Oportunidad de excepci¨®n (1)
La vuelta a la normalidad en el socialismo de este pa¨ªs se inicia con el 35 Congreso del PSOE. Se cierran las p¨¢ginas de excepci¨®n y se abren nuevas perspectivas para militantes y simpatizantes socialistas, y, lo que es m¨¢s importante, para la sociedad. El resultado constituy¨® un alivio para todos los dem¨®cratas y progresistas, y la l¨®gica preocupaci¨®n para quienes, desde los buenos deseos y las l¨¢grimas de cocodrilo, apostaron siempre por la autodestrucci¨®n de los socialistas.Preocupaci¨®n, ¨¦sta ¨²ltima, que se acrecentar¨¢ en los pr¨®ximos meses, y se agudizar¨¢ en el horizonte electoral de 2003/2004. Al giro org¨¢nico y de ideas de julio de 2000 se agregar¨¢n las papeletas de voto locales y auton¨®micas, seguidas de las generales. Incluso antes, cuando la propuesta de progreso de Catalu?a, o de Euskadi, propicie el cambio que sociedades maduras ya han alentado. A los nuevos electores y a los electores de la lealtad hist¨®rica se les sumar¨¢n aquellos que desertaron de modo provisional, en una prueba de confianza renovada en una organizaci¨®n que sabe y es capaz de metabolizar los errores propios, y sin catarsis dram¨¢ticas, aceptar la singularidad democr¨¢tica de los cambios tranquilos, compartidos. Los cambios que entiende la nueva ciudadan¨ªa. La clave como siempre resulta ser sencilla. Ejercicio de humildad respecto de los errores, se?alamiento de los ajenos que la autoflagelaci¨®n olvid¨®, y despliegue de los aciertos que los hubo, y los hay en abundancia. Un ejercicio de memoria, principio b¨¢sico para la formulaci¨®n de nuevas propuestas, para subrayar el acierto de las que hubo en su momento.
La derecha aunque se disfrace de centro, derecha se queda. Conduce a la desigualdad, al ensanchamiento del abismo de la desigualdad. Al recorte de la libertad, y a la institucionalizaci¨®n de la insolidaridad. El ant¨ªdoto no es otro que el que reclama la raz¨®n: m¨¢s igualdad, m¨¢s solidaridad, y todo ello con m¨¢s libertad. Reclaman la raz¨®n y los nuevos valores de una sociedad progresista y joven. No son aspiraciones novedosas. Se trata tan solo de cerrar un par¨¦ntesis, tan prolongado que ha sorprendido a sus perpetradores, y tan innecesario como nefasto que conviene cerrar.
Est¨¢n disponibles las ideas y el instrumento, las resoluciones del 35 congreso del PSOE, las que discutir¨¢n los delegados del IX Congreso del PSPV, y el propio PSOE y PSPV.
Las elecciones de 2004, si nadie las anticipa, dependen de factores asimismo sencillos. Recuperaci¨®n del voto urbano, de las ciudades medias a las ¨¢reas metropolitanas: la gesti¨®n de lo cotidiano inmediato despu¨¦s de la oleada transformadora de los ochenta. Reivindicar lo hecho, a partir de d¨¦ficits abismales, no remedia nuevas necesidades que la derecha no sabe, ni puede, satisfacer. Hay un tr¨¢nsito que va de s¨²bdito a ciudadano, y discurre m¨¢s tarde hacia el contribuyente y el consumidor. Este tr¨¢nsito genera la exigencia de seguridad, de empleo, de servicios personales, de cultura, con alcance y cobertura para toda la ciudadan¨ªa. La propuesta local ser¨¢ la clave en las pr¨®ximas confrontaciones electorales.
Esto es, la devoluci¨®n de los poderes a los ciudadanos. En un contexto de cultura global que exige la identidad, el referente inmediato, de la ciudad al territorio.
Aqu¨ª y ahora el territorio se ha organizado en t¨¦rminos pol¨ªticos, en autonom¨ªas. El estado centralista y autoritario se revel¨® al cabo in¨²til. Espa?a es hoy un estado plural, multicultural, y en raz¨®n de cambios que muro alguno lograr¨¢ contener, multi¨¦tnica. La devoluci¨®n de los poderes a la ciudadan¨ªa ser¨¢ tambi¨¦n la devoluci¨®n de los poderes al territorio. Desde una perspectiva solidaria, de cohesi¨®n, de igualdad efectivas, que es la propuesta de progreso que proponen los socialistas. Con ejemplos, bien claros, desde el agua a las infraestructuras, desde el acceso a la educaci¨®n y la salud, a la asistencia a todos los ciudadanos ante la Ley. Todo ello mientras se empuja con decisi¨®n el nuevo marco supraestatal, la Uni¨®n Europea, los elementos de pol¨ªtica exterior y de seguridad comunes. Estado, al fin, garante de la igualdad y de la libertad de sus ciudadanos y ciudadanas.
Recuperaci¨®n de la confianza, en el sentido de responsabilidad compartida por la sociedad. Este objetivo cuenta con un nuevo liderazgo en su instrumento, el partido socialista y su nueva direcci¨®n federal. Este objetivo contar¨¢ en pocas semanas con el instrumento y el liderazgo capaces de emprender la senda de la devoluci¨®n en la Comunidad Valenciana. La etapa m¨¢s larga de modernizaci¨®n y progreso que han vivido Espa?a y la Comunidad Valenciana, han sido producto del esfuerzo de sus ciudadanos y de los sucesivos gobiernos liderados por los socialistas a escala local, auton¨®mica o estatal.
Esta memoria la tienen los ciudadanos. El cambio de julio de 2000 ha sido percibido por la ciudadan¨ªa. Y lo sienten como amenaza quienes vieron en la decadencia socialista la tierra de sus oportunidades para reverdecer viejos privilegios o para lanzarse con avidez al expolio. Con avidez, pues juzgaron breve el tiempo que se les ha regalado... De ah¨ª el apremio con que ocuparon los medios de comunicaci¨®n, sin control democr¨¢tico alguno; la rapidez con que se propusieron liquidar los esfuerzos de generaciones enteras en amigables subastas de bienes y derechos p¨²blicos. Apremio pol¨ªtico, de quienes temen que la recuperaci¨®n iniciada en julio acabe con sus voraces apetencias.
Las elecciones de 2004 dependen de los resultados que se obtengan, para la nueva izquierda plural liderada por los socialistas, en las ciudades valencianas, en la Comunidad Valenciana, y en Madrid. Los pasos adelante, bajo nuevas formulaciones ya los diera Catalu?a, y siguieron Baleares, Asturias y Arag¨®n. La eficaz lealtad de Andaluc¨ªa, de Extremadura, de Castilla-La Mancha, constatan la ¨ªntima ligaz¨®n de una renovada esperanza. La cuota urbana y territorial de las comunidades cr¨ªticas constituir¨¢ el peso que incline la balanza de la que pende la posibilidad de reemprender el camino que se interrumpi¨® en Espa?a en 1996.
Ricard P¨¦rez Casado es diputado socialista por Valencia.
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