Mozart y Wolfgang Rihm reinan en Salzburgo
Wolfgang Rihm naci¨® el 13 de marzo de 1952 en Karlsruhe. El Festival de Salzburgo le ha otorgado este a?o los honores de la clausura, el pr¨®ximo 31 de agosto, con La Pasi¨®n seg¨²n San Lucas, bajo la direcci¨®n de Rilling, unos d¨ªas despu¨¦s del estreno mundial de esta obra en Stuttgart dentro de un ciclo de las cuatro pasiones en homenaje a Bach, encargadas a compositores de todas las latitudes, desde Gubaidulina hasta Tan-Dun.Pero antes de ello, hay dos conciertos monogr¨¢ficos dedicados al s¨®lido compositor alem¨¢n, uno ma?ana con el Klangforum de Viena, dirigido por Sylvain Cambreling y con la estupenda cantante Salome Kammer, y otro el d¨ªa 28 con el cuarteto Arditti. Adem¨¢s, la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, dirigida por Bernard Haitink, el 25, y la Sinf¨®nica SWR de Baden-Baden y Friburgo, dirigida por Kent Nagano, el 27, interpretar¨¢n obras orquestales de Rihm.
La ¨®pera de c¨¢mara Jakob Lenz, compuesta en 1977-78, con texto de Michael Fr?hling a partir de B¨¹chner, ha sido el eje de la Academia Internacional de Verano de Salzburgo y las representaciones en el Grosses Studio del Mozarteum han constituido una de las sorpresas may¨²sculas de estos d¨ªas. En primer lugar, por la m¨²sica. Rihm tiene un instinto dram¨¢tico muy poderoso, y sus ¨®peras tienen la mayor parte de las veces un gran inter¨¦s, y en algunas ocasiones, como en La conquista de M¨¦xico (1987-1991), rozan la genialidad. En segundo lugar, por la interpretaci¨®n musical y vocal. El Conjunto Austriaco de Nueva M¨²sica, dirigido por J. Kalitzke, estuvo impecable de principio a fin, y los cantantes, encabezados por un soberbio Thomas E. Bauer, en el papel que da t¨ªtulo a la ¨®pera, demostraron preparaci¨®n, frescura, ilusi¨®n y una compenetraci¨®n estil¨ªstica y expresiva con esta m¨²sica. La puesta en escena es sencilla y a veces hasta simple. Es, como suele decirse, de las que cuestan tres perras gordas, pero tienen ideas de valor dif¨ªcilmente calculable. Con todo ello, el espect¨¢culo ha funcionado estupendamente y su mejor forma de difusi¨®n ha sido el boca a boca. Los precios, adem¨¢s, eran accesibles, con lo que la ocupaci¨®n plena se ha mantenido hasta el ¨²ltimo d¨ªa.
De una orilla a otra del r¨ªo o, si se quiere, de la contenci¨®n al glamour. La reposici¨®n de Don Giovanni, en la puesta en escena de Ronconi, con el director Val¨¦ry Gergiev en el foso, y un reparto mayoritariamente diferente al del a?o pasado, ha sido oportuna por muchas razones. Furlanetto da un aire flexible y ¨¢gil al personaje de Don Juan. La Do?a Ana de Ren¨¦e Fleming no es tan poderosa como la de Mattila del a?o pasado, pero se mueve en una l¨ªnea de canto l¨ªrica y bien matizada.
Vital¨ªsima la Zerlina de Sophie Koch, impecable el Leporello de Ren¨¦ Pape y aceptable el Comendador de Robert Lloyd. A la Do?a Elvira de Marina Mescheriakova le falt¨® la sensualidad y la mordiente que el a?o pasado despleg¨® Barbara Frittoli.
Gergiev hace una lectura orquestal de tiempos vivos, briosa, impulsiva, comunicativa, muy en consonancia con las voces. Ronconi ha mejorado ostensiblemente la iluminaci¨®n y las distribuciones espaciales. Su idea del paso del tiempo se percibe con m¨¢s claridad. Y su reflexi¨®n sobre el poder, tambi¨¦n. El clima de desasosiego que a veces impera refuerza el misterio del personaje de Don Juan. La frase "Viva la libertad" vuelve al final de la obra como una idea imperecedera. Zerlina tiene tres ni?os, las mujeres han envejecido y Don Juan se va a los infiernos con principios de degradaci¨®n f¨ªsica, pero sin perder ni un gramo de su energ¨ªa. Ronconi no ha redondeado Don Giovanni, pero su concepci¨®n es ahora, en el terreno de las ideas, mucho m¨¢s consistente y transparente.
Una an¨¦cdota. En el programa de mano de Don Giovanni figura en la contraportada un texto en espa?ol, algo aqu¨ª absolutamente ins¨®lito. "La plaza tiene una torre; la torre tiene un balc¨®n; el balc¨®n tiene una dama; la dama, una blanca flor. Ha pasado un caballero -?qui¨¦n sabe por qu¨¦ pas¨®?- y se ha llevado la plaza con su torre y su balc¨®n, con su balc¨®n y su dama, su dama y su blanca flor". De Antonio Machado, efectivamente.
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