Atropello a los diab¨¦ticos
Mi hijo es diab¨¦tico desde los 8 a?os. En este momento tiene 13 a?os, es decir, lleva 5 a?os inyect¨¢ndose insulina un m¨ªnimo de tres veces al d¨ªa todos los d¨ªas del a?o. Las inyecciones de insulina se realizan por v¨ªa subcut¨¢nea, por lo que el tama?o de las agujas y jeringas no debe superar una longitud determinada, de forma que el paciente no se vea obligado a inyectarse de forma oblicua con el consiguiente riesgo de hacerlo de manera inadecuada. Y m¨¢s a¨²n trat¨¢ndose de un ni?o, cuya masa muscular es bastante inferior a la de un adulto.En las ¨²ltimas semanas han comenzado a repartir, no s¨¦ si de forma generalizada pero s¨ª al menos en el ambulatorio que me corresponde, un tipo de jeringuillas completamente diferente al que se hab¨ªa estado suministrando hasta entonces, tanto en la longitud como en el grosor de las agujas. Las jeringas anteriores son de la marca B-D Microfine, de los laboratorios Becton Dickinson, de un mililitro y con una aguja de un grosor de 0,30 mil¨ªmetros y 8 mil¨ªmetros de longitud, id¨®neas para las inyecciones de insulina. Las "nuevas" agujas son mucho m¨¢s largas y gruesas, por lo que cada vez que hay que pincharse, y como ya he comentado anteriormente, esto sucede tres veces al d¨ªa, y m¨¢s teniendo en cuenta que mi hijo no est¨¢ precisamente gordo, digo que el hecho de pincharse en estas condiciones es casi una tortura.
Su m¨¦dico de cabecera ya pidi¨® el cambio de dichas agujas, pero le fue denegado. Ante mi reiterada protesta, me informaron en el ambulatorio de que deb¨ªa dirigir un escrito a la Direcci¨®n de la Gerencia de la Seguridad Social solicitando el cambio de las jeringas.
As¨ª lo he hecho, y la respuesta que he recibido me ha dejado at¨®nita. Me dicen que existe un tr¨¢mite administrativo que les impide hacer compras inmediatas, y que no les es posible efectuar el cambio en este momento, sin que me den una fecha en la que este problema quede resuelto.
Los avances de la t¨¦cnica han permitido reducir al m¨ªnimo, tanto en grosor como en longitud, las agujas, increment¨¢ndose la calidad de vida del diab¨¦tico. Me gustar¨ªa pensar que todo esto es un error en el susodicho tr¨¢mite administrativo, pero no puedo por menos que sospechar que se trata de un intento m¨¢s de abaratar costes a costa de la salud del enfermo. Y, sinceramente, me parece inmoral.
Mis recursos son limitados, pero estoy dispuesta a llegar a donde haga falta. He vuelto a escribir a la Seguridad Social, y les escribo esta carta con la esperanza de que alguien, con m¨¢s poder que yo, se haga eco de este atropello al que se ven sometidos los diab¨¦ticos.- Bel¨¦n Cruz Plaza.
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