La revista 'Encuentro', otra haza?a cubana
Un buen indicador de la situaci¨®n en que se halla la cultura de un pa¨ªs es el n¨²mero y, sobre todo, la calidad de las revistas culturales. A excepci¨®n de algunos pa¨ªses culturalmente muy consolidados como Francia, que mantienen alguna revista casi centenaria, lo normal es una gran fluctuaci¨®n. Cada generaci¨®n, o cada escuela literaria, irrumpe en el medio cultural creando su propio medio de expresi¨®n. Al menos esto es lo que ven¨ªa ocurriendo hasta finales del siglo XX, pero las cosas est¨¢n cambiando muy r¨¢pidamente. Fundar no ya un peri¨®dico, sino incluso una revista cultural, resulta demasiado costoso para que lo pueda emprender un grupo de amigos. Los medios de comunicaci¨®n, desde las cadenas de televisi¨®n a la revistas culturales m¨¢s minoritarias, cada vez se concentran en menos manos con una pretensi¨®n clara de durar.As¨ª las cosas, no es noticia balad¨ª que en el verano de 1996 saliera en Madrid el primer n¨²mero de una revista, Encuentro de la cultura cubana, y que en el verano de 2000, con una periodicidad trimestral, haya aparecido el n¨²mero 16/17. Superados los primeros a?os, siempre los m¨¢s dif¨ªciles, cabe comentar no ya un proyecto, sino una realizaci¨®n que no deja de sorprender, tanto por su calidad como por las condiciones especiales en las que ha surgido y tiene que desarrollarse: el exilio cubano.
?Qu¨¦ tiene Encuentro para que, al cuarto a?o de publicarse, m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito cultural cubano del que ha surgido y al que se dirige, haya que tomar nota de su existencia? El car¨¢cter m¨¢s definitorio al que, justamente, hace menci¨®n el nombre de la revista es que trata de superar la l¨ªnea divisoria entre la cultura del interior y la del exterior, como tienden a marcar tanto el mundo castrista como el del exilio. Desde el supuesto de que tan cubana es la cultura que se hace dentro como la que se hace fuera, el objetivo principal es crear un medio de comunicaci¨®n que los relacione. Los de dentro se amarran a la idea de que la cultura cubana se hace all¨ª donde vive la mayor¨ªa de la poblaci¨®n en su propio medio; los de fuera, que all¨ª donde haya libertad para que cuaje. Toda dictadura -y s¨®lo las dictaduras producen un exilio pol¨ªtico, y cuanto m¨¢s f¨¦rreas, m¨¢s numeroso- pretende aislar del exterior a la poblaci¨®n sometida, sin permitir otras fuentes de informaci¨®n o de expresi¨®n cultural que las que controla. El r¨¦gimen de Castro se ha distinguido de manera muy particular por el aislamiento informativo y cultural que ha impuesto sobre la isla. El embargo norteamericano es una broma en relaci¨®n con el establecido en el interior frente a las ideas e informaciones que provengan de fuera. En el llamado "periodo especial" no s¨®lo las publicaciones siguen padeciendo la misma censura estricta de etapas anteriores, sino que la falta de papel las ha hecho casi desaparecer. Cuba se enorgullece de haber acabado con el analfabetismo -el 19% de la poblaci¨®n en 1959-, pero no ha conseguido sino universalizar uno funcional: escasea el material escrito de tal forma que leer se ha convertido en un privilegio de muy pocos. A su vez, el exilio desconf¨ªa de todo aquel que escribe en Cuba, al tener que amoldarse a las condiciones que impone la censura. En determinados c¨ªrculos, cualquier intelectual o escritor que haya permanecido en la isla es sospechoso de castrismo, por lo menos uno pasivo, imprescindible para poder sobrevivir. Los exilados espa?oles que conoc¨ª en los a?os sesenta en M¨¦xico y Francia tambi¨¦n miraban con recelo a los que ven¨ªamos del interior, y sobre todo a los exilados que mantuvieran el menor contacto con la Espa?a de Franco.
Pues bien, Encuentro intenta romper con el principio de exclusi¨®n de unos y otros y publica lo escrito en la isla o en el exilio sin atender m¨¢s que a la calidad. En la presentaci¨®n que encabeza el primer n¨²mero se dice que "una de las circunstancias m¨¢s lamentables de la actualidad nacional es el recurso de dividir a la poblaci¨®n cubana en dos bandos que suelen ser presentados como irreconciliables: el de los que viven en la isla y el de los que lo hacen en el exilio. No obstante, resulta evidente que la cultura cubana es una, y que aun en las circunstancias m¨¢s dif¨ªciles ha manifestado su vitalidad". En mostrar que existe una sola cultura cubana consiste la misi¨®n m¨¢s importante de una revista cultural que nace con la voluntad de mantener a todo trance esta unidad.
