Los valores de la izquierda
Si a Adam Smith se le considera el portavoz de los intereses de la burgues¨ªa, y a Karl Marx el defensor de la emancipaci¨®n de los proletarios, ante esta alternativa Samuelson (Premio Nobel de econom¨ªa 1970) ha optado claramente por el primero. No hay m¨¢s opciones, salvo una s¨ªntesis de ambas tradiciones, a la manera, como lo mostr¨® Arthur Okun: "El conflicto entre la igualdad y la eficiencia es nuestra mayor disyuntiva socioecon¨®mica, y nos atormenta en docenas de aspectos de la pol¨ªtica fiscal. No podemos tener el pastel de la eficiencia del mercado y compartirlo por igual". Samuelson comenta de esta manera esa misma problem¨¢tica: si se elevan los tipos impositivos a la poblaci¨®n m¨¢s rica se tiende a reducir el esfuerzo y el ahorro de los m¨¢s adinerados. De igual modo, si el nivel de renta de los pobres se eleva bastante se consigue que no busquen trabajo con la suficiente intensidad y que subsistan demasiado tiempo acogidos a los programas de asistencia social. Efectivamente, parece bastante certero ese an¨¢lisis de Samuelson; sin embargo, id¨¦ntica dificultad hubieron de solventar los gobiernos de Suecia, Noruega, Finlandia; Dinamarca, etc; y en las ¨²ltimas d¨¦cadas han alcanzado simult¨¢neamente unas cotas muