Agudeza y arte del pueblo
Andaluc¨ªa posee una rica literatura popular de la que beben muchas creaciones cultas
"Si vais para poetas, cuidad vuestro folclore. Porque la verdadera poes¨ªa la hace el pueblo. Entend¨¢monos: la hace alguien que no sabemos qui¨¦n es o que, en ¨²ltimo t¨¦rmino, podemos ignorar qui¨¦n sea, sin el menor detrimento de la poes¨ªa. No s¨¦ si comprend¨¦is bien lo que os digo. Probablemente, no". Esta aguda y desafiante recomendaci¨®n de Antonio Machado, bajo el heter¨®nimo de Juan de Mairena, ha ido ganando con el tiempo profundidad y credibilidad.Pero, sin duda, queda mucho todav¨ªa para que algunos la acepten por completo. La literatura popular, o de tradici¨®n oral, o folcl¨®rica, ha sido pasto de todas las apropiaciones indebidas, paternalismos e interpretaciones tendenciosas que imaginar se pueda. Todo, menos entender cabalmente lo que significa un acarreo de sabidur¨ªa y de arte independientes, frente a la literatura oficial o culta, tantas veces deudora de lo que dice el pueblo, aunque no siempre lo reconozca.
Mucho m¨¢s raro es lo contrario: que el pueblo beba de las producciones cultas. Dec¨ªa Vladimir Propp, el formalista ruso que en 1928 introdujo un aut¨¦ntico giro copernicano en el estudio de los cuentos populares: "El comienzo de todas las literaturas cultas es folclore traducido en signos gr¨¢ficos"; (vale decir tambi¨¦n, interpretado, reutilizado). Este principio es aplicable lo mismo a la Biblia que al Rig Veda, a Las mil y una noches que al Edipo de S¨®focles. Todos esos monumentos se basan en textos orales muy anteriores a ellos.
Tambi¨¦n sirve para un mont¨®n de comedias de nuestro teatro nacional, novelas de caballer¨ªa o picarescas, empezando por el Lazarillo, que no es m¨¢s que una colecci¨®n de antiguos cuentos populares ingeniosamente cosidos por el hilo del yo. En cuanto a letrillas para cantar, el caso de las jarchas, las cantigas de amigo, las alboradas, las serranillas, las mayas... no son sino ejemplos, que estuvieron un d¨ªa vivos, de c¨®mo el sustrato l¨ªrico de las lenguas cultas es b¨¢sicamente deudor de lo que cantaba y bailaba el pueblo llano. No al rev¨¦s.
En Andaluc¨ªa, por ser ¨¦sta una regi¨®n donde la cultura campesina se ha prolongado un poco m¨¢s que en otras partes de Espa?a, y en condiciones muy especiales y duras, ha durado tambi¨¦n m¨¢s un riqu¨ªsimo patrimonio de ingenio y de arte popular para todas las situaciones de la vida: nanas, cosquillas y pellizcos, juegos de dedos y manos, canciones infantiles de corro, comba o pasillo, retah¨ªlas para jugar o suertes de echar, prendas, adivinanzas, trabalenguas, pregones, refranes, romances, dichos, cuentos -una infinidad de cuentos-, campanilleros, coplas de carnaval, trovos, letras flamencas, canciones de marcha, rondas, letrillas de enamorados, conjuros, oraciones populares, exageraciones, comparaciones... y un largu¨ªsimo etc¨¦tera.
Es lo que podr¨ªamos denominar literatura de la autonom¨ªa est¨¦tica, filos¨®fica y moral del pueblo, muchas veces con acusadas tendencias libertarias, anticlericales y paganizantes. Literatura celosa, por tanto, de su car¨¢cter a menudo transgresor y heterodoxo, y que por ese motivo escap¨® con frecuencia a la mirada insolente o paternalista del erudito, o no trascendi¨® desde colecciones meramente etnogr¨¢ficas.
Una espesa capa de prejuicios pesa sobre esta literatura, que van desde creer que se trata de una antigualla fosilizada e irrecuperable a muy poco conveniente desde la ¨®ptica peque?o-burguesa. Pi¨¦nsese que ya a los hermanos Grimm -que part¨ªan de la extravagante premisa de que Dios habla a trav¨¦s de la cultura popular- se les oblig¨® a eliminar y suavizar muchos cuentos de su colecci¨®n a partir de la segunda edici¨®n, la de 1812. Tambi¨¦n nuestros Fern¨¢n Caballero o Juan Valera, entre los escritores costumbristas y realistas, derramaron una mirada benevolente sobre estos tesoros de ingenio, pero a menudo tergiversando, silenciando o adaptando a su ideolog¨ªa conservadora las aut¨¦nticas producciones del pueblo andaluz.
