La ley de la tele
Una de abogados. As¨ª podr¨ªamos definir La ley y la vida, serie por la que La Primera apuesta este oto?o. Con un esquema parecido al de la ac¨²stica Raquel busca su sitio, ¨¦sta se nutre de una fauna menos solidaria y con muchos malos contra unos pocos buenos. Los buenos son Toni Cant¨® y Mabel Lozano, ambos abogados y padres de una hija que intenta salvar un matrimonio que se hunde. ?l trabaja en un gran bufete mientras que ella sacia su vocaci¨®n en un despacho que le permite no desatender a su familia. Conflicto matrimonial como extensi¨®n de un problema ¨¦tico que se origina en el cambio que la edad y la ambici¨®n producen en un joven anta?o altruista.A su alrededor, buitres y serpientes que luchan por medrar. Se cuecen traiciones, se practican distintos grados de corrupci¨®n y, sin reparar en matices, se construye un argumento que obliga a los actores a salvar unos di¨¢logos que se limitan a informar m¨¢s que a entretener y que, por bien que se interpreten, no cuelan. Una pizca de denuncia, t¨®picos reactualizados (igualdad de oportunidad entre hombres y mujeres y la posibilidad de que ellas tambi¨¦n puedan ser malas y ambiciosas) y, en general, unas buenas intenciones que en su noche de estreno sufrieron el lastre de tener que lidiar con la presentaci¨®n de los personajes y el esbozo de los conflictos, algo siempre dif¨ªcil.
Si en el futuro las tramas se afianzan y ganan protagonismo los malos, la serie mejorar¨¢, siempre que no abuse de nutrirse de esta industria del d¨¦j¨¤ vu en la que se ha convertido la televisi¨®n. Sin el brillo de La costilla de Ad¨¢n, pero bebiendo de parte de su idea, La ley y la vida tambi¨¦n introduce referencias, como esa mulata pariente de la amiga expansiva de Ally McBeal, la abogada a lo Cristina Almeida o el personaje de Guillermo Montesinos, en¨¦sima versi¨®n del camarero-confesor. Tambi¨¦n hay una atractiva ayudante que se pirra por su jefe y que no dudar¨¢ en consolarlo cuando se tercie. En general, los actores est¨¢n bien y no andan gritando como si, adem¨¢s de ir bien, Espa?a fuera sorda. Quiz¨¢s por la relevancia de su personaje, destaca el trabajo de un Toni Cant¨® que, tras su paso por la comedia (7 vidas), se atreve con un papel que parecer¨ªa m¨¢s cre¨ªble en manos de un actor de m¨¢s edad y que, sin embargo, ¨¦l consigue domar.
Es, por ahora, lo m¨¢s brillante de una serie con lucha de sexos y clases, que, cambiando el orden de los factores, obtiene un resultado esclavo de lo m¨¢s previsible de un g¨¦nero que, desde Perry Mason a La ley de Los ?ngeles, pasando por Murder One, Turno de oficio o Ally McBeal, se caracteriza por innovar, algo por lo que, me temo, La ley y la vida no pasar¨¢ a la historia.
La ley y la vida logr¨® una cuota de pantalla del 25,3% y una audiencia de 3.471.000 espectadores.
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