Eduardo
Le conoc¨ª personalmente en la ¨²ltima jornada de su campa?a electoral para la alcald¨ªa de M¨¢laga, justo cuando las expectativas de voto le eran m¨¢s adversas por mor de los muchos a?os de gesti¨®n socialista en el municipio malague?o y por las acciones y omisiones que algunos compa?eros suyos de partido hab¨ªan perpetrado en contra de su persona y de las de quienes le segu¨ªan en aquella lista que ¨¦l encabez¨®.Eduardo me abraz¨® aquella noche como si me conociera de toda la vida -hab¨ªamos coincidido en algunos vuelos a Madrid, pero sin oportunidad de intercambiar una sola palabra, por m¨¢s que yo hubiese escrito un par de columnas sobre el respeto pol¨ªtico que me inspiraban su persona y sus hechos- y me dijo que en ese momento no sab¨ªa bien d¨®nde estaban sus adversarios pol¨ªticos, si en la derecha de Villalobos, en la izquierda de Romero, o en el propio PSOE, un partido por el que ¨¦l se hab¨ªa dejado el pellejo incluso como personaje secundario en alguna novela de V¨¢zquez Montalb¨¢n.
Dos d¨ªas despu¨¦s, Eduardo lideraba la tercera fuerza pol¨ªtica en importancia del Ayuntamiento de M¨¢laga (es decir, la lista menos votada), pero ten¨ªa la clave para que el municipio fuese de izquierdas, o de derechas, porque los votos de IU m¨¢s los del PSOE pod¨ªan decidir si Villalobos era la alcaldesa, o si Romero -que ya se hab¨ªa proclamado "alcalde moral"- se sentaba en el sill¨®n de la alcald¨ªa de M¨¢laga. Eduardo y la direcci¨®n socialista de entonces prefirieron que gobernase la lista m¨¢s votada.
Lo que pudo ser una frustraci¨®n para quienes pensamos que m¨¢s val¨ªa un Romero arrobado que una Villalobos descocada, se transform¨® en un Eduardo Mart¨ªn Toval que, apoyado siempre por Magdy Mart¨ªnez Solim¨¢n, no ten¨ªa la ¨²ltima pero s¨ª la ¨²nica voz sensata del Ayuntamiento. A tres meses de aquellas elecciones, o¨ª a un empresario malague?o espetarle en mitad de un acto p¨²blico: "?Joder, Eduardo, por qu¨¦ no es usted el alcalde de M¨¢laga!" ?l lo mir¨®, puso boquita de pi?¨®n, se mes¨® su impecable barba de Maquiavelo reci¨¦n terminado de escribir El pr¨ªncipe, y le espet¨® al empresario: "?Joder, porque usted y muchos malague?os como usted decidieron en las urnas que no lo fuese!"
M¨¢s tarde, vinieron las primarias y Eduardo supo hacer mutis por el foro de la Inspecci¨®n de Trabajo, a la cual se reincorpor¨® tras muchos a?os de excedencia especial dedicados a la pol¨ªtica, al PSOE, a un socialismo democr¨¢tico que represent¨® en la calle y en el Congreso de los Diputados, como portavoz del grupo socialista. En plena efervescencia de una mayor¨ªa absoluta que ya recog¨ªa tempestades, Mart¨ªn Toval fue sustituido por un economista apellidado Solchaga.
Ahora, tras su congreso federal, se han abierto nuevas perspectivas de poder para el PSOE, pero demasiada gente reci¨¦n iluminada por el zapaterismo concibe la juventud como un tesoro aunque nada guarde en el cofre en m¨¢s de un caso. Precisamente ahora, cuando veo salir a Eduardo del gimnasio que hay frente a mi casa, me pregunto si el socialismo en Espa?a anda tan sobrado de fuerzas, juventud e inteligencia como para costearse el lujo de prescindir de Eduardo Mart¨ªn Toval, Rafael Ballesteros, Carlos Sanju¨¢n... ?Chupetes y sonajeros sin rosas y pu?os?
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