Un oro anunciado con ocho a?os
Jones, deslumbrada por los Juegos de Los ?ngeles, augur¨® a su entorno que alg¨²n d¨ªa tendr¨ªa un oro
Desde la ambici¨®n de Marion Jones, el oro de ayer vale poco: es el primero de los cinco que persigue. Pero la reina de la velocidad, la reina de los Juegos, llor¨® tras cruzar la meta, porque ese triunfo fue muy especial para ella: se lo anunci¨® a su familia y a sus vecinos cuando s¨®lo ten¨ªa ocho a?os: "Pensaba en este momento desde la ni?ez".Era un pensamiento fijo, cuyos detalles cont¨® Jones a este diario hace dos meses: "En 1984, poco antes de los Juegos de Los ?ngeles, mi familia me llev¨® a ver el paso de la antorcha. Al volver a casa, pegu¨¦ un papel en la pared de mi habitaci¨®n con la leyenda 'Quiero ser campeona ol¨ªmpica'. Y adem¨¢s se lo dije varias veces a todos los vecinos durante d¨ªas". Aquella ocurrencia infantil ech¨® ra¨ªces inmediatamente: "Segu¨ª los Juegos por televisi¨®n con sumo inter¨¦s. Me emocionaba ver las l¨¢grimas de alegr¨ªa de los atletas al cruzar la meta. El esp¨ªritu ol¨ªmpico origin¨® en m¨ª una pasi¨®n irrefrenable".
Jones redonde¨® ayer ese episodio con sus propias l¨¢grimas ol¨ªmpicas, tras una de las victorias m¨¢s arrolladoras que se recuerdan en los 100 metros lisos. "Al cruzar la meta me sent¨ª desbordada por la alegr¨ªa. Entonces me acord¨¦ de tantos d¨ªas duros, fr¨ªos y miserables que marcaron mi camino hacia ese momento. Luego v¨ª a mi madre y a mi hermano entre el p¨²blico, y me emocion¨¦ a¨²n m¨¢s. Siempre me ayudaron mucho, y hoy estaban conmigo. ?Qu¨¦ m¨¢s pod¨ªa pedir?", explic¨®. Luego le dieron una bandera de Belice, el pa¨ªs donde naci¨® su madre, y otra de EEUU para dar la vuelta de honor.
La noche anterior hab¨ªa sido bien distinta: "C. J. me dec¨ªa que cerrase los ojos. Yo los cerraba, pero los detalles t¨¦cnicos de la carrera ven¨ªan a mi cabeza una y otra vez. Apenas dorm¨ª". El enorme Hunter, muy parlanch¨ªn a pesar de su timidez habitual y de que una lesi¨®n le impide participar en los Juegos, le esper¨® en la entrada de los vestuarios para el abrazo de rigor: "Como no puede competir, C.J. se dedica ahora exclusivamente a cuidar de mi salud y mi bienestar. Es maravilloso", agreg¨® Jones.
Todo indica que Hunter fue el factor clave para que Jones dejase el baloncesto por el atletismo tras brillar en ambos durante a?os. Y fue Hunter quien sorprendi¨® al entrenador Trevor Graham observando a su mujer. "?Alguna sugerencia?", le pregunt¨®. "S¨ª, por ejemplo, que haga mejor la fase de transici¨®n al salir de los tacos. Ir¨¢ m¨¢s r¨¢pido si mantiene la cabeza baja en lugar de erguirse de inmediato", contest¨® Graham. "Vale, t¨² la entrenar¨¢s", decidi¨® el marido unos d¨ªas m¨¢s tarde.
Tambi¨¦n fue cosa de Hunter que su apoderado, Charlie Wells, y su patrocinador, Nike, se ocuparan de la estrella en ciernes. Poco antes, la pareja no pudo arreglar el tel¨¦fono por escasez de dinero. Dicen que todo ello les uni¨® m¨¢s, y hoy son millonarios.
Medio mundo vio hace un a?o el estacazo de rabia que Hunter propin¨® a una inocente barandilla sevillana cuando Jones se rompi¨® durante la final de los 200 metros. La situaci¨®n es ahora inversa: "Marion y yo compart¨ªamos la ilusi¨®n de triunfar juntos en Sydney. Pero las lesiones forman parte de nuestro trabajo", dijo Hunter hace unos d¨ªas. Quiz¨¢ su disgusto sea menor: junto a Graham y Wells, podr¨¢ ocuparse del m¨¢s m¨ªnimo detalle para que su amada princesa se convierta en la reina de los Juegos.
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