Su se?or¨ªa est¨¢ fuera, en el parque
Cualquiera de las dos opciones posibles para escapar en caso de emergencia es un suicidio colectivo. El ascensor tiene escasas dimensiones -al margen de que no est¨¦ aconsejado su uso si se declara un incendio- y en la escalera no caben tres personas a lo ancho. No hay que olvidar que las ventanas que un d¨ªa hubieron fueron tapiadas por orden de alg¨²n genio sin que nadie recuerde muy bien el argumento que llev¨® a ello. No es extra?o que un funcionario de los m¨¢s antiguos de los juzgados de lo Social guardara entre sus cosas un pico. Con la misma sorna con la que le han preguntado durante a?os para qu¨¦, respond¨ªa ¨¦l que si un d¨ªa el fuego se hac¨ªa presa del inmueble, ¨¦l se salvar¨ªa picando la pared que comunica con el edificio de al lado, el de la Consejer¨ªa. M¨¢s de uno se ha acordado en estos d¨ªas de caos del pico escondido en la s¨¦ptima planta. Y m¨¢s de uno deambulaba ayer soltando improperios con los papeles de arriba para abajo tratando de situar la sala en la que se celebraba la vista a la que deb¨ªa asistir.
El clima de malhumor se percib¨ªa con acercarse al parterre previo a la entrada principal del edificio. Los bancos -que no de maderas nobles- estaban ocupados por defensas, acusaciones, procuradores, letrados y se?or¨ªas a la espera de entrar en la sala de actos de Bienestar Social para la celebraci¨®n de un juicio. El secretario sal¨ªa a la calle a llamar a voz en grito a los citados. Pero antes de saber que la sala de espera era al aire libre, hab¨ªa que fijarse en un cartel -l¨¦ase folio- al lado del descolorido localizador rojo y negro que lucen -en este caso deslucen- los edificios de la Generalitat. De no haberlo visto, hay que subir a la tercera planta y, tras el impacto que produce descubrir ante la puerta de los aseos una sala de vistas -en la que todos los testigos se ven y se escuchan porque es la parte ancha de un pasillo-, preguntar d¨®nde est¨¢ el juzgado n¨²mero 12, si se acierta con el interlocutor, para bajar sin demoras y acechar un hueco en los bancos del parque.
Entre tanto, los funcionarios entran y salen del edificio con fotocopias, requerimientos, comunicaciones y dem¨¢s cuyos destinatarios se diseminan entre los ¨¢rboles. Mientras los congregados protestan e intercambian informaci¨®n sobre sus causas alguno reconoce que, por suerte, ayer no llovi¨®.
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