'Caso Cavallo': nuevo golpe a la impunidad
El hasta hace pocas fechas director del Registro Nacional de Veh¨ªculos de M¨¦xico, Ricardo Miguel Cavallo, era algo m¨¢s que el alto ejecutivo que aparentaba ser. En realidad era un ex oficial de la Armada Argentina -capit¨¢n de corbeta retirado- que tuvo amplia participaci¨®n en las torturas y asesinatos cometidos por la dictadura militar que asol¨® la sociedad argentina entre 1976 y 1983.Su primer problema surgi¨® cuando cinco personas, ex presos pol¨ªticos argentinos que pasaron por sus manos, le identificaron como uno de los principales torturadores que actuaban en la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada (la siniestramente c¨¦lebre ESMA) entre los a?os 1977 y 1980, bajo los sobrenombres circunstanciales de Miguel ?ngel, S¨¦rpico, Ricardo y Marcelo. Su segundo problema se produjo cuando el semanario mexicano Reforma decidi¨® publicar su fotograf¨ªa junto a la denuncia de sus antiguas v¨ªctimas, se?al¨¢ndolo como su torturador.
El tercer problema de Cavallo permanec¨ªa aparentemente dormido en los archivos de nuestra Audiencia Nacional, pues su nombre no figuraba en la lista de 48 militares argentinos cuya detenci¨®n pidi¨® en su momento el juez Baltasar Garz¨®n, y tampoco aparec¨ªa en la lista de los 98 procesados por ¨¦ste en auto judicial anterior. Pero s¨ª que figuraba -bajo el nombre de Miguel ?ngel Cavallo- entre los 196 militares imputados en mayor o menor grado dentro de la misma causa, abierta en el Juzgado Central de Instrucci¨®n n¨²mero 5 de dicha Audiencia por delitos de genocidio, terrorismo y torturas cometidos bajo la dictadura de las Juntas Militares argentinas. Si bien el procesamiento de Cavallo no hab¨ªa sido dictado a¨²n, su nombre, sus datos y sus presuntos delitos eran ya conocidos por la justicia espa?ola a trav¨¦s de dicha causa penal.
Pero el cuarto problema de Cavallo, el m¨¢s amenazador y efectivo, empez¨® a activarse a miles de kil¨®metros de M¨¦xico (en Madrid y Buenos Aires), cuando la admirable Asociaci¨®n Argentina pro Derechos Humanos de Madrid, advertida desde M¨¦xico de la presencia y verdadera identidad del sujeto en cuesti¨®n, se puso a actuar con fulminante rapidez. Junto con otra serie de personas e instituciones, que participan conjuntamente como acusaci¨®n popular en la citada causa, este benem¨¦rito conjunto de luchadores contra la impunidad se puso a actuar en una triple direcci¨®n.
Por una parte, en Madrid, acumulando los datos disponibles contra Cavallo y estableciendo inmediato contacto con el magis-trado sustituto del juez Baltasar Garz¨®n (ausente en sus ¨²ltimos d¨ªas de vacaciones), con objeto de poder cursar cuanto antes a M¨¦xico la correspondiente orden de detenci¨®n. Por otra parte, se establec¨ªan r¨¢pidos contactos con las organizaciones de derechos humanos de Buenos Aires, tratando de confirmar datos, imputaciones e identidad del interesado. En tercer lugar, y de forma simult¨¢nea, se hac¨ªan gestiones con M¨¦xico, tambi¨¦n en una doble direcci¨®n: con las autoridades policiales y judiciales, instando la r¨¢pida detenci¨®n del imputado, y con la revista Reforma, tratando de retrasar la publicaci¨®n de la denuncia lo m¨ªnimo suficiente para dar tiempo a esa detenci¨®n, evitando la fuga que, previsiblemente, se producir¨ªa con toda rapidez a partir del momento de la publicaci¨®n, como as¨ª fue.
