Migraciones y migrantes: por un plan nacional
Una de las ventajas que tiene esto de la sociedad global es que nos enteramos de que hay problemas que afectan m¨¢s o menos por igual a muchos pa¨ªses de nuestro entorno. Por ejemplo, si est¨¢ uno abonado a uno de los canales por sat¨¦lite, se puede contemplar casi en directo la llegada de buques fantasmas cargados de emigrantes kurdos a las costas del sur de Italia, o el apresamiento de marroqu¨ªes y subsaharianos hacinados en pateras en las playas de Tarifa. Tambi¨¦n nos enteramos de la existencia de violencia racista en la Alemania unida, o de los conflictos en el sistema educativo franc¨¦s provocados por las creencias religiosas de las distintas comunidades.La emigraci¨®n se ha convertido en uno de los grandes problemas de nuestro tiempo para los pa¨ªses desarrollados. Esto no es algo nuevo en la Historia, ya que siempre toda la zona de prosperidad ha sido invadida por los pobres de su entorno. La diferencia puede estar en que antes las invasiones ven¨ªan acompa?adas por los ej¨¦rcitos y hoy d¨ªa los invasores vienen con lo puesto. En todo caso, no obstante, las invasiones acaban produci¨¦ndose m¨¢s pronto o m¨¢s tarde, siempre que no se logre una cierta igualaci¨®n de las condiciones de vida entre las zonas lim¨ªtrofes. Se podr¨¢ retrasar algo el acontecimiento, pero al final, si no se ponen otros remedios, los b¨¢rbaros acaban invadiendo el Imperio Romero.
Es evidente que las emigraciones no s¨®lo se producen porque haya penurias y escasez de horizontes vitales en los pa¨ªses de origen, sino tambi¨¦n porque hay necesidades de mano de obra, de profesionales de diverso tipo, en los pa¨ªses de destino. Europa lleva decenios reclutando emigrantes, entre ellos much¨ªsimos espa?oles e italianos. Ahora, somos los italianos y los espa?oles los que los recibimos. Estamos en la misma fase por la que otros pa¨ªses han pasado antes que nosotros.
La diferencia fundamental entre nuestra situaci¨®n actual y la situaci¨®n de otros pa¨ªses que pasaron por ella anteriormente es el mayor compromiso con la defensa de los derechos humanos. Cualquier legislaci¨®n contempor¨¢nea que regule el fen¨®meno migratorio ha de partir, en consecuencia, del reconocimiento, defensa y procura de unos derechos b¨¢sicos para todo emigrante, por el hecho de ser persona. Existen unos l¨ªmites que no se pueden rebajar, s¨ª; pero, adem¨¢s, hay otros problemas, como son la posibilidad de que se produzcan flujos migratorios excesivos; como es el tr¨¢fico de personas, o como es la necesidad de que el sistema de relaciones laborales tenga id¨¦ntica aplicaci¨®n para todos los trabajadores de un determinado territorio.
En Espa?a, por tanto, el problema no deber¨ªa reducirse a valorar si la Ley de Extranjer¨ªa es m¨¢s o menos restrictiva de los derechos humanos. Es evidente que no deber¨ªa ser restrictiva y que ese car¨¢cter no restrictivo deber¨ªa concretarse por consenso de las fuerzas pol¨ªticas. No obstante, son otros muchos los puntos en los que deber¨ªa buscarse el acuerdo y la acci¨®n conjunta.
As¨ª, por ejemplo, ser¨ªa bueno que hubiera una cierta coordinaci¨®n de las pol¨ªticas de cooperaci¨®n para con los pa¨ªses de origen de la emigraci¨®n; ser¨ªa conveniente que la fijaci¨®n de cupos se hiciera con el acuerdo de los distintos sectores y CC AA implicados; no estar¨ªa nada mal que las distintas pol¨ªticas sociales dirigidas a los inmigrantes no fueran contradictorias ni supusieran duplicaci¨®n de esfuerzos... Y as¨ª, en otras muchas ¨¢reas de actividad.
La Ley de Extranjer¨ªa exige el mayor acuerdo posible. Pero, una cosa es el acuerdo en la norma b¨¢sica reguladora de la emigraci¨®n y otra -distinta y complementaria- es la mayor cooperaci¨®n y corresponsabilizaci¨®n de toda la sociedad en el desarrollo de las pol¨ªticas para la inmigraci¨®n. Para lograr lo segundo, a lo mejor ser¨ªa bueno empezar a pensar en la elaboraci¨®n de un posible Plan Nacional de Emigraci¨®n, mediante el que se integraran esfuerzos y se superaran las estrictas divisiones competenciales entre Administraciones, porque eso no es bueno.
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