Tentaciones peligrosas
La ya cr¨®nica crisis por la que atraviesa el PSPV, segunda federaci¨®n del PSOE por n¨²mero de militantes, ha constituido un motivo recurrente de atenci¨®n tanto dentro como fuera de la Comunidad Valenciana. Desde su paso a la oposici¨®n, las fracturas sucesivas han consolidado la impresi¨®n de que, la organizaci¨®n que durante los a?os ochenta pareciera el partido natural del gobierno en la Comunidad, lleva camino de convertirse en una soga de arena. El pasado congreso federal inici¨® un cambio de tendencia en un panorama dominado por un fraccionamiento interno y la permanente descalificaci¨®n. Sin embargo, a la primera oleada de declaraciones por parte de los socialistas valencianos tras los resultados de julio, casi todas ellas de una profundidad de an¨¢lisis de vuelo estrictamente gallin¨¢ceo, ha seguido la presentaci¨®n de un rosario de candidatos a la secretar¨ªa general cuya elecci¨®n corresponde al noveno congreso a celebrar en Alicante dentro de unos d¨ªas. De entrada, el elevado n¨²mero de aspirantes, con un discurso muy similar, induce a la perplejidad y suscita el interrogante de hasta qu¨¦ punto la situaci¨®n del PSPV hace v¨¢lida la vieja distinci¨®n establecida Max Weber entre vivir para la pol¨ªtica y vivir de la pol¨ªtica. As¨ª, la brutal y antigua m¨¢xima de quien se mueve no sale en la foto, parece haber sido sustituida por otra m¨¢s pat¨¦tica, debido a la tristeza que inspira: para salir en la foto hay que moverse. Todo parece valer, nada parece importar.Con ser preocupante, lo m¨¢s relevante no es la proliferaci¨®n de candidatos. Son las tentaciones de simplificar qu¨¦ ha estado ocurriendo en una organizaci¨®n pol¨ªtica, la mayor parte de cuyos aspirantes a dirigentes demuestran en sus declaraciones la vigencia del error al que parece condenada desde su paso a la oposici¨®n: convencidos de poseer toda la raz¨®n, piensan que su victoria ser¨¢ suficiente para resolver la totalidad de los problemas internos y recuperar a corto plazo la mayor¨ªa electoral. Aprisionado por una guardia pretoriana, cuyo poder permanece intacto y cuyas normas de actuaci¨®n se corresponden con las de los grupos de presi¨®n estudiados por Mancur Olson, la tentaci¨®n m¨¢s inmediata del pr¨®ximo congreso del PSPV-PSOE, es pretender, como algunos candidatos parecen insinuar, solucionar la crisis con grandes declaraciones, vac¨ªas de nuevos comportamientos y huecas de contenidos, como si ello fuera suficiente para resta?ar la fraccionada organizaci¨®n y recuperar la deteriorada confianza de los valencianos. Quienes esto defienden parecen querer ignorarlo todo: lo que ha venido ocurriendo en el interior del PSPV y la profunda transformaci¨®n social de la Comunidad. Una simple mirada al exterior, les demostrar¨ªa lo antiguo del descenso del apoyo electoral, reflejado en la afiliaci¨®n conservadora de los alcaldes de las grandes ciudades desde hace tiempo. El origen de la situaci¨®n no hay que buscarlo s¨®lo en lo sucedido los dos ¨²ltimos a?os. Hay que buscarlo, por un lado, en la primac¨ªa concedida a la defensa de los intereses de facci¨®n. Por otro, en su contrapartida obvia: la desatenci¨®n a las demandas concretas de unos sectores sociales cada vez m¨¢s exigentes pol¨ªticamente para quienes la divisi¨®n interna de las organizaciones pol¨ªticas es inaceptable y para quienes las proclamas nada significan. Unos sectores sin cuyo respaldo es imposible la mayor¨ªa electoral, aunque no para obtener resultados suficientes con los cuales salvaguardar, mediante el cargo p¨²blico, intereses individuales.
