Arquitectos en Son Marroig BIEL MESQUIDA
Quien no haya sentido las convulsiones y los espasmos en los que la mente sensitiva se hunde bajo el efecto de la visi¨®n de un sol que deriva, ag¨®nico y hemorr¨¢gico, hacia su poniente en las entra?as del mar, no sabe nada de las adicciones que produce un paisaje. Y a?ad¨ª, tayllerandiano: ni sabe nada de la dulzura de vivir. Todo lo que explico sucedi¨® el pasado 13 de septiembre a las siete de la tarde durante la presentaci¨®n del ciclo de conferencias y debates titulado Futurismo. Imagen y realidad del turismo en las islas Baleares, organizado por el Departamento de Turismo del epif¨¢nico y resistente Gobierno balear. La invitaci¨®n me citaba en la finca Son Marroig: una possessi¨® y un belvedere hechos para el goce de los placeres de ver y de sentir la respiraci¨®n del paisaje. Adem¨¢s, este cotarro, que conmemoraba un siglo de turismo en Baleares y anunciaba un programa cultural de tres a?os, lo organizaba un consejero (y antes que consejero, amigo), Celest¨ª Alomar, de este Gobierno que tanto inquieta a la derechas puras y duras y que ha conseguido crear un verdadero debate social, local y europeo sobre el impuesto tur¨ªstico: la ecotasa. Reveladora pol¨¦mica que ha demostrado el rostro feroz -y sin ninguna intenci¨®n de hacer pa¨ªs o crear cultura- de una mayoritaria clase hotelera del capital depredador que adora el ¨ªdolo del dinero y res pus. Un Gobierno de centros izquierdas que, como se comentaba en algunos c¨ªrculos outsiders, parece un milagro en unas islas que hasta ahora controlaban totalmente los caciques de la globalizaci¨®n y ciertos caciques locales.Pero, ?y la descripci¨®n del lugar? ?Y los invitados? ?Y el desarrollo del acto? Son Marroig es una torre de defensa junto a unas casas del siglo XVII situadas en los bancales de olivos a los pies de la sierra del Teix, entre Valldemossa y Dei¨¤, sobre la bell¨ªsima pen¨ªnsula cubierta de pinares cuyo extremo es la roca que le da nombre por su forma caracter¨ªstica: Na Foradada. Fue un predio adquirido en 1870 por el archiduque Luis Salvador (no te arrepentir¨¢s, lector, si compras la biografia S'Arxiduc, de Juan March Cencillo), el cual lo convirti¨® en vivienda palaciega con salones, logias, jardines y un templete blanco de m¨¢rmol de Carrara (construido en memoria de uno de sus j¨®venes amantes) que vuela sobre las aguas cantadas por Ramon Llull, fundador en este lugar de una escuela de lenguas orientales. Desde el templete ve¨ªa como los jardines eran ocupados por arquitectos, restauradores, escritores y periodistas, representantes de asociaciones culturales, delegados de operadores tur¨ªsticos, pintores, m¨²sicos y ning¨²n hotelero. El consejero Alomar sintetiz¨® el proyecto: balance de un siglo de turismo y comienzo de un debate necesario para garantizar que el crecimiento econ¨®mico y la protecci¨®n del medio sean compatibles ("cuadratura del c¨ªrculo al cuadrado", me susurr¨® al o¨ªdo una dama esc¨¦ptica). Otra de sus intenciones es convertir esta celebraci¨®n en un foro para que "las instituciones, empresarios, artistas e intelectuales y sociedad civil en general aporten su visi¨®n sobre las nuevas tendencias del ¨¢mbito del turismo, respecto a las que Baleares habr¨¢ de situarse a la vanguardia y convertirse en un laboratorio de ideas y experimentaci¨®n" ("ante todo, se necesitar¨¢ reciclaje de la balearizaci¨®n", murmur¨® al punto un arquitecto local). El ciclo de conferencias empieza con un homenaje a Jorn Utzon, autor de la ¨®pera de Sydney, que vive y trabaja en Mallorca desde 1962 (Line Utzon, ceramista de grandes murales y pintora, me asegur¨® que su padre ya se encuentra bien tras un reciente achuch¨®n a sus 82 a?os), y proseguir¨¢ con conferencias de Frank Gehry, Rafael Moneo, El¨ªas Torres, Xavier Rubert de Vent¨®s, Fraga Iribarne y G¨¹nter Grass, entre otros.
Entre velas, el personal saboreaba embutidos mallorquines, quesos menorquines, higos, uva, ensaimada y vino de Binissalem. Los arquitectos y sus productos fueron el plato fuerte de las conversaciones: Carme Pin¨®s explicaba las electoralistas vicisitudes del parque de las estaciones de Palma y recib¨ªa a la vez parabienes y cr¨ªticas. El¨ªas Torres y J. A. Mart¨ªnez Lape?a ve¨ªan contestada su reforma del museo de Menorca, en Mah¨®n, y alabada en cambio su escalera mec¨¢nica toledana. Antoni Forteza, Isabel Llull y Pere Rabassa, arquitectos mallorquines sensibles, me manifestaban que, antes que construir edificios s¨ªmbolo de la mercadotecnia tur¨ªstica, exist¨ªan muchas urgencias como la de hacer habitables los barrios del Ensanche palmesano, que son un esc¨¢ndalo de desastres urban¨ªsticos y degradaci¨®n social. La corrosiva profesora de arte Catalina Cantarellas protestaba contra pol¨ªticos y constructores que han fomentado durante tantos a?os la incultura del hormig¨®n y defend¨ªa a un grupo local de arquitectos, coherentes y sabios, sobre los que se propone escribir un Who is Who. "Sobre todo, necesitamos sembrar ¨¢rboles y replantearnos el litoral", me repet¨ªa con insistencia. Un tr¨ªo de c¨¢mara interpretaba a Boccherini y Corelli. Max y Pere Joan, artistas del tebeo, inventaban aventuras en un c¨ªrculo secreto. Me escap¨¦ a tiempo de las conversaciones para llegar a otro mirador desde el que pude contemplar a solas la aparici¨®n l¨¢ctica y colosal de la luna llena tras el tel¨®n tenebroso de la sierra del Teix.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.