Tarz¨¢n y Docavo
El pasado lunes muri¨® Tarz¨¢n, "la primera piedra viviente del zoo de Valencia", en la inefable necrol¨®gica que le dedic¨® Ignacio Docavo, director del patronato municipal de ciencias naturales. La reducci¨®n del chimpanc¨¦ a la condici¨®n de piedra viviente dice mucho de quien ha sido su principal carcelero durante 35 de los 38 a?os de vida del primate. Basta con mirar atentamente a uno de estos animales para comprender lo que los bi¨®logos nos explican con precisi¨®n. Por sus semejanzas morfol¨®gicas, bioqu¨ªmicas, y gen¨¦ticas, el hombre pertenece al orden de los primates de la clase mam¨ªferos. Dentro de los primates, el chimpanc¨¦, el gorila y el orangut¨¢n son sus parientes m¨¢s pr¨®ximos. Los datos de comparaci¨®n de secuencias gen¨¦ticas han desvelado que hay una similitud del 98,5% entre el ADN humano y el del chimpanc¨¦ y por lo tanto, incluso entre el ADN de Tarz¨¢n y el de Docavo. Esta semejanza es mayor que la que exist¨ªa entre Tarz¨¢n y un gorila o entre un gorila y cualquiera de nosotros, por lo que los chimpanc¨¦s y los humanos compartimos un antecesor com¨²n m¨¢s reciente que ambos con los gorilas.Cualquier ni?o que vea uno de esos documentales de La 2, en los que nos muestran a un chimpanc¨¦ fabricando una peque?a herramienta para hostigar un hormiguero, o convertir un mont¨®n de hojas en una esponja con la que recoger agua para paliar la sed, intuye la proximidad evolutiva entre un chimpanc¨¦ y cualquiera de nosotros. Hace algunos a?os, los estudios sobre unos macacos en una isla japonesa permitieron observar la capacidad de un individuo joven para descubrir por su sola experiencia la ventaja de introducir en agua de mar los tub¨¦rculos de los que se alimentaban sus cong¨¦neres, para as¨ª evitar limpiarlos con las manos y adem¨¢s engullirlos sazonados. Virtudes alimenticias de las que pasaron sus compa?eros de mayor edad, pero que transmiti¨® a los m¨¢s j¨®venes que ocuparon el territorio pr¨®ximo al mar, descubriendo de paso los crust¨¢ceos y mariscos. Otros estudios han revelado que los chimpanc¨¦s poseen conciencia de su propia identidad y capacidad de computaci¨®n y pensamiento l¨®gico. Incluso se est¨¢n haciendo experimentos de ense?anza de la lengua de los sordomudos a los chimpanc¨¦s, ya que adem¨¢s de por la falta de est¨ªmulo social, posiblemente por la ¨²nica raz¨®n por la que no puedan hablar sea por una mera cuesti¨®n de laringe, al rev¨¦s que los loros (y algunos humanos) que s¨ª pueden pronunciar palabras aunque no digan nada.
Si los chimpanc¨¦s pudieran hablar hace tiempo que habr¨ªan condenado a Docavo al museo universal de la infamia, con argumentos m¨¢s evolucionados que con los que el director del patronato municipal defiende el nuevo campo de concentraci¨®n que pretende construir con dinero de la ciudad y el amparo de la alcaldesa de Valencia, Rita Barber¨¢. La muerte de Tarz¨¢n ha servido para que muchos recuerden la necesidad de cerrar de una vez para siempre ese museo de los horrores que es el zool¨®gico de Valencia.
Y un apunte final. La muerte de Tarz¨¢n ha coincidido con la presencia en Valencia del fil¨®sofo Edgar Morin. Una de las pretensiones de la obra de este gran pensador franc¨¦s ha sido enraizar lo humano en lo biol¨®gico y su animalidad, de forma que su "antropolog¨ªa compleja" hubiera sido imposible sin los modernos estudios de primatolog¨ªa a los que se refiere continuamente en sus obras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.