie.
P. ?Lo detuvieron... brevemente?
R. Me tuvieron una semana en comisar¨ªa. Tiempo suficiente para que me dieran alguna hostia. Y no sab¨ªan que militaba. Pero, vaya... Annie hab¨ªa venido a Barcelona a estudiar gemolog¨ªa. Ella era una muchacha de Agen, al lado de Burdeos. Nos conocimos en una reuni¨®n de amigos. Gracias a ella pude descubrir que el salm¨®n no nac¨ªa ahumado. Fui pigmalionizado de una manera estupenda. E inmediatamente viajamos a Par¨ªs.
P. ?En primavera?
R. La cogimos de lleno, s¨ª se?or. Yo pensaba que aquello iba a ser una revoluci¨®n. Hasta que vi que el partido comunista pactaba con De Gaulle. Con ese pacto tuve una sensaci¨®n contradictoria... Par¨ªs, en primavera y enamorado, es tan delicioso como asegura el t¨®pico.
P. ?Una sensaci¨®n contradictoria?
R. S¨ª. No pod¨ªa soportar que mi partido pactase con la derecha. Pero el problema es que yo, que era y sigo siendo muy franc¨®filo, admiraba a De Gaulle. Francia, y la gente no suele saberlo, ha tenido hombres mucho m¨¢s grandes de lo que, en teor¨ªa, el pa¨ªs pod¨ªa dar.
P. ?Por qu¨¦ era de izquierdas?
R. Yo soy de Bossost, un pueblo de la Cerda?a. A mi abuelo lo llamaban el Largo Caballero. A mi padre, aunque era apol¨ªtico y de misa, los franquistas lo tuvieron tres a?os en un campo de concentraci¨®n. Ten¨ªamos un bar, el bar del Centro, que era el de los emigrantes. Pronto me especialic¨¦ en ayudar a pasar gente y papeles al otro lado de la frontera. Y conoc¨ª a Pere Ardiaca, el dirigente comunista leridano, que me acompa?¨® durante toda la vida. Luego me traslad¨¦ a Barcelona para estudiar Derecho con el prop¨®sito de ser abogado de los pobres. Todo se mantuvo m¨¢s o menos estable hasta el 5 de enero de 1981.
P. ?Su segunda vuelta de tuerca?
R. D¨ªgalo como quiera. ?se fue el d¨ªa en que el PSUC se parti¨®. Sal¨ª del congreso del partido y me fui a ver a Fiorenza Cossotto, que cantaba en el Liceo. Me acuerdo porque fue el primer d¨ªa que en el coro del Liceo cantaron mujeres. ?Otro acontecimiento! Al d¨ªa siguiente, con algunos compa?eros fuimos al campo, a comer conejo y a beber Beaujolais. Todo triste y alegre.
P. Y c¨ªnico.
R. No, no era cinismo. Era la constataci¨®n tranquila de que hab¨ªamos hecho el rid¨ªculo y hab¨ªamos perdido. No digo unos y otros. Digo todos. La izquierda ha perdido en Espa?a y en Europa porque ha sido completamente cretina.
P. ?Qu¨¦ dec¨ªa Pere Ardiaca?
R. Ardiaca dec¨ªa con total convencimiento: "Nunca querremos bastante a la Uni¨®n Sovi¨¦tica".
P. ?Y usted qu¨¦ le contestaba?
R. Nada. Me chocaba, pero nada m¨¢s. Yo era amigo de Pere Ardiaca. La amistad es importante en la vida. Yo habr¨ªa votado a Pere Ardiaca hasta para la presidencia del Bar?a.
P. ?Dej¨® el PSUC?
R. No. Yo sigo en el PSUC. Tengo mis cuotas al d¨ªa. Ser¨¦ el ¨²ltimo en irme. Es mi vida. ?C¨®mo voy a salirme de mi vida?
P. ?Le encuentra alg¨²n otro sentido a su militancia?
R. Uno, tal vez. Aunque enrevesado. Yo creo que ya no se puede hacer nada colectivamente. Pero que todav¨ªa es importante lo que cada uno pueda hacer. Yo hago esto y hago otras cosas.
