Serbia tiene que reintegrarse en Europa tras la etapa Milosevic
El autor, l¨ªder de la oposici¨®n yugoslava, formula las bases de la pol¨ªtica exterior que impulsar¨ªa en el caso de derrotar a Milosevic en las elecciones y ser elegido presidente.
Antes de presentar mi propuesta sobre la pol¨ªtica exterior que ser¨ªa necesaria para mi pa¨ªs y mi pueblo, me veo obligado a indicar que, seg¨²n la Constituci¨®n, los mandatos presidenciales son muy limitados. Otra cuesti¨®n es el hecho de que cualquier cargo que ocupe Slobodan Milosevic adquiere por automatismo un peso adicional, dado que el suyo es un r¨¦gimen autocr¨¢tico. No es necesario explicar que el nombre del cargo carece de importancia si todo el poder se concentra en manos de un solo hombre.Justamente eso es lo que todas las fuerzas democr¨¢ticas de Serbia, asociadas en DOS (Oposici¨®n Democr¨¢tica Serbia) pretenden modificar. Aspiramos a un Estado normal, democr¨¢tico, que delimite claramente los poderes legislativo y ejecutivo y posea un sistema judicial independiente.
Por supuesto, en tal Estado las autoridades han de ser reemplazables, y el proceso de gobierno y de toma de decisiones, transparente. En consecuencia, si tras las pr¨®ximas elecciones llego a la presidencia, podr¨¦ solamente iniciar y proponer la pol¨ªtica exterior de mi pa¨ªs, sin ser su creador o ejecutor. En otras palabras, todo lo que expongo es solamente mi punto de vista, las sugerencias que presentar¨¦ ante el Parlamento y el Gobierno.
Debido a la pol¨ªtica err¨®nea del r¨¦gimen de Milosevic y a la no menos err¨®nea pol¨ªtica de la comunidad internacional, nuestro pa¨ªs es objeto de un aislamiento total que nuestro pueblo no merece. Somos expulsados de todas las instituciones internacionales, de las pol¨ªticas, econ¨®micas y de seguridad, o nuestra calidad de miembro de ellas est¨¢ suspendida. Debemos empezar desde el principio. Nuestra pol¨ªtica debe ser la pol¨ªtica del razonable compromiso con el mundo, teniendo en cuenta el m¨¢ximo inter¨¦s nacional. No podemos llevar la contra a todo el mundo, y ello a cualquier precio, pero tampoco podemos ser serviles. No hemos de olvidar el brutal y completamente injustificado bombardeo lanzado por la OTAN el a?o pasado, ni la separaci¨®n, aunque sea provisional, de una parte integrante de nuestro tejido estatal; pero tampoco podemos librar ninguna guerra santa ideol¨®gica contra el resto del mundo, siendo un pa¨ªs peque?o que pr¨¢cticamente no tiene aliados.
Las prioridades de esta pol¨ªtica exterior deben ser la soluci¨®n del problema de la sucesi¨®n en la ex Yugoslavia, la incorporaci¨®n en calidad de miembro de pleno derecho en la ONU, la OSCE y el FMI, y, lo que es de suma importancia, el retorno a Europa y la integraci¨®n en las instituciones europeas. Si no se encuentra soluci¨®n al problema de la sucesi¨®n, no podr¨¢ hallarse soluci¨®n al problema de las relaciones con los pa¨ªses vecinos, que es doloroso debido a que en esta regi¨®n se ha derramado mucha sangre y a que hay tantos refugiados. No ser¨ªa normal que de golpe brote el amor por los pa¨ªses vecinos de los cuales se expulsaban serbios durante la guerra civil, pero debemos establecer unas relaciones correctas. Ni unos ni otros hemos de olvidar el mal que nos toc¨® vivir, para que no se repita nunca m¨¢s.
Debemos incorporarnos en organizaciones europeas regionales, sobre todo en aquellas que no est¨¢n bajo el patrocinio extranjero, sumarnos al Pacto de Estabilidad de Europa Suroriental, renovar la cooperacion danubiana y con los pa¨ªses del mar Negro. En suma, debemos aprovechar todas las ventajas comparativas de nuestra posicion geogr¨¢fica para no permanecer aislados e ignorados; como ocurri¨® cuando, de una manera artificial, nos pas¨® por alto el planificado cuarto corredor del transporte europeo previsto para vincular Grecia con Europa occidental, v¨ªa Bulgaria, Rumania y Hungr¨ªa. De igual manera, debemos renovar la cooperaci¨®n con Francia y Alemania, que por naturaleza se inclinan hacia nuestra regi¨®n. Antes de comenzar la guerra civil, Yugoslavia ya hab¨ªa concluido varios convenios con la Uni¨®n Europea y estaba por pasar a ser el miembro asociado. Debemos regresar a ese sendero.
