Un tal Alca?iz hizo el toreo
Lo de parar, templar y mandar -o sea el toreo- deseaba verlo la afici¨®n, propon¨ªan algunos conspicuos que vinieran maestros retirados a realizarlo, discut¨ªan entre ellos si queda alguno vivo, los m¨¢s devotos imploraban la resurrecci¨®n de Antonio Bienvenida o alguno de su escuela, y en eso que lleg¨® un tal Gregorio Alca?iz (muy conocido en su casa a la hora de comer) y par¨®, templ¨® y mand¨®.Ahora Gregorio Alca?iz es muy conocido en su casa a la hora de comer y tambi¨¦n en los mentideros taurinos y all¨¢ donde la afici¨®n alienta y se quita los sinsabores t¨¢uricos peg¨¢ndose un latigazo de mollate (o, alternativamente, de ron).
No es que Gregorio Alca?iz haya alcanzado con estas la fama, pero por ese camino se anda. Un camino que es de mucho andar, siempre cuesta arriba. Mas si vuelve y de nuevo para, templa y manda, ese simple detalle lo lanzar¨¢ a la cima. La fiesta de los toros tiene estos prodigios. Por eso se mueve entre magias y enso?aciones.
Ib¨¢?ez / Mart¨ªn, Alca?iz, Ocuna
Novillos de Nazario Ib¨¢?ez, bien presentados, algunos mansos; ncastados, dieron juego en general. 2?, sobrero, de F¨¦lix Hern¨¢ndez, terciado, noble.Mart¨ªn Antequera: estocada perdiendo la muleta (palmas); pinchazo saliendo rebotado y media (aplausos y salida al tercio). Gregorio Alca?iz, de Madrid, nuevo en esta plaza: pinchazo y bajonazo (escasa petici¨®n y vuelta); estocada desprendida y rueda de peones (oreja con escasa petici¨®n). Jos¨¦ Luis Osuna: pinchazo, estocada desprendida, rueda de peones -aviso- y dobla el novillo (silencio); estocada delantera y descabello (aplausos). Plaza de Las Ventas, 24 de septiembre. Media entrada.
Algunos se sorprenden por las maravillas que se les dicen a los toreros cuando paran, templan y mandan; como si fueran el Arc¨¢ngel San Gabriel venido a anunciar a la Virgen Mar¨ªa que el Verbo Divino... En fin, todo eso que dice el catecismo. A los aficionados conspicuos, si est¨¢n de acuerdo en que par¨®, templ¨® y mand¨® (pues no se crea: a veces hay discrepancias en el parar, templar y mandar) les parece de perlas el s¨ªmil, y al torero elevado a la divinidad, con mayor motivo. Lo malo es cuando el torero va y se lo cree. Es decir que se cree dios (o su representante en la tierra, el Papa) y reivindica t¨ªtulo de divinidad de por vida.
A¨²n hay casos peores: los de quienes no pararon, ni templaron ni mandaron jam¨¢s y exigen el mismo tratamiento. Eso, o se andan a guantazos. De ello se deber¨¢ hablar porque tiene su busilis, llamado miga.
Gregorio Alca?iz, debutante en Las Ventas, se revel¨® como un excepcional muletero. Muletero de los que paran, templan y mandan, lo cual lleva impl¨ªcito cargar la suerte, ligar los pases, toda la carga t¨¦cnica que guarda la tauromaquia para desarrollar en plenitud el toreo e interpretarlo con su proverbial emoci¨®n y belleza. De esta guisa tore¨® Gregorio Alca?iz, y adem¨¢s al natural; la suerte de la que la tauromaquia tiene hecho fundamento.
Su primera faena la bas¨® Alca?iz en el toreo al natural y esa fue la buena. Al otro novillo -que hac¨ªa quinto- le ahog¨® las embestidas, recurri¨® a los p¨¦ndulos, a ciertos conatos de tremendismo que encandilaron a los espectadores y tras la estocada, provocaron una petici¨®n de oreja tremendamente ruidosa, pero no mayoritaria. Y el presidente se la concedi¨®.
No tan buenos modos trajeron Mart¨ªn Antequera y Jos¨¦ Luis Osuna, aunque ambos se enfrentaron a la novillada con pundonor y aportaron aciertos dignos de tener en cuenta.
As¨ª, Antequera, que propend¨ªa a ligar los pases, sac¨® buenas tandas. Al novillo cuarto lo tore¨® en las postrimer¨ªas de la faena sin ayuda de estoque con la derecha, con la izquierda doblando la muleta para reducirla a la mitad. As¨ª, igualmente, Jos¨¦ Luis Osuna, que corrigi¨® su mediocre primera faena aplicando al sexto novillo otra bien distinta, maciza y honda en su primera mitad, encimista al final.
La tarde no se fue de rositas, qu¨¦ va. Los novilleros tuvieron intereasantes actuaciones y del desconocido Gregorio Alca?iz se sabe, en lo divino, que torea puro, y en lo terrenal que es hermano del matador de toros Miguel Rodr¨ªguez.
Aunque las familias, ni mentarlas. A veces traen l¨ªo. Le ocurri¨® el s¨¢bado al cr¨ªtico taurino de El Mundo Javier Vill¨¢n: el padre del diestro Miguel Abell¨¢n le agredi¨®. No estaba solo. Le daba cobertura, en plan rufianesco, la cuadrilla del hijo. Los banderilleros y los picadores, dando voces y empujones, al barriobajero estilo. Quien azuzaba a la grey era -seg¨²n me cuenta Vill¨¢n- el propio torero, quien proclamaba que tiene m¨¢s cojones que el cr¨ªtico para ponerse delante de un toro. Y ser¨¢ verdad. Ni aunque me lo juren me creo que Javier Vill¨¢n sea capaz de ponerse delante de un toro. Pero tampoco se me habr¨ªa ocurrido (ni a mi ni a nadie) comparar a Miguel Abell¨¢n con Javier Vill¨¢n, uno de los mejores cr¨ªticos que ha conocido la fiesta. S¨ª, en cambio, con otros toreros. Por ejemplo, ese tal Alca?iz (sin ir m¨¢s lejos), que es capaz de torear al natural ligando los pases. Y Abell¨¢n, en cambio, me da que no.
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