Un mal plan hidrol¨®gico para Espa?a
El Plan Hidrol¨®gico Nacional presentado por el ministro de Medio Ambiente al Consejo Nacional del Agua contiene la previsi¨®n de un trasvase de 1.000 hect¨®metros c¨²bicos de la cuenca del Ebro a las del Segura, J¨²car y cuencas internas de Catalu?a. Un ¨²nico dador y un ¨²nico destinatario: el arco mediterr¨¢neo. Eso es todo. Ah¨ª acaba la pol¨ªtica h¨ªdrica nacional de la que debe ser muestra el Plan Hidrol¨®gico Nacional.Cuando, como presidente de la Comunidad Aut¨®noma de Arag¨®n, me opongo radicalmente a este plan lo hago desde el ¨¢ngulo espec¨ªfico de los intereses de Arag¨®n, obviamente, pero sobre todo porque estoy convencido de que ¨¦ste es un mal plan hidrol¨®gico para Espa?a y que son sobre todo argumentos de ¨ªndole nacional los que acabar¨¢n por hacer que este plan se retire por el mismo ministerio que lo ha formulado.
Al plan comienza por faltarle credibilidad, porque es incoherente con la pol¨ªtica h¨ªdrica que hasta ahora ha formulado el Gobierno del Partido Popular. Este Gobierno, desde que era oposici¨®n, hizo de la aprobaci¨®n de los planes hidrol¨®gicos de cuenca bandera de oposici¨®n al Plan Hidrol¨®gico Nacional formulado en 1992 por el ministro Borrell. Con pronunciamientos favorables del Congreso y del Senado, consigui¨® que triunfara su tesis de aprobaci¨®n previa de los planes de cuenca que fueron efectivamente aprobados en el verano de 1998. Sin embargo, y sin que se tenga la m¨¢s m¨ªnima valoraci¨®n o experiencia acerca de la aplicaci¨®n tan reciente de estos planes de cuenca, se formula un proyecto de Plan Hidrol¨®gico Nacional, con lo cual, y a menos que se piense que la aprobaci¨®n previa era un mero requisito de precedencia cronol¨®gica, se produce una tremenda incoherencia con lo hasta ahora afirmado. Apl¨ªquense los planes de cuenca; implem¨¦ntense sus medidas de ahorro del recurso, de reutilizaci¨®n; si no son v¨¢lidos, rev¨ªsense; mej¨®rense las t¨¦cnicas de gesti¨®n de la demanda, pero hay que ser coherente con lo hasta ahora defendido con tanta vehemencia.
Y la incoherencia se prolonga si se tiene en cuenta lo escrito en el Libro Blanco del agua (diciembre de 1998). Entonces se dijo que hab¨ªa dos clases de cuencas desde el punto de vista del d¨¦ficit: unas con d¨¦ficit estructural y otras con d¨¦ficit coyuntural. Estas ¨²ltimas eran las que pod¨ªan equilibrar sus balances h¨ªdricos con la aplicaci¨®n de todas las medidas previstas (ahorro, obras hidr¨¢ulicas, reutilizaci¨®n, etc¨¦tera), mientras que las que ten¨ªan d¨¦ficit estructural s¨®lo pod¨ªan lograr el equilibrio mediante aportes externos.
La ¨²nica con d¨¦ficit estructural era la cuenca del Segura -?ser¨ªa por el origen murciano del responsable del libro?-, luego era leg¨ªtimo prever que, en su momento, s¨®lo la cuenca del Segura ser¨ªa recipiendaria de aportes externos de agua. Ahora, sin embargo, se pretende que el agua llegue al Segura pero a modo de peaje, se van dejando unas cantidades para el J¨²car y otras para las cuencas internas de Catalu?a, que seg¨²n el Libro Blanco pod¨ªan solucionar sus problemas con sus propios recursos. ?Qu¨¦ pensar del rigor del planificador ministerial?
Y, finalmente, la reforma de la Ley de Aguas de diciembre de 1999 plante¨® como cuesti¨®n estrella la introducci¨®n del mercado del agua mediante la cual -nos dec¨ªan sus propulsores- se producir¨ªa una gesti¨®n m¨¢s eficaz del recurso que se dirigir¨ªa a usos m¨¢s rentables econ¨®micamente, abandon¨¢ndose los poco productivos, con lo que la conclusi¨®n final ser¨ªa la de ahorro del recurso y falta de necesidad de realizaci¨®n de obras hidr¨¢ulicas, siempre tan impactantes. Pues bien, sin que se haya celebrado un solo contrato de cesi¨®n de derechos de uso de agua debido, en parte, a la misma pasividad ministerial que no ha aprobado las normas reglamentarias precisas para ello, se formula una pol¨ªtica pura y dura de trasvase, de obras hidr¨¢ulicas.