Entre todos los pa¨ªses del mundo, Serbia y Yugoslavia son los que tienen las peores y m¨¢s complicadas relaciones justamente con la m¨¢s fuerte potencia mundial, Estados Unidos de Am¨¦rica. Los culpables m¨¢s directos son Washington y Belgrado, o sea, Dedinje y la Casa Blanca. En aquel periodo, cuando Milosevic fue necesario como factor de paz y estabilidad en los Balcanes, es decir, como alguien que estaba dispuesto a concertar, a cuenta de los serbios de la otra orilla del Drina, concesiones jam¨¢s vistas, Washington no vio ni siquiera la m¨ªnima raz¨®n para estar molesto por la represi¨®n practicada dentro del pa¨ªs. Al modificar sus criterios con respecto a Milosevic, Washington se acord¨® de pronto de la pol¨ªtica represiva y autoritaria de ¨¦ste, dando de esa manera un golpe directo a todas las fuerzas democr¨¢ticas y nacionalmente responsables en nuestro pa¨ªs.
La guerra nunca declarada de la OTAN contra Serbia, librada durante la primavera de 1999, probablemente es la ¨²nica guerra en realidad iniciada gracias a un solo hombre; o por lo menos los portavoces de la OTAN y de Washington se empe?aban en crear tal impresi¨®n.Todo fue personalizado hasta tal punto que cada uno de los pilotos de la OTAN, al arrojar su carga mort¨ªfera, pensaba que apuntaba directamente a Milosevic. Todos los carteles arrojados desde aviones y todas las transmisiones de la radio y televisi¨®n emitidas desde el avi¨®n especial que sobrevolaba Serbia enviaban ese mensaje. Adem¨¢s, el mensaje fue elaborado de una manera negativa y ofensiva. Luego vino la demanda de La Haya, y toda Serbia y Yugoslavia pr¨¢cticamente pasaron a ser los rehenes de un solo hombre. ?ste es el m¨¢ximo error y el m¨¢ximo pecado de Estados Unidos para con nuestro Estado y nuestro pueblo.
Sin embargo, nosotros debemos empe?arnos en fundamentar nuestras relaciones con Estados Unidos sobre una base tan sana como sea posible; en primer lugar, explicando que no hay signo de igualdad entre Slobodan Milosevic y Serbia, es decir, Yugoslavia. Esto no ser¨¢ f¨¢cil, dado que se trata de uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo, por una parte, y del m¨¢s rico, por la otra. Pero, si no lo hacemos, si no logramos convencer a Washington de que deje de ejercer, no importa si conscientemente o no, una pol¨ªtica con la que ayuda a la irresponsable actuaci¨®n corruptora del actual r¨¦gimen, no hay duda de que Yugoslavia se va a descomponer. Serbia seguir¨¢ siendo cada vez m¨¢s estrecha, perdiendo parte por parte su territorio, y los Balcanes seguir¨¢n siendo un foco duradero de tensiones. Ning¨²n r¨¦gimen t¨ªtere har¨ªa que las cosas salieran mejor, ni la tensi¨®n se eliminar¨ªa si se env¨ªan otras decenas de miles de soldados extranjeros.
Kosovo es la prueba m¨¢s elocuente de los resultados fatales de tal pol¨ªtica. M¨¢s a¨²n, Washington deber¨ªa saber que los valores pol¨ªticos norteamericanos, por ser impuestos a la fuerza a otro pa¨ªs, pierden su esencia democr¨¢tica y liberal y devienen en mero dictado odioso.
Para nuestro pueblo y nuestro pa¨ªs, las relaciones con Rusia han tenido desde siempre un significado particular. A Rusia debemos rendir reconocimiento por habernos brindado apoyo en momentos cruciales de la guerra civil en la ex Yugoslavia, por su empe?o dentro del marco del Grupo de Contacto y por sus esfuerzos para que se llegara a una soluci¨®n razonable del problema de Kosovo. Sin embargo, somos conscientes de que Rusia, debido primordialmente a los numerosos problemas econ¨®micos que debe enfrentar, en ocasiones tiene las manos atadas en lo concerniente a Serbia y Yugoslavia. En cualquier caso, las relaciones entre Rusia y Yugoslavia deben seguir siendo cordiales y amistosas, y ¨¦stas deben constituir una constante de la pol¨ªtica exterior de ambos pa¨ªses. No obstante, Belgrado no ha de albergar excesivas esperanzas respecto de Mosc¨², no debe esperar que Mosc¨² libre por ella sus batallas diplom¨¢ticas (sinceramente espero que las de otra ¨ªndole no se libren nunca m¨¢s), sino que debe confiar en sus propias fuerzas, contando con eventuales consultas con Rusia cuando sea pol¨ªticamente conveniente para ambas partes.
En suma, tendremos mucho por hacer y muchos surcos que abrir en el terreno de pol¨ªtica exterior. Sin embargo, para hacerlo es indispensable la ruptura democr¨¢tica con la presente realidad. Sinceramente espero que todo ello sea posible tras las elecciones del domingo 24 de septiembre.
Vojislav Kostunica es candidato presidencial de la alianza Oposici¨®n Democr¨¢tica Serbia (DOS).
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