Una segunda tentaci¨®n es atribuir el fracaso a las personas y no a una forma de hacer pol¨ªtica, aqu¨ª y ahora, incompatible con la defensa de ideales colectivos de progreso. No se trata de minimizar el demoledor efecto sobre la cohesi¨®n interna y la credibilidad de tanto esfuerzo por aniquilar al discrepante y de tanta descalificaci¨®n, motivos de sonrojo para muchos socialistas y causas de hast¨ªo actual de no pocos ciudadanos. Pero no debiera perderse de vista ni la demostrada imposibilidad de inventar liderazgos ni el hecho evidente de que los l¨ªderes no son mejores por el simple hecho de ser nuevos. A este respecto siguen teniendo validez las palabras de Manuel Aza?a cuando afirm¨® "lo que se precisa para tomar la direcci¨®n moral e intelectual de un pa¨ªs, son prestigios y m¨¦ritos... fines y objetivos". Y unos y otros se echan en falta entre tanta guerra de guerrillas.
Lo que est¨¢ sucediendo en el PSPV no es sino el fracaso de las viejas formas de hacer pol¨ªtica demasiado tiempo permitidas; la derrota de la negativa a cambiar radicalmente las relaciones internas entre socialistas y entre el conjunto de ¨¦stos y los ciudadanos. Para recuperar la credibilidad parece necesario empezar por transformar desde una nueva concepci¨®n la propia organizaci¨®n pol¨ªtica y las relaciones de quienes, dentro de ella, propugnan alternativas y formas de actuaci¨®n distintas. Una concepci¨®n que parta de considerarla un marco de convivencia de propuestas diferentes, respetuosas y leales unas con otras, solidarias y decididas a articular alternativas para resolver los problemas de los ciudadanos desde lo que se quiere para el futuro, y no desde la confrontaci¨®n interna permanente o desde lo que ha sido o pudo haber sido. Una concepci¨®n opuesta al PSPV actual en exceso asentando en la defensa de los intereses de grupo, la exclusi¨®n de los contrarios y, ¨²ltimamente, en la mitificaci¨®n est¨¦ril tanto de los pactos contra natura como de la capacidad de cohesionar de las grandes declaraciones de principios.
Para avanzar en esa direcci¨®n integradora de las diferencias en las ideas y tolerante con los desacuerdos no sirve proclamar grandes principios que todo abarcan y nada implican. Es imprescindible transformarlos en iniciativas concretas cuya puesta en pr¨¢ctica introduzca modificaciones radicales e irreversibles en las formas de convivencia entre quienes libremente, forman parte del mismo partido pol¨ªtico. Dos ejemplos pueden servir para insinuar el arduo camino a recorrer. Por un lado, la urgencia de crear espacios estables de encuentro para el debate efectivo de esas proclamadas, y casi nunca concretadas, diferencias en ideas y en alternativas organizativas. Por otro, la necesidad de avanzar, con rigor si fuera necesario, hacia la lealtad a la organizaci¨®n, y a quien en cada momento la represente, exigiendo el fin de descalificaciones y comportamientos que cuestionan la legitimidad de cualquier direcci¨®n que no satisfaga los intereses de grupo. Junto a muchos otros, son pasos concretos, los imprescindibles, para superar el descr¨¦dito del PSPV y su inoperancia para ejercer como oposici¨®n, ante el predominio de la insolidaridad interna incompatible con cualquier proyecto com¨²n.
Parece, pues, llegada la hora de que en el congreso alguien, entre tanto candidato, ofrezca alternativas concretas para renovar organizaci¨®n, contenidos, mensajes, actitudes; en suma, para defender fines y objetivos, y encabece la imprescindible y definitiva renovaci¨®n organizativa e ideol¨®gica del socialismo valenciano. De lo contrario, a los valencianos que no conf¨ªan en la hueca palabrer¨ªa como forma de acci¨®n para avanzar hacia una sociedad m¨¢s solidaria, tolerante y democr¨¢tica sino, como mostraron Brandt, Palme, Kreisky y tantos otros, en la primac¨ªa de la acci¨®n institucional en permanente contacto con las demandas de los ciudadanos nos espera una larga traves¨ªa. Una larga traves¨ªa repleta de fracasos cuyas repercusiones no quedar¨¢n circunscritas a la sociedad valenciana.
Jordi Palafox es catedr¨¢tico de Historia e Instituciones Econ¨®micas en la Universidad de Valencia.
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