Poes¨ªa y canci¨®n

Luis Eduardo Aute y Marina Rossell se encargaron el lunes de convertir la plaza de Catalunya en un recogido, ¨ªntimo y c¨®modo teatrillo con un doble concierto en el que la nota m¨¢s destacada fue, curiosamente, la cercan¨ªa que se estableci¨® en todo momento entre el escenario y el p¨²blico. Se rompieron todos los maleficios y Marina Rossell y Luis Eduardo Aute triunfaron por todo lo alto ante una de las audiencias m¨¢s numerosas que se han reunido en esta Merc¨¨. La plaza se abarrot¨® de un p¨²blico de lo m¨¢s diverso en el que conviv¨ªan j¨®venes con abuelos. Posiblemente la curiosidad fue la que atrajo a familias enteras hasta all¨ª, pero al final todos acabaron coreando con la misma emoci¨®n La gavina o se dejaron arrastrar por la sensualidad a flor de piel de las palabras de Aute.

Comenz¨® Marina Rossell algo acartonada, pero poco a poco se fue adue?ando del escenario y, a rengl¨®n seguido, del p¨²blico. Excepto alg¨²n tema cl¨¢sico, su recital se centr¨® en las canciones de su reciente disco: aires mediterr¨¢neos tintando un abanico de impresiones que se abre desde la habanera al corrido mexicano. Precisamente con aires tex-mex cerr¨® su concierto. Pemy Fortuny, de Lax'n' Busto, se le sum¨® para corear juntos un r¨ªtmico canto implorando el regreso de Zapata.

Luis Eduardo Aute se hizo de rogar y comenz¨® su recital con algo m¨¢s de media hora de retraso. La de Aute fue una actuaci¨®n sin sorpresas, milim¨¦tricamente estructurada para gustar sin caer nunca ni en el compadreo ni en el exceso de edulcorantes.