La socializaci¨®n de Naciones Unidas
La foto de familia result¨® concurrida: 150 mandatarios del mundo entero en la Cumbre del Milenio de una ONU que cuenta ya con 189 Estados miembros, es decir casi tres veces m¨¢s que cincuenta a?os atr¨¢s. ?ste es un aspecto de la socializaci¨®n de la ONU, de la mano de la universalizaci¨®n de la forma estatal -la exportaci¨®n occidental de mayor ¨¦xito-. La supervivencia de la organizaci¨®n puede resultar sorprendente pero lo mismo ha ocurrido con tantas otras surgidas de la II Guerra Mundial. En Nueva York se han planteado muchas reformas de la ONU, pero nadie ha pedido su desaparici¨®n, pues hoy hace falta m¨¢s ONU, pero no menos; en todo caso otra ONU. Pese a sus m¨²ltiples carencias e indudables fracasos, que los ha habido -el ¨²ltimo en Timor Oriental, de donde ha retirado su personal ante los ataques de las milicias proindonesias-, la d¨¦cada que termina ha sido la mejor para la ONU y su galaxia de organizaciones subordinadas.Pero hay otro aspecto de la socializaci¨®n de la ONU que est¨¢ impulsando su secretario general, Kofi Annan, para adaptarla a los tiempos que corren de las globalizaciones y la profusi¨®n de actores en la escena internacional, mal llamada de este modo, pues no se limita a los Estados o naciones, sino que incluye ahora a empresas y ONG. Annan ha lanzado el proyecto de Global Compact, Pacto Global, de la ONU con una cincuentena de grandes empresas, ONG y organizaciones sindicales, para aplicar c¨®digos de conducta en materia de respeto de los derechos humanos, las normas de empleo (tras las cr¨ªticas, por ejemplo, al trabajo infantil), o de medio ambiente. La primera reuni¨®n se celebr¨® a finales de julio. Participan desde Nike a DaimlerChrysler, pasando por Aminist¨ªa Internacional, en lo que Annan ve como una nueva forma de "democracia participativa", esta vez supernacional. Sin embargo, algunas ONG han criticado tal paso que consideran puede legitimar a algunas empresas con pr¨¢cticas en entredicho.
La presencia supernacional de empresas no es algo nuevo. Est¨¢, de una forma u otra (como impulsores o como instrumentos) detr¨¢s de una buena parte de los colonialismos de los siglos XIX y XX, y, por ejemplo a trav¨¦s del comercio de diamantes, detr¨¢s de muchas de las guerras centroafricanas de los ¨²ltimos tiempos. Pero la participaci¨®n de empresas de enorme peso se hace necesaria cuando el valor burs¨¢til de las diez mayores multinacionales del mundo supera al PIB sumado de 150 de los 189 Estados de la ONU.
?Van a llevar estas tendencias a una privatizaci¨®n de la vida supernacional? No necesariamente. Los Estados tienden a perder poder frente a estos macroentes, aunque no de forma directa ni autom¨¢tica. Las empresas, como se?ala Nick Butler (Companies in International Relations, en Survival, verano de 2000), no buscan reemplazar al Estado, o, cabe a?adir, a un sistema de Estados internacional, pues los necesitan para funcionar. La globalizaci¨®n no puede ser simplemente anarqu¨ªa.
En algunos aspectos las grandes empresas se empiezan a tratar entre s¨ª como si fueran Estados, aplicando en sus relaciones mutuas estrategias que se asemejan a las de la diplomacia en cuanto a defensa de intereses y tomas de posiciones. M¨¢s bien lo que se apunta es la necesidad de una nueva relaci¨®n entre lo p¨²blico y lo privado a nivel internacional. Kofi Annan parece dise?ar as¨ª una tercera v¨ªa para la socializaci¨®n de la ONU; para convertirla en algo m¨¢s que una asamblea de Estados: en una organizaci¨®n y sistema con peso y valor propios, a¨²n m¨¢s que antes elemento esencial de gobernabilidad y de generaci¨®n de una conciencia universal.
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