El resultado de esta carrera contra el reloj se decant¨® por cuesti¨®n de minutos, si se nos permite la expresi¨®n, y con ayuda -todo hay que decirlo- de un ben¨¦fico azar, que esta vez se puso del lado de la justicia y no de la impunidad. Siendo imposible retrasar la salida de un semanario m¨¢s all¨¢ de un cierto l¨ªmite, ¨¦ste se distribuy¨®, y Cavallo, vi¨¦ndose en serio peligro ante la naturaleza de aquella informaci¨®n, se apresur¨® a tomar el primer avi¨®n hacia el ¨²nico refugio que consider¨® seguro: su propio pa¨ªs, donde las leyes de obediencia debida y punto final siguen ofreci¨¦ndole la coraza protectora que no podr¨ªa encontrar en ning¨²n otro lugar.
Su vuelo hacia Buenos Aires despeg¨® antes de que la polic¨ªa pudiera proceder a su captura. Pero he aqu¨ª que aquel vuelo inclu¨ªa una breve escala en Canc¨²n, y fue all¨ª, en el extremo oriental de M¨¦xico, donde el fugitivo fue capturado por la polic¨ªa federal. En realidad, no deja de ser otra saludable forma de justicia el que, cuando tantas personas e instituciones, actuando en tantos lugares y a tanta distancia, ponen su apasionado esfuerzo, su com¨²n ilusi¨®n y su tenaz prop¨®sito en el logro de una meta justa, ¨¦sta se vea favorecida de alguna manera por la buena suertre. De hecho, as¨ª ha sido en esta ocasi¨®n.
Para colmo de desgracias acumuladas por el antiguo marino, pronto emergi¨® para ¨¦l un quinto problema, y no precisamente trivial: la justicia francesa, al conocer su detenci¨®n, ha dado a conocer su reclamaci¨®n sobre el mismo sujeto, al que se imputa su participaci¨®n en la muerte de varios ciudadanos franceses, entre ellos las dos monjas Alice Domon y L¨¦onie Duquet, cuyo secuestro y desaparici¨®n en Buenos Aires en diciembre de 1977 le vali¨® al bien conocido capit¨¢n Alfredo Astiz -entonces tambi¨¦n teniente de fragata como Cavallo- el ser finalmente juzgado en rebeld¨ªa y condenado a prisi¨®n perpetua en 1990 por la Cour d'Assises de Par¨ªs. Condena en ausencia cuyos efectos Astiz ha podido eludir permaneciendo sin salir nunca de su pa¨ªs. Harto distinta puede ser la suerte de su colega y compa?ero de promoci¨®n, tras su procesamiento ya dictado por el juez espa?ol, con fines de posterior extradici¨®n.
El hecho de que en la citada causa judicial espa?ola y en el CELS de Buenos Aires aparezca el nombre de Miguel ?ngel Cavallo y no el de Ricardo Miguel produjo dudas iniciales sobre la coincidencia de identidades. Sin embargo, las ¨²ltimas investigacio-nes de Interpol han establecido que su verdadero nombre es Ricardo Miguel, mientras que Miguel ?ngel fue uno de los varios alias utilizados en aquellos a?os por el torturador. En cualquier caso, es la misma persona, seg¨²n acredita la coincidencia de su n¨²mero de identidad en el archivo del CELS y en los documentos tramitados en M¨¦xico por el departamento de inmigraci¨®n.
Se trata, pues, del mismo individuo conocido como S¨¦rpico, jefe de uno de los temibles "grupos de tareas" de la ESMA. "Ten¨ªa la sonrisa helada", recuerda una de sus v¨ªctimas. "Fue ¨¦l quien tortur¨® personalmente a Telma Jara, una sexagenaria que a¨²n sufre las secuelas", se?ala uno de los testigos. "Lo recuerdo demasiado bien. S¨®lo hay una forma de que no sea ¨¦l: que tenga un hermano gemelo", ha dicho otro de los torturados. "Era un aut¨¦ntico ide¨®logo de la tortura, y m¨¢s de una vez present¨® notas e instrucciones a sus subordinados sobre c¨®mo lograr una mayor eficacia en la presi¨®n f¨ªsica y ps¨ªquica sobre los interrogados", precisa otro superviviente de la ESMA.
