Antonio ya no es un "peligro social"
Eran tiempos de incertidumbre. Arias Navarro estaba al frente del Consejo de Ministros. Fraga ostentaba la cartera de Gobernaci¨®n. Areilza y Garrigues se hac¨ªan cargo de Asuntos Exteriores y Justicia, y Adolfo Su¨¢rez aparec¨ªa en escena como un "desconocido" heredado del Movimiento. Seg¨²n dice Carrillo en sus memorias, la efervescencia que impregn¨® las calles en los primeros meses de 1976 "hizo gran presi¨®n sobre los reformistas". Todo estaba a punto de ser diferente.Pero hasta que esos reformistas actuaron por fin, los episodios oscuros se suced¨ªan con la m¨¢s absoluta impunidad. Uno de los testimonios documentales que daba fe de ello fue destruido ayer en la Sala de Presidencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana.
El amarillento expediente 138/99, abierto el 5 de marzo de 1976 a Antonio Ruiz como sujeto "peligroso social" por su condici¨®n de homosexual, ya no existe. Una m¨¢quina trituradora convirti¨® informes de forenses, autos judiciales, autos policiales y fotos en blanco y negro hechas en los calabozos de la antigua c¨¢rcel de Valencia en diminutas tiras de papel imposibles de recomponer.
Antonio Ruiz no ha querido que su historia forme parte de la historia. Desde hace cinco a?os esperaba el momento de rasgar con sus propias manos las p¨¢ginas m¨¢s dolorosas que sobre ¨¦l se han escrito.
Todo empez¨® por culpa de una monja. Antonio, entonces con 17 a?os, el mayor de cinco hermanos y hu¨¦rfano de padre, decidi¨® el 4 de marzo de 1976 decirle a su madre que era homosexual. Para ella fue un disgusto, algo imposible de entender. ?Qu¨¦ dir¨ªan en el pueblo, todo Xirivella se?alar¨ªa a su hijo con el dedo! Sin pensarlo, acudi¨® aquella misma tarde a ver a una amiga monja en busca de ayuda. A las seis de la madrugada del d¨ªa 5, cuatro agentes de la polic¨ªa secreta se personaron en su casa, sacaron a Antonio de la cama y lo llevaron a los calabozos de la Comisar¨ªa Central de Valencia. La delatora vest¨ªa h¨¢bitos.
Durante tres d¨ªas, le sometieron a interrogatorios. Quer¨ªan saber con qui¨¦n o qui¨¦nes, por qu¨¦ y c¨®mo hab¨ªa tenido relaciones sexuales. Al cuarto d¨ªa, le llevaron ante el juez de peligrosidad social, quien le recrimin¨® lo despreciable que era por ser "maric¨®n". Tras las reprobaciones de rigor, le anunci¨® que ser¨ªa trasladado a un colegio. Ese centro educativo se llam¨® primero c¨¢rcel Modelo de Valencia; despu¨¦s, prisi¨®n de Carabanchel (Madrid), y definitivamente, c¨¢rcel de Badajoz. Cumpli¨® tres meses de condena y volvi¨® a Valencia.
La pena ten¨ªa letra peque?a. El juez, sin que haya sentencia de por medio, le advirti¨® de la "conveniencia" de alejarse m¨¢s de 100 kil¨®metros de Xirivella. Y Antonio se march¨® a D¨¨nia. Pas¨® el tiempo, ya mandaban los reformistas, el cambio tomaba cuerpo de democracia, Constituci¨®n, derecho a la igualdad... Pero en 1984, cuando Antonio solicit¨® el pasaporte, descubri¨® que su condici¨®n de "peligroso social" no hab¨ªa sido abolida por la Constituci¨®n y necesitaba un permiso judicial para salir del pa¨ªs. Concedi¨® una tregua a la burocracia y olvid¨® el incidente.
En 1995, cuando la Carta Magna ya era mayor de edad, una dotaci¨®n policial le pidi¨® la documentaci¨®n en un control. Antonio no la llevaba encima y esper¨® a que los agentes comprobasen sus datos. El comentario entre los polic¨ªas fue el principio del fin: "?Ten cuidado con ¨¦ste, es un mariquita!". Bast¨® para evidenciar que la condici¨®n delictiva pret¨¦rita por su opci¨®n sexual figuraba a¨²n en alguna parte.
Antonio inici¨® un proceso que acab¨® en un reconocimiento de su derecho a que se eliminara su expediente. La fiscal¨ªa recurri¨® el dictamen porque consideraba que el documento ten¨ªa valor hist¨®rico, como los otros 800 que custodia la Consejer¨ªa de Cultura de Valencia y que tienen un origen similar. Se cre¨® una comisi¨®n de expurgo para evaluar la presunta trascendencia hist¨®rica. Pero aunque dicha comisi¨®n estim¨® que "sin expedientes como el de Antonio ser¨¢ dif¨ªcil de creer dentro de pocos a?os que los homosexuales han sido perseguidos", finalmente ha tenido que aceptar el segundo dictamen del Consejo General del Poder Judicial.
Desde ayer, con el protocolo que merec¨ªa el acto de expurgo selectivo, una muesca aparece en el relato de la transici¨®n, la que deja el expediente destruido de Antonio Ruiz. Ning¨²n papel da fe de parte de su pasado. S¨®lo queda una fotocopia sellada y a buen recaudo.
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