Las vacaciones del Estado
Alg¨²n malicioso podr¨ªa pensar que si el Gobierno del PP focaliza todo su discurso en el tema vasco y el terrorismo de ETA es con ¨¢nimo de desarmar a la oposici¨®n en el inevitable compromiso de lealtad constitucional. Puede que haya no poco de eso y hace bien el PSOE en tomar ciertas distancias. Pero los horrores vividos este verano exig¨ªan algo m¨¢s que una intervenci¨®n p¨²blica contundente como la que realiz¨® el presidente hace poco m¨¢s de una semana. Aznar fue tajante, incluso enf¨¢tico, en la descripci¨®n del problema. Pero fue ayuno en la oferta de soluciones, y eso, no el diagn¨®stico, es lo que los ciudadanos debemos exigir del Gobierno. La respuesta aparece ahora, en el paquete de medidas que aprob¨® el Consejo de Ministros el pasado viernes.Pues los horrores de este verano no son s¨®lo las acciones de ETA; tambi¨¦n, y lamentablemente, las omisiones del Estado. El 12 de agosto, en Bilbao, en el homenaje a los etarras muertos cuando preparaban un nuevo asesinato, tres encapuchados y miles de radicales colocaron el hacha y la serpiente de ETA junto a las fotograf¨ªas de los terroristas y tanto Otegi como Id¨ªgoras animaron a la continuidad de la violencia en una clara apolog¨ªa del terror de ETA. Nadie intervino, nadie les molest¨®; al parecer, su conducta es legal. La secuencia de cesiones y omisiones continu¨® con los homenajes sucesivos en Markina, Durango y Hernani, que implicaron la toma de posesi¨®n de la ciudad, zona liberada por ETA durante varias horas. Los periodistas, amenazados y expulsados, relataban que aquella tarde Markina era un pueblo fantasma: ventanas cerradas, ni un bar abierto, ni un paseante. "Estamos atrincherados en casa, muertos de miedo", asegur¨® uno de los vecinos. A?adamos la quema de autobuses, los insultos a los familiares de las v¨ªctimas y un largo etc¨¦tera de humillaciones que los ciudadanos sufren a diario de los violentos.
Oportunamente, el editorial de este peri¨®dico alud¨ªa hace poco a una "cultura de las cesiones" que hace que no s¨®lo la kale borroka sino incluso el terrorismo sea hoy casi gratis. No es cultura, por supuesto, sino incultura o subcultura enferma, hecha de debilidades o complicidades con el terror, y que tiene dos vertientes que se refuerzan: la de la sociedad y la del Estado. Dejemos para otra ocasi¨®n el an¨¢lisis de la perversa enfermedad moral que padece una parte de la sociedad vasca y que le lleva a confundir a un guerrero con quienes matan a mujeres por la espalda o asesinan a ciudadanos indefensos. Pues quiz¨¢s no sea menos grave, es desde luego menos comentada, y no deja de reforzar la misma enfermedad moral la incultura de las cesiones del Estado. Uno dir¨ªa que el Estado espa?ol estaba de vacaciones estas semanas de agosto, pues s¨®lo as¨ª se explica tal sarta de concesiones que atenta contra los m¨¢s importantes principios del orden pol¨ªtico, hace incre¨ªble al Estado, deja inermes a los ciudadanos y envalentona a los asesinos. El enemigo no es el PNV, a lo sumo adversario ambiguo; pero s¨ª lo es la violencia en todas sus formas.
As¨ª, cuando el presidente se?ala que el PNV "ha cruzado la l¨ªnea y est¨¢ en el otro lado" debe andar con sumo cuidado; cuanto m¨¢s carga las tintas en la irresponsabilidad del Gobierno de Euskadi, m¨¢s responsabilidad arroja sobre sus propios hombros, y no parece necesario recordarle que la Constituci¨®n prev¨¦ que, si una comunidad aut¨®noma no cumpliere las obligaciones que la Constituci¨®n u otras leyes le impongan o actuare de forma que atente gravemente al inter¨¦s general de Espa?a, el Gobierno, previo requerimiento al presidente de la comunidad y, en el caso de no ser atendido, con la aprobaci¨®n por mayor¨ªa absoluta del Senado, podr¨¢ adoptar las medidas necesarias (art.155). No estar¨ªa mal que el Gobierno revisara el ¨¦nfasis antinacionalista, que puede llevarle demasiado lejos, para impulsar el frente policial revisando al tiempo las insuficiencias del marco legal actual, todo ello, por supuesto, con el apoyo (previo, por favor) del PSOE y otras minor¨ªas. Faltan m¨¢s de dos a?os para unas nuevas elecciones en Euskadi y el lehendakari puede aguantar atrincherado. En ese tiempo la espiral de voz de los violentos, paralela a la espiral de miedo y silencio de los ciudadanos, puede haber destruido el tejido moral de Euskadi haciendo una burla de la democracia. Creo que debemos alegrarnos de que el Estado intente regresar ¨¦l tambi¨¦n de estas largas vacaciones.
e.lamo@iuog.fog.es
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