?Qu¨¦ significa la detenci¨®n y posible extradici¨®n de este acreditado (aunque todav¨ªa presunto) torturador? Significa demasiadas cosas y demasiado importantes como para ser omitidas en el contexto de los importantes aconteci-mientos que en estos ¨²ltimos a?os nos ha deparado la larga lucha contra la impunidad. Para empezar por lo m¨¢s obvio, pero no por ello menos necesario, hechos como ¨¦ste significan la constataci¨®n de algo que nadie deber¨ªa olvidar: que las atrocidades de la ESMA y de otros antros de la represi¨®n -torturas, violaciones, saqueo de bienes, asesinatos, lanzamiento al mar de cientos de personas narcotizadas- no fueron perpetradas por un grupo de diab¨®licos fantasmas inmateriales, surgidos de ultratumba, sino por un grupo de sujetos de carne y hueso, vivos y concretos, con nombres, apellidos y graduaci¨®n militar.
Este episodio significa tambi¨¦n, una vez m¨¢s, la prueba de hasta qu¨¦ punto erraron aquellos que, ante el primer auto judicial espa?ol (1996) contra algunos caracterizados represores de la dictadura argentina, lo calificaron de "brindis al sol", "gesto est¨¦tico de nula efectividad", etc¨¦tera. Est¨¦tico, s¨ª. Etico, tambi¨¦n. Inefectivo, de ninguna manera. Tanto el general Pinochet como ahora el capit¨¢n Cavallo pueden dar testimonio de esa supuesta "inefectividad".
Otro dato significativo es el hecho de que un pa¨ªs como M¨¦xico -m¨¢s bien reacio hist¨®ricamente a capturar fugitivos de otros pa¨ªses que los reclaman- se alinea, con esta detenci¨®n, entre los pa¨ªses comprometidos en la lucha contra la impunidad, cuando las imputaciones entran en el campo de los cr¨ªmenes contra la humanidad. Por otra parte, su condici¨®n de pa¨ªs firmante del Convenio contra la Tortura de 1984 le obliga a este tipo de colaboraci¨®n internacional.
Este caso sirve igualmente, en su aspecto m¨¢s negativo, para que la Fiscal¨ªa de la Audiencia Nacional manifieste una vez m¨¢s su postura, adversa a la jurisdicci¨®n espa?ola en este tipo de casos, ignorando el fallo hist¨®rico de la Sala de lo Penal de la misma Audiencia Nacional, que por unanimidad de sus 11 magistrados ratific¨® la jurisdicci¨®n de la justicia espa?ola para perseguir los delitos contra la humanidad cometidos por las dictaduras militares de Argentina y Chile (autos de 4 y 5 de noviembre de 1998).
Pero quiz¨¢ el m¨¢s significativo dato derivado del caso Cavallo sea la constataci¨®n de que existe ya un entramado de personas, grupos, instituciones y centros de documentaci¨®n, extendidos por una serie de pa¨ªses, que permanecen atentos y con sus antenas bien activas, dispuestos a detec-tar, denunciar eficazmente y hacer posible la captura de aquellos caracterizados delincuentes que consiguieron eludir la acci¨®n de la justicia en su pa¨ªs y viajan despreocupadamente fuera de ¨¦l. Recordemos tambi¨¦n el reciente caso del mayor argentino Jorge Olivera, descubierto en Italia, detenido y pendiente de extradici¨®n a Francia, cuya justicia le reclama por delitos contra ciudadanos franceses cometidos durante la represi¨®n militar en su pa¨ªs.
Algunas veces la corta, imperfecta y muy limitada justicia de los hombres, sobreponi¨¦ndose a esa limitaci¨®n, consigue alargar su brazo y atenazar por el pescuezo a alg¨²n detestable criminal que se consideraba por encima y a salvo de tal posibilidad. Todav¨ªa no sucede muchas veces, pero cuando ocurre nos hace ver que los esfuerzos contra las muy poderosas fuerzas que generan, propi-cian y mantienen la impunidad, lejos de ser in¨²tiles, arrojan sus frutos. Nuevamente, la impunidad estamental, tradicional, hist¨®rica, todav¨ªa fuerte y resistente, ha recibido otro golpe no despreciable, y, previsiblemente, habr¨¢ de recibir muchos m¨¢s..
Prudencio Garc¨ªa es consultor internacional de la ONU e investigador del INACS
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