Un mar de iglesias, conventos y palacios

De noche, desde la explanada arbolada que se abre a la entrada del parador nacional de Carmona, en la zona m¨¢s alta del pueblo, el visitante tiene la sensaci¨®n de estar en el paseo mar¨ªtimo de cualquier localidad costera. A sus pies se abre la gran explanada de tierra f¨¦rtil, colmada de cereales y olivos, que forma la campi?a sevillana. En la oscuridad, las luces de pueblos y caser¨ªos repartidos en el campo parecen en la distancia peque?os barcos faenando.Esa inmensidad seca y amarilla durante los d¨ªas del oto?o esconde tanto patrimonio hist¨®rico y cultural como la vecina capital de la provincia, tradicional centro tur¨ªstico. Para promocionar esos tesoros a¨²n por explotar se fund¨® hace unos meses la asociaci¨®n Artealia-Campi?a monumental, formada por los ayuntamientos de las cuatro ciudades principales de la zona (Carmona, ?cija, Marchena y Osuna), y a la que se ha unido recientemente la Diputaci¨®n de Sevilla.

La asociaci¨®n ha comenzado a dise?ar una publicaci¨®n para comercializar ese producto al que tratan de dar forma y que pretende lanzar una ruta tur¨ªstica que re¨²na lo mucho e interesante que cada localidad tiene que ofrecer.

Una visita de un d¨ªa a la campi?a monumental, r¨¢pida pero completa, puede comenzar temprano en Carmona, consiguiendo informaci¨®n en su oficina de turismo, instalada en el primer monumento a visitar: el Alc¨¢zar de la Puerta de Sevilla. Abierto al p¨²blico todos los d¨ªas desde las 10.00 y hasta las 18.00 (hasta las 14.00 los domingos y festivos), el edificio ya fue fortificaci¨®n en tiempos del Imperio Romano y dio luego buen servicio a sus sucesivos ocupantes almohades y cristianos.

La Puerta de Sevilla, dentro del conjunto del Alc¨¢zar, da entrada al empinado casco hist¨®rico de Carmona, trufado de iglesias y palacios barrocos. A la espalda queda la iglesia de San Pedro y al otro extremo de la ciudad, convertido hoy en parador nacional, reina desde las alturas el Alc¨¢zar del rey don Pedro.

Antes de que termine la ma?ana, Carmona ofrece multitud de bares donde reponer fuerzas. En la calle Prim o en la Plaza de San Fernando, por ejemplo. Con precios entre 150 y 200 pesetas, la gastronom¨ªa local ofrece tapas como las espinacas con garbanzos, las berenjenas rebozadas con salmorejo, el pisto casero, los pimientos del piquillo rellenos de at¨²n o las tradicionales frituras de pescado, que tambi¨¦n abundan en mitad de la campi?a.

Antes de comer, por una carretera poco frecuentada, el viajero alcanza Marchena. Como en toda la ruta, templos y palacios salen al paso del caminante por el centro de la ciudad. All¨ª debe visitar la Iglesia de San Juan Bautista, de estilo g¨®tico-mudejar, tan habitual en Sevilla y tan ajeno a otros territorios.

Es hora de almorzar. Marchena esconde en el edificio de la estaci¨®n de tren un curioso restaurante argentino, La Tranquera, en el que se saborean carnes argentinas, envasadas al vac¨ªo y tra¨ªdas en avi¨®n en menos de una semana. Una comida all¨ª no debe costar m¨¢s de 3.000 pesetas por persona.

Con la tarde por delante, la siguiente parada es Osuna. All¨ª, en la loma que corona la villa y con unas estupendas vistas, la zona monumental, como la llaman en el mismo pueblo, nos ofrece en un palmo de terreno la Colegiata, el Convento y la antigua Universidad. M¨¢s abajo, en el coraz¨®n de Osuna, la calle de San Pedro re¨²ne en 10 metros de acera dos imponentes palacios barrocos: el del Marqu¨¦s de la Gomera y la Cilla del Cabildo.

?cija es el final de etapa. Famosa por sus siete torres, todas son parroquiales. A ellas se suman espada?as y campanarios. S¨ªmbolos de un pasado esplendoroso. Menci¨®n aparte merece el Palacio de Pe?aflor, "el de los balcones largos", curios¨ªsima construcci¨®n barroca decorada con pinturas al fresco. Para terminar la jornada con buen sabor de boca, nada mejor que parar en la helader¨ªa artesana Torres y probar el helado de tarta al whisky.