Hubo que esperar a los fundadores de El Folklore Andaluz (1881), con Machado y ?lvarez, Dem¨®filo, a la cabeza, para empezar a ver el fen¨®meno de muy distinta manera. Lo malo es que la corriente cient¨ªfica introducida por aquellos peligrosos librepensadores, herederos del esp¨ªritu revolucionario de 1868, se interrumpi¨® bruscamente, tras ser borrados de las piedras p¨²blicas por la biempensante sociedad andaluza de la Restauraci¨®n. El propio Rodr¨ªguez Mar¨ªn, tras unos comienzos francamente prometedores, fue absorbido por la mentalidad y la influencia de Men¨¦ndez Pelayo y conducido posteriormente a las c¨®modas cavernas del franquismo.
Iniciamos hoy una nueva serie dentro de Ra¨ªces. En ella nos proponemos dar muestras de c¨®mo esta feraz y sagaz literatura es digna de la mayor atenci¨®n, todav¨ªa hoy, cuando desde la antropolog¨ªa cultural, las pedagog¨ªas activas, la semi¨®tica, vuelve a ser considerada como el fundamento cultural que nunca debi¨® perderse en la formaci¨®n de ni?os y j¨®venes, y que todav¨ªa se practica, incluso con g¨¦neros nuevos: Se levanta el tel¨®n, tantanes, juego del el¨¢stico, leperadas... Una compleja labor de rehabilitaci¨®n y rescate que ya practican algunos maestros e instituciones que se sienten m¨¢s cerca del pueblo. A ellos, modestamente, uniremos nuestro esfuerzo.
"Anoche tuve un sue?o"
Ser¨¢ dif¨ªcil encontrar en la literatura culta algo de mayor agudeza ontol¨®gica que este acertijo: "?Qu¨¦ cosa es / que antes de serlo lo es?" (El pescado); o de osad¨ªa teol¨®gica: "Tengo lo que Dios no tiene. / Veo lo que Dios no ve. / ?Qu¨¦ cosita es?" (Un hermano). Ingeniosos problemas de aritm¨¦tica popular -que hoy no caben- dejan bien claro el talento an¨®nimo de quien los invent¨® y divulg¨®.Y en punto a belleza l¨ªrica, raro ser¨¢ encontrar en autores cultos algo m¨¢s sutil que: "Anoche tuve un sue?o, / que si hubiera s¨ªo verd¨¢... / Que yo te estaba sortando / la sinta del delant¨¢". O aquella sole¨¢ que se convirti¨® en emblema contra la dictadura entre algunos narradores de la Generaci¨®n del 50: "Senta¨ªto en la escalera, esperando el porvenir, / y el porvenir que no llega". De Guadahortuna (Granada) llega esta nana: "Si mi ni?o se durmiera / yo le llevar¨ªa la cuna / los piececitos al sol / y la carita a la luna".
En Aracena cuatro ni?as, de dos en dos, se acercan o se alejan cantando: "Una paloma blanca / que del cielo baj¨® / con las alas doradas / y en el pico una flor, / y en la flor una lima / y en la lima un lim¨®n". Los ni?os en Almer¨ªa saltan a piola al ritmo pareado: "Periquillo el aguador /, muerto lo llevan en un ser¨®n. / El ser¨®n era de paja, / muerto lo llevan en una caja. / La caja era de pino, / muerto lo llevan en un pepino(...)".
Mandamientos del pobre
"Cuando Jesucristo vio / que la muerte se acercaba, / se ech¨® la chaqueta al hombro / y se fue pa Dos Hermanas" (o pa La Habana, en otra variante); as¨ª de desenfadada y poco respetuosa reza una letrilla que s¨®lo se atrevi¨® a recoger Rodr¨ªguez Mar¨ªn.O esta adivinanza que sirve para chasquear al macho petulante: "Gordo lo tengo /, m¨¢s lo quisiera /, que entre las piernas / no me cupiera" (El caballo). O este epigrama demoledor para los Casanova: "Mi marido es un donju¨¢n, / que t¨®s los oficios sabe. / Menos el limpiar tinajas, / que con los cuernos no cabe".
Pero tambi¨¦n hoy, en los ambientes de las quincea?eras, liberadas a espaldas de sus profesores, podemos recoger: "Dime con qui¨¦n andas... y si est¨¢ bueno, me lo mandas". O bien: "Qu¨¦ bonito es el colegio / visto desde un aeroplano. / Qu¨¦ bonito es ver caer / una bomba sobre ¨¦l / que lo deje todo plano".
Y en todas partes, a la hora de la sinceridad gozosa, el pueblo llano y soberano recita estos verdaderos "Mandamientos del pobre: El primero, ro¨¢ por el suelo: El segundo, ro¨¢ por el mundo. El tercero, no com¨¦ vaca ni ternero. El cuarto, ayun¨¢ despu¨¦s de jarto. El quinto, no beb¨¦ vino blanco ni tinto. Estos mandamientos se encierran en dos: en mat¨¢ piojos y ped¨ª por Di¨®".
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