Propiciar el encuentro entre los de dentro y los de fuera como ¨²nica forma de reforzar la unidad de la cultura nacional, creando as¨ª las condiciones para una futura convivencia en paz y democracia, exige romper con la politizaci¨®n extrema de los unos y de los otros. Tal vez el mayor acierto haya consistido en emplazar la pol¨ªtica en la dimensi¨®n que le corresponde en una revista cultural. Ni una despolitizaci¨®n absurda, como si los intelectuales y artistas s¨®lo debieran ocuparse de los valores eternos, como predicaba Julien Benda, cuando reflexionar sobre la realidad pol¨ªtica y social es una obligaci¨®n inexcusable de una revista cultural, ni tampoco una politizaci¨®n de partido o de bander¨ªa a favor o en contra del r¨¦gimen establecido, filtrando con criterios sectarios cualquier manifestaci¨®n art¨ªstica o intelectual.
Encuentro asume una posici¨®n claramente democr¨¢tica, incompatible con cualquier forma de dictadura, pero concibe su funci¨®n no en apoyar una corriente determinada en pol¨ªtica o literatura, sino en acoger en su seno la controversia y el debate, sin que le sea ajeno campo alguno, de la poes¨ªa a la pol¨ªtica, de la ecolog¨ªa a las artes pl¨¢sticas, de la m¨²sica a la historia. La mayor presencia de algunos g¨¦neros, la literatura y el ensayo, depende no tanto de los criterios selectivos de la direcci¨®n, interesada sobre todo en publicar calidad, como de la producci¨®n cultural de los cubanos en un momento especialmente dif¨ªcil de la realidad nacional, sin otra perspectiva a corto plazo que la muerte del dictador y la incertidumbre de lo que venga. Pese a ello, Cuba est¨¢ viviendo un momento especialmente fruct¨ªfero en la creaci¨®n literaria. El director de Encuentro, Jes¨²s D¨ªaz, fil¨®sofo, novelista, cineasta en Cuba, con experiencia en la edici¨®n de revistas, desde El Caim¨¢n Barbudo a Pensamiento Cr¨ªtico, exilado desde 1991, primero en Alemania y luego en Madrid, en la presentaci¨®n de un dossier dedicado a Cuba que publica La Nouvelle Revue Fran?aise en el n¨²mero de enero de 1999, insiste en la paradoja de que la literatura cubana est¨¦ viviendo uno de sus mejores momentos, cuando en la isla no ya s¨®lo falta la libertad, sino hasta la imprescindible base material, al no quedar ya revistas ni casas editoriales en las que publicar. Esta carencia absoluta lleva a los j¨®venes escritores a buscar una salida en el extranjero, sabiendo que para que sus libros sean impresos tienen que alcanzar una calidad que sobrepase con creces la normal. En Espa?a, Abilio Est¨¦vez y Leonardo Padura lo han conseguido con cierto ¨¦xito.
Encuentro se justifica plenamente por ofrecer una plataforma al pensamiento cr¨ªtico y a la literatura inconformista que surja en la isla o en el exilio, que es, justamente, lo que legitima a cualquier revista cultural, se publique donde se publique. De manera extraoficial circula en Cuba, y los cientos de ejemplares que logran colarse se leen con especial avidez no s¨®lo porque no haya otras opciones, sino sobre todo porque no se agota en la cr¨ªtica del r¨¦gimen -est¨¢ muy lejos de ser un panfleto anticastrista-, sino que parte de una idea global de la cultura cubana que incluye la etapa especialmente rica que precedi¨® a la Revoluci¨®n, que los cubanos del interior ignoran, pero tambi¨¦n lo que se ha escrito de valor dentro y fuera de la isla, aplicando un solo criterio, su contenido est¨¦tico o intelectual, y no la ideolog¨ªa pol¨ªtica en que se sustente. El que haya podido surgir una revista como Encuentro resulta inconcebible sin la tradici¨®n anterior a 1959; sin Revista de Avance, que se public¨® hasta 1933, en la que escrib¨ªan Jorge Ma?ach, Juan Marinello y Alejo Carpentier; sin Or¨ªgenes, menos abierta a los temas pol¨ªticos y sociales, en realidad una gran revista po¨¦tica, en la que escribieron Jos¨¦ Lezama Lima, su verdadero esp¨ªritu rector, Cintio Vitier, Virgilio Pi?era, Fina Garc¨ªa Marruz, Eliseo Diego. La vitalidad actual de la cultura cubana en uno de los momentos m¨¢s tr¨¢gicos de la historia de la Rep¨²blica se explica por un pasado cultural que vale la pena conocer dentro y fuera de Cuba.
Ignacio Sotelo es catedr¨¢tico excedente de Sociolog¨ªa.
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