Ni aplicaci¨®n previa de planes de cuenca, ni coherencia con el Libro Blanco del agua ni aplicaci¨®n del mercado del agua. Las soluciones de siempre, imaginadas por los de siempre. Los mismos herederos ideol¨®gicos de los que en 1973 previeron un trasvase ?de 1.400 hect¨®metros c¨²bicos! del Ebro hacia la cuenca del Pirineo oriental amenazando con cat¨¢strofes m¨²ltiples si no se realizaba y a corto plazo. Arag¨®n se opuso un¨¢nimemente, nada se hizo, y el resultado ha sido que el desarrollo de Barcelona y de su ¨¢rea para s¨ª lo quisi¨¦ramos los habitantes de los inmensos desiertos interiores que una pol¨ªtica territorial err¨¢tica ha creado.
Y para ese resultado, un Plan Hidrol¨®gico Nacional consistente en el trasvase de una cuenca: ?para eso tantos a?os de estudio?, ?tantos contratos a consultor¨ªas de prestigio? ?Toda una legislatura de Gobierno del Partido Popular y el principio de otra para decir que con un trasvase del Ebro se acaba la degradaci¨®n de los acu¨ªferos de La Mancha occidental, la presi¨®n insoportable sobre el Guadalquivir por la puesta en regad¨ªo de cientos de miles de hect¨¢reas de olivo, el proceso de regresi¨®n del delta del Ebro, las concesiones abusivas de tantos lugares, las p¨¦rdidas insostenibles en los sistemas de abastecimiento urbano, la intrusi¨®n marina en los acu¨ªferos costeros, los vertidos ponzo?osos en los espacios naturales protegidos, la falta de reutilizaci¨®n efectiva de las aguas residuales, la ausencia de una pol¨ªtica m¨ªnimamente consistente de puesta en servicio de desaladoras, la falta de soluciones para nuestros regad¨ªos siempre en estado de espera...? ?Todo eso se arregla con un trasvase del Ebro?
La falta de an¨¢lisis de los problemas efectivos y de las t¨¦cnicas que pudieran ayudar a solventarlas es clamorosa. Ni una palabra se dedica a la desalaci¨®n en el Plan Hidrol¨®gico Nacional, y a m¨ª me hubiera gustado leer unas l¨ªneas en las que se respondiera a preguntas como ¨¦stas: 1. Coste de la desalaci¨®n cuando se combina con t¨¦cnicas de cogeneraci¨®n. 2. Aplicabilidad de ese coste a los abastecimientos urbanos y al regad¨ªo de vanguardia. 3. Problem¨¢tica de los impactos ambientales de las desaladoras.
La pretensi¨®n de comprar la aquiescencia de Arag¨®n con el caramelo de unas cuantas obras hidr¨¢ulicas es simplemente insultante. Las obras del Pacto del Agua se deben a Arag¨®n porque se incorporaron al Plan Hidrol¨®gico de la Cuenca del Ebro en febrero de 1996, todav¨ªa con Gobierno socialista y, por cierto, con la abstenci¨®n del Partido Popular. Posteriormente, el Gobierno popular no tuvo m¨¢s remedio que aprobar este plan sin cambiar una coma y las obras est¨¢n declaradas de inter¨¦s general. Ejec¨²tense y punto.
Pero es que, adem¨¢s, Arag¨®n ha entregado ya suficientes contrapartidas por ese pacto. Las contrapartidas son el olvido durante tanto tiempo. Las promesas no cumplidas. La situaci¨®n de las comunicaciones, en gran medida impropia de un pa¨ªs desarrollado. Las emigraciones obligadas de nuestros j¨®venes, que son nuestro futuro, que parece perderse irremisiblemente. Los desiertos interiores en nuestros valles y monta?as. ?sa es la contrapartida del Pacto del Agua que ya hemos pagado.
No es Arag¨®n, desde presupuestos ego¨ªstas y de guardia de un botijo imaginario, quien se opone a este remedo de Plan Hidrol¨®gico Nacional. Arag¨®n se ha adelantado a formular en voz alta lo que dentro de poco y desde muchos puntos de Espa?a constituir¨¢ un aut¨¦ntico clamor: que ¨¦ste es un mal plan hidrol¨®gico para Espa?a porque no trata sus verdaderos problemas con el m¨¦todo y la t¨¦cnica que es exigible para un documento que se formula para el siglo XXI.
Marcelino Iglesias Ricou es presidente de la Comunidad Aut¨®noma de Arag¨®n.
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