Un nadador de pies a cabeza
La espectacular jornada de Ian Thorpe comenz¨® con un triunfo rotundo en los 400 metros libres
Una hora antes de que la jornada alcanzara la cima en la prueba de 4x100 metros libres, Ian Thorpe hizo los deberes con la pulcritud que se le supone. Venci¨® en los 400, bati¨® el r¨¦cord mundial -3.40.59 minutos- y dio a Australia la primera medalla de oro de los Juegos. Ten¨ªa que ser ¨¦l. Hab¨ªa tanta seguridad en su victoria que la gente respondi¨® con m¨¢s cordialidad que entusiasmo. Se escucharon los gritos de "Thorpey, Thorpey", pero el chico est¨¢ acostumbrando mal a la hinchada, que necesita de emociones m¨¢s fuertes. El nadador australiano domin¨® la prueba con una comodidad absoluta, a pesar de la estupenda actuaci¨®n de Maximiliano Rossolino. El italiano bati¨® el r¨¦cord de Europa -3.43.40 minutos- despu¨¦s de protagonizar la carrera de su vida, pero tres segundos son un abismo en la piscina.No ser¨ªa extra?o que Thorpe se acerque al canon de Mark Spitz en M¨²nich 72. No podr¨¢ conseguir siete medallas porque s¨®lo participar¨¢ en cinco pruebas. Su grandeza ya est¨¢ asegurada por un diluvio de r¨¦cords mundiales y por su presencia en la primera jornada de los Juegos: dos actuaciones, dos victorias, dos plusmarcas. Lo que falta por saber es si lograr¨¢ batir el r¨¦cord del mundo en cada una de las finales en las que intervenga, como lo hizo Spitz en sus siete victorias de M¨²nich. Gan¨® por pura clase, con una frecuencia de brazada m¨¢s lenta que el resto de los nadadores, pero con una amplitud de desplazamiento que no admite comparaci¨®n.
El deporte est¨¢ ante un elegido. Los entrenadores buscan las razones de su dominio y resulta que las explicaciones son casi infinitas. Primero se hizo famoso por el tama?o de sus pies. Thorpe, que mide 1,95, calza un 54. Adem¨¢s, sus pies son tan flexibles que sus dedos tocan el tobillo cuando dobla el pie hacia arriba. Esta especie de error gen¨¦tico le sirve como motor de propulsi¨®n, hasta el punto de que sus rivales temen nadar junto a ¨¦l por las turbulencias que generan sus patadas al agua. El surafricano Ryk Neethling dijo que "era como nadar en una lavadora". Daniel Kowalski, un excelente nadador australiano en la carrera de 200 metros libres, asegura que no hay nada peor que terminar segundo y tercero en las pruebas clasificatorias, porque significa actuar en la final en la tercera y quinta calle, al lado de Thorpe y sus olas. Hace escasas semanas, Chris Carol Bremmer, capit¨¢n del equipo alem¨¢n de nataci¨®n, dio a entender que el desmesurado tama?o de los pies de Thorpe se deb¨ªa al consumo de la hormona del crecimiento, sustancia prohibida e indetectable. Esta hormona, integrada en la gl¨¢ndula pituitaria, act¨²a sobre las articulaciones, en algunos casos deform¨¢ndolas.
Este tipo de acusaciones suele ser habitual cuando aparece alg¨²n fen¨®meno de la naturaleza. Australia se indign¨® por las declaraciones del nadador alem¨¢n. Y Thorpe pidi¨® que se le hicieran todos los ¨¢nalisis posibles para desmentir la falacia. Los pies de Thorpe se han hecho famosos, pero no explican la categor¨ªa de sus marcas. Entonces se acude a la calidad de su brazada, a su innata facilidad para deslizarse casi sobre la superficie del agua, resbalando, con un rozamiento menor que la inmensa mayor¨ªa de los nadadores. Tampoco es una explicaci¨®n suficiente. En realidad, Thorpe combina cualidades f¨ªsicas imprevistas en el ser humano y una fortaleza mental que provoca la admiraci¨®n de sus entrenadores. "Es un adolescente con la cabeza de un octogenario", asegura Don Talbot, preparador del equipo australiano.
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