P. ?En qu¨¦ circunstancias personales se le cay¨® el muro?
R. Ya me dedicaba al negocio del vino. Annie, que est¨¢ entre los 10 mejores olfatos de Francia, me hab¨ªa ense?ado lo bastante. Creo que en 1989 segu¨ªa siendo m¨¢s sabio que rico, pero me ganaba bien la vida como abogado y economista.
P. ?Esperaba lo que pas¨®?
R. No lo s¨¦. Es dif¨ªcil contestar a preguntas de este tipo vinculadas con los grandes sucesos hist¨®ricos que uno ha vivido. El amor propio y hasta el sentido com¨²n, trat¨¢ndose de una convulsi¨®n tan vasta, te hacen decir que, claro, algo sospechabas. No s¨¦... Yo hab¨ªa viajado, poco, pero hab¨ªa viajado por los pa¨ªses del Este. Cualquiera ve¨ªa lo que pasaba all¨ª. Ahora bien, cuando volv¨ªa a mi pueblo y me preguntaban yo dec¨ªa que aquello era genial.
P. ?Vaya!
R. ?Qu¨¦ quiere? Me lo preguntaban los viejos, gentes que hab¨ªan vivido toda una vida de lucha y de trabajo obsesionados con el mito de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Que lo hiciera otro, el papel de aguafiestas. Por cierto, que en Bossost y en otros pueblos de la comarca el porcentaje de votantes comunistas era alt¨ªsimo: ten¨ªamos m¨¢s del 25%. Incluso llam¨® la atenci¨®n de los jefes del partido. Tampoco quise desilusionarlos: votaban comunistas en raz¨®n del viejo y eficaz sistema caciquista.
P. En una versi¨®n in¨¦dita del sistema, supongo.
R. Yo, como abogado, les arreglaba los papeles de la jubilaci¨®n, del seguro, de lo que fuera. Cuando tuvieron los papeles arreglados, todo volvi¨® a la normalidad y la derecha empez¨® a ganar sin problemas. Es un ejemplo simb¨®lico muy peque?ito, pero creo que de ilusiones como ¨¦sta ha malvivido la izquierda.
P. ?C¨®mo se sale de la ilusi¨®n?
R. Aceptando todo lo que llevamos diciendo. Pero advirtiendo, tambi¨¦n, que los ni?os mueren. Por tanto, hablemos de globalizaci¨®n, pero sabiendo que los ni?os mueren en el mundo.
P. Usted se dedica ahora a los negocios del placer. ?Le da problemas eso sabiendo que los ni?os mueren en el mundo?
R. No.
P. ?...?
R. No, no me duelen prendas. El otro d¨ªa enterramos al arquitecto Enric Miralles. ?ramos amigos. No hac¨ªa muchas semanas que nos hab¨ªamos bebido juntos un Chateau d'Yquem del 55, que era el a?o en que hab¨ªa nacido. Estoy muy feliz de hab¨¦rmelo bebido con ¨¦l.
P. Ese vino no puede repartirse. No se concibe sin la ¨¦lite. Sin la desigualdad.
R. S¨ª.
P. ?...?
R. As¨ª estamos.
P. ?Qu¨¦ futuro tiene el placer?
R. Espl¨¦ndido. Infinito. El problema del hombre ser¨¢, cada vez m¨¢s, controlar sus deseos. Porque, al fin y al cabo, la felicidad, en circunstancias normales, s¨®lo es el control del deseo.
P. ?El placer progresa? Quiero decir, por ejemplo: ?el vino de hoy tiene m¨¢s posibilidades de hacer feliz a un hombre que el vino del pasado?
R. Sin duda. Mire, en 1961 se conoc¨ªan 10 componentes del vino. Hoy se conocen m¨¢s de 100.000. Es muy improbable que ese conocimiento no ayude a hacer vinos mejores y a aumentar la satisfacci¨®n del que los bebe.
P. ?Le parece falsa la oposici¨®n que algunos plantean entre tecnolog¨ªa y ed¨¦n?
R. S¨ª, la tecnolog¨ªa es una gran aliada del placer. Siempre y cuando se eviten las estafas. En el mundo del vino las estafas son comunes y aumentan tan vertiginosamente como la capacidad de producir placer.
P. ?Alguna especialmente llamativa?
R. El jarabe de palo que resulta de incumplir este mandamiento: no se puede pasar dos veces el vino por madera nueva.
P. Parece de Her¨¢clito.
R. Puesto al d¨ªa.
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