EL 'CIBERSEXO', UN PASATIEMPO SIN GRACIA
El escritor Joel Stein ha hecho la prueba: el 'cibersexo' no compensa. Stein no logra superar los miedos a unos cacharros con formas poco er¨®ticas ni con la ayuda de una estrella del porno. Y siempre hay que contar, adem¨¢s, con un t¨¦cnico inform¨¢tico de guardia
A juzgar por la calidad de los teleconsoladores actuales, hay algunas cosas que no cambiar¨¢n jam¨¢s. Hay dos campos en los que estoy deseando ver mejoras tecnol¨®gicas: la medicina y la pornograf¨ªa dura. Y como a¨²n no estoy enfermo, me he centrado en lo del porno. Afortunadamente no estoy solo en esta encanijada visi¨®n de la utop¨ªa. Desde hace mucho tiempo, el deseo de alcanzar nuevas y mejores obscenidades ha supuesto un importante impulso para el progreso tecnol¨®gico: los v¨ªdeos, la tecnolog¨ªa digital y el desarrollo de Internet se vieron alentados por los deseos lascivos.Con todo, el santo grial de la pornograf¨ªa siempre ha sido una m¨¢quina capaz de proporcionar experiencias virtuales tan aut¨¦nticas que no se puedan distinguir del sexo, m¨¢s que por el hecho de que no son totalmente decepcionantes. Aunque han aparecido prototipos en las pel¨ªculas, la realidad se ha mantenido dolorosamente escurridiza. En su obra de 1991 Virtual reality (Realidad virtual), Howard Rheingold dedic¨® un cap¨ªtulo completo al teleconsolador, que es el nombre -no muy afortunado- que utiliza para los dispositivos que permiten a la gente tener relaciones sexuales sin estar en el mismo c¨®digo postal. Rheingold se imagina un "traje di¨¢fano, algo parecido a una media corporal, pero con esa sensaci¨®n de ce?ido que da un cond¨®n" y tener una experiencia de realidad virtual por Internet.
Rheingold no aporta muchas ideas ¨²tiles en forma de informaci¨®n o especificaciones t¨¦cnicas. Y en los nueve a?os transcurridos desde que public¨® sus fantas¨ªas personales, se han dado muy pocos proyectos. Vivid, que es el mayor productor del mundo de art¨ªculos de entretenimiento para adultos, prometi¨® presentar un traje interactivo en septiembre del a?o pasado, pero se le ha pasado la fecha l¨ªmite. Claro que contaba con un traje negro de neopreno de 37 millones de pesetas, con 36 electrodos clavados en el pecho, en la entrepierna y en otros lugares especiales, pero no ten¨ªa un aspecto muy apetitoso. Vivid dice que est¨¢ esperando la aprobaci¨®n del Gobierno de EE UU (parece que les preocupan las posibles interacciones con los marcapasos), pero la verdadera raz¨®n por la cual demora el traje sexual es que Vivid es una empresa orgullosa, y no va a seguir anunciando una tecnolog¨ªa que, como m¨ªnimo, est¨¢ a a?os luz de hacerse realidad.
SafeSexPlus.com vende dispositivos teleconsoladores que se parecen much¨ªsimo a los vibradores. La empresa promete que si utilizara estos chismes en conjunci¨®n con su sitio web iFriends.net podr¨ªa tener una experiencia sexual por Internet. Ped¨ª a SafeSexPlus.com que me enviara el equipo y pens¨¦ en utilizarlo con mi novia, hasta que me di cuenta de que era la estupidez m¨¢s grande que hab¨ªa pensado en mi vida. Cuando aclar¨¦ las ideas decid¨ª que podr¨ªa ser mi gran oportunidad para conseguir que una estrella del porno mantuviera relaciones sexuales conmigo.
Wicked Pictures, una empresa de entretenimiento para adultos, me prepar¨® una cibercita con una de sus actrices, Alexa Rae, la protagonista de Porno-o-matic 2000. No hab¨ªa visto el trabajo de Alexa, pero me hab¨ªan garantizado que era una aut¨¦ntica profesional. SafeSexPlus.com nos envi¨® juguetes a los dos.
Me siento incapaz de describirles lo incre¨ªblemente repulsivos que eran los aparatitos sexuales porque mi idioma no es apto para esta tarea. Se supon¨ªa que era una parte desmembrada de una mujer, pero m¨¢s bien parec¨ªa una parte de un disfraz car¨ªsimo de Halloween al que alguien hubiera pegado por casualidad un mech¨®n de cabello. Al tacto daba la sensaci¨®n de ser l¨¢tex h¨²medo, el olor era de l¨¢tex h¨²medo, y ten¨ªa el aspecto de una cosa con la que Sigmund Freud explicar¨ªa algo muy retorcido. Supuse que hab¨ªa sido dise?ado para hombres sin manos.
El dispositivo se enchufaba a una conexi¨®n el¨¦ctrica e inclu¨ªa copas de succi¨®n. Esto me asust¨® a¨²n m¨¢s que el pelo, hasta que la gente de SafeSexPlus.com me explic¨® que ten¨ªa que pegar las copas de succi¨®n al monitor de mi ordenador cuando apareciera el recuadro ciberconsolador. Alexa pod¨ªa oscurecer o aclarar este recuadro manipulando el recuadro de su pantalla, y pod¨ªa hacer que mi chisme de l¨¢tex vibrara m¨¢s o menos dependiendo de la cantidad de luz que decidiera darme. Ignoro qu¨¦ tipo de experiencia sexual se pretend¨ªa imitar con una parte desmembrada vibratoria de un cuerpo femenino, pero tampoco quer¨ªa saberlo.
Se supon¨ªa que yo tendr¨ªa el mismo control sobre el artilugio sexual de Alexa, lo cual me pareci¨® que por fuerza tendr¨ªa que darme menos miedo.
Pero estaba equivocado. "Da un poco de miedo", confes¨® Alexa mientras habl¨¢bamos por tel¨¦fono y echaba un vistazo a su imagen en vivo enclaustrada en un min¨²sculo y borroso recuadro en mi pantalla. Estoy seguro de que es guapa y probablemente rubia. "Da la impresi¨®n de que puede hacerme da?o. Y no para de hacer ruidos desagradables. Es como un martillo taladrador". Jam¨¢s me hab¨ªa enorgullecido de ser un amante tierno ni considerado; sin embargo, "ruidos desagradables" y "como un martillo perforador" no eran frases que escuche habitualmente.
Alexa, juguetona, me dijo que se quitar¨ªa la parte de arriba si consegu¨ªa que la luz de su recuadro cambiara de color, as¨ª que me puse en contacto con uno de los tipos del servicio t¨¦cnico que estaba de guardia. No tard¨¦ mucho en verla bostezando en mi monitor. Pens¨¦ que eso s¨ª se parec¨ªa a las experiencias sexuales habituales.
Pasados 20 minutos, creo que consegu¨ª cambiar el color y aumentar el temible ruido del perforador. "Cualquier cosa sexual me enciende", ronrone¨® Alexa mientras se quitaba la parte de arriba y los vaqueros. "Pero esto no".
Hablamos un poco m¨¢s, y me cont¨® que hab¨ªa elegido ese nombre por la hija de Billy Joel, cosa que me pareci¨® un poco de mal gusto. Al bajar la vista y ver esas gigantes partes pudendas de l¨¢tex que saltaban por mi escritorio, me di cuenta de que no estaba en posici¨®n de hacer ning¨²n comentario sobre gustos. A¨²n as¨ª, en nombre de la ciencia me concentr¨¦ en la imagen de Alexa que aparec¨ªa en pantalla, e intent¨¦ mostrarme sexy. "Me est¨¢s volviendo loco", le dije.
"?De verdad?", me respondi¨®.
"No".
"Mierda".
?se fue el punto culminante de nuestro encuentro, ¨¦se y el momento en que finalmente asum¨ª que era incapaz de tener relaciones sexuales por tel¨¦fono. "Una buena experiencia sexual por tel¨¦fono consiste simplemente en hablar sobre c¨®mo te sientes", me dijo.
"Me siento rid¨ªculo", confes¨¦.
"No tiene nada que ver contigo", me dijo mientras se sub¨ªa los vaqueros por encima de las caderas. "Es simplemente que no hacemos m¨¢s que preguntarnos cuestiones t¨¦cnicas, y eso elimina el erotismo".
Incluso en el caso de que se d¨¦ un grand¨ªsimo avance tecnol¨®gico, y Alexa y yo podamos un d¨ªa consumar nuestra conversaci¨®n telef¨®nica, no creo que los teleconsoladores constituyan la pr¨®xima generaci¨®n de la pornograf¨ªa. La gente seguir¨¢ queriendo disfrutar de sus fantas¨ªas sexuales en soledad, porque incluso un robot resultar¨¢ molesto y mal intermediario, por no hablar de lo dif¨ªcil que ser¨ªa esconderlo en el caj¨®n de la ropa interior.
Y en lo que respecta al sexo aut¨¦ntico, no hay ning¨²n dispositivo tecnol¨®gico que pueda llegar a sustituir a una persona viva. Porque incluso aunque una m¨¢quina diera una sensaci¨®n aut¨¦ntica y tuviera un aspecto aut¨¦ntico, jam¨¢s podr¨ªa llegar a reproducir la verdadera emoci¨®n del sexo: el saber que otro ser humano se est¨¢ entregando libremente a ti, y que, al menos durante unos minutos, no est¨¢s solo.
Pero ?por qu¨¦ no se me ocurrir¨ªa algo as¨ª cuando ten¨ªa a Alexa al otro lado de la l¨ªnea?
? Time.
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