Lo que dicen los intelectuales
Dec¨ªa Fernando Savater, precisamente, que cuando falta un intelectual se quiebra un punto de referencia, la sociedad se queda sin su opini¨®n, se echa de menos su actitud. El pensamiento es bienestar, y las ideas tambi¨¦n lo son; no hay una sola idea que siga siendo igual despu¨¦s de haberse puesto en discusi¨®n con otras. Ha pasado con grandes hombres que fueron fundamentales en nuestra generaci¨®n y, por fortuna, aunque se haya enflaquecido tanto la n¨®mina del pensamiento, sigue sucediendo. Recuerdo cuando muri¨® Bertrand Russell: un grupo de amigos canarios, entre los que estaba el inolvidable Domingo P¨¦rez Minik, decidi¨® hacerle un homenaje, como si hubiera sido nuestro, y all¨ª el propio P¨¦rez Minik lo dijo:-No se va un pensador, sino que nos vamos nosotros, porque lo que dec¨ªa nos hac¨ªa falta para seguir siendo nosotros mismos.
Hablando de un hombre como Bertrand Russell, precisamente, fue cuando Savater se refiri¨® a esa soledad del espejo de enfrente que se produce cuando de pronto esos puntos de referencia se evaporan en el vac¨ªo natural de la vida. Nos sucedi¨® con gente como Albert Camus, nos pas¨® con Jean Paul Sartre; entre nosotros suced¨ªa, por ejemplo, entre los que ahora ya est¨¢n muertos, con Juan Benet o con Juan Garc¨ªa Hortelano, y tambi¨¦n con seres humanos que no escrib¨ªan en los peri¨®dicos, o no eran tan notorios, pero eran esos personajes a los que uno se refer¨ªa, cuando ya no estaban, diciendo: "?Y qu¨¦ hubiera dicho de esto?". En las secciones de pol¨ªtica nacional o internacional de los peri¨®dicos y de otros medios informativos se sigue teniendo la costumbre, tan de los a?os setenta, de preguntar a estos creadores de opini¨®n su juicio sobre sucesos graves o importantes que afectan a la ciudadan¨ªa; a los ciudadanos del com¨²n les hacen encuestas, que luego se tabulan, pero a los intelectuales (en la reciente manifestaci¨®n de San Sebasti¨¢n escuch¨¦ a una mujer, mientras pasaba una columna donde hab¨ªa escritores: "Esos son los intelectuales") les preguntan, les piden art¨ªculos, y ellos se manifiestan de una u otra manera, aunque a veces callan porque no les interesan los asuntos o porque, simplemente, est¨¢n en otra cosa.
La reciente pero larga crisis que "est¨¢ sacudiendo los cimientos de Euskal Herria" (como se dice en un reciente manifiesto de intelectuales vascos) ha desatado multitud de opiniones, muy variadas pero, por fortuna, en gran medida coincidentes en la idea civil de la paz; los intelectuales, como se suele decir, "se han mojado", unos fueron a la manifestaci¨®n citada, otros escribieron en la prensa art¨ªculos de solidaridad con esa idea general del respeto a la vida ajena, y pocos se han quedado callados. Claro, los que no se prodigan como articulistas de prensa saltan primero a los ojos, porque uno no lee con frecuencia sus opiniones. No se puede negar que muchas veces se pregunta la gente: "?Qu¨¦ pensar¨¢ Fulano?", porque no quiere decir: "?Y por qu¨¦ no habla Fulano?". Pues esta vez han hablado, por escrito, personajes que suelen estar callados, porque su relaci¨®n con la prensa es de otro g¨¦nero o porque simplemente se reservan su opini¨®n. En este sentido, ha sido muy estimulante ver en el ruedo de las opiniones, entre los que no son frecuentes, a Eduardo Mendoza, Juan Mars¨¦ o Bernardo Atxaga. Mendoza titul¨® su art¨ªculo (en EL PA?S), muy significativamente, ?Basta ya!; Juan Mars¨¦ (en el Abc) escribi¨®: "Quisiera, en esta hora en que el totalitarismo de ETA mata a dem¨®cratas (...), enviar un mensaje de aliento a todos los vascos que reniegan de un radicalismo nacionalista asesino". Y Atxaga (algunos dicen: "?Y qu¨¦ dir¨¢ Atxaga?") fue el firmante primero, con su colega ?ngel Lertxundi, de un manifiesto de escritores y artistas vascos que contiene esta consideraci¨®n: "Toda la capacidad de decisi¨®n sobre su presente y su futuro reside, exclusivamente, en la sociedad civil. No podemos aceptar (...) que ETA trate, a trav¨¦s de la violencia, de suplantar la din¨¢mica democr¨¢tica de la sociedad vasca, pues en eso consiste, a fin de cuentas, el ¨²nico fundamento de la actividad de dicha organizaci¨®n. Es decir, no aceptamos las pr¨¢cticas amedrentadoras de ETA, descomunal insulto a la mayor¨ªa de edad de nuestra sociedad".
Habl¨® Atxaga, con otros, pero he visto en muy pocos sitios que se subrayara este manifiesto, por eso parece oportuno contribuir a decirlo: en Euskadi se vive en el peligro del silencio y de la desconfianza; hemos estado all¨ª algunos d¨ªas, hemos asistido a la sensaci¨®n que describe ese manifiesto, y nos hemos vuelto con la sensaci¨®n de que la prosperidad de la idea de la paz pasa por sumar tambi¨¦n a los que no piensan igual pero quieren vivir la libertad en paz. Un muro no sirve. Hay que romperlo.
No lo dicen s¨®lo los intelectuales, claro, pero est¨¢ bien que sean ellos los que lo pongan por delante, desde la primera fila que la sociedad les otorga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.