La noche de los corderos
Econom¨ªa
Lleg¨® Enrique Iglesias en mal momento. Lleg¨® con parte de la profesi¨®n period¨ªstica soliviantada ante el brutal marketing coercitivo con que algunas discogr¨¢ficas intentan convertir las labores informativas en meras palancas de sus lanzamientos de ciertos productos comerciales.Las espadas estaban en alto y a Enrique, por la simple raz¨®n de que se pon¨ªa a tiro, parec¨ªa tener todas las papeletas de la rifa del desquite. Adem¨¢s, alguien se la tiene jurada: desde hace unos meses, circula una cinta magnetof¨®nica supuestamente grabada en un estudio televisivo donde un supuesto Enrique Iglesias desafina como un bellaco degollado.
Enrique Iglesias
Enrique Iglesias (voz), Tony Bruno (guitarra), Greg Howe (guitarra), Kevin Jenkins (bajo), Doug Petti (teclado), Mark Alexander (teclado), Jenni Douglas (percusi¨®n), Chris Lukes (bater¨ªa), H¨¦ctor Ruiz (coros), Sherma Andrews (coros), Rikky Lafontaine (coros) y Hayley Micolaisen (coros). Palacio de los Deportes, Madrid, 20 de septiembre. Entradas: 5.500 y 3.800 pestas. 7.500 personas.
Pero no importa finalmente si canta poco o mucho; con tal de que supere a Milli Vanilli, todo est¨¢ permitido. Lo que vende Enrique es pop digerible, coloreado con detallitos latinos. Se expresa mediante videoclips vistosos y discos grabados con mercenarios eficaces en la composici¨®n, la instrumentaci¨®n y la producci¨®n. Los conciertos no son m¨¢s que la guinda, ceremonias donde se trata de complacer a los ya previamente convencidos. En Madrid los espectadores son mayormente femeninos y llegan con ganas de cantar a pleno pulm¨®n y bailar todo lo posible.
Con el sonido terrible que se sufre en estos locales, la realidad es que semejantes conciertos deber¨ªan ser rese?ados por periodistas econ¨®micos, capaces de calibrar los verdaderos par¨¢metros por los que se juzgan estas giras: volumen de merchandising despachado, beneficio de taquilla una vez descontados los gastos, ingresos de los bares del local.Los infieles que caemos por el Palacio de Deportes vemos un genuino espect¨¢culo, cuya est¨¦tica se sit¨²a entre Miami y Las Vegas. Abundan los rayos l¨¢ser y al fondo hay una pantalla donde se proyectan im¨¢genes de los clips o de la propia actuaci¨®n. La voz de Enrique est¨¢ arropada por cuatro coristas y resulta simp¨¢tica, siempre que no se atreva con los duetos tipo soul, donde sus tiernos balidos no llegan precisamente al alma. Su repertorio internacional es liviano, pero mantiene el inter¨¦s con la inserci¨®n puntual de cl¨¢sicos infalibles como Stand by me o La bamba, que presenta como un estandarte de la cultura latina que usa para instruir a los guiris.
Los grandes momentos son extramusicales: cuando avanza con pasos felinos por la pasarela y cuando, al final de su paseo, se sube a una especie de jaula que le permite sobrevolar a un p¨²blico enfebrecido. Por su propia salud, decide no aterrizar entre unas fans que aplauden m¨²sculos y cualquier demostraci¨®n atl¨¦tica.
Como suger¨ªa Juan Cueto, siempre hay un momento del d¨ªa en el que nos permitimos bajar las defensas y dejarnos arrullar por un Iglesias. Enrique es un grato peso ligero que, en unos a?os, se har¨¢ adulto y querr¨¢ contarnos sus angustias de triunfador agobiado. Entonces a?oraremos sus ¨¦xitos de estrella prefabricada. Prefabricada por su santa voluntad y por los mejores cerebros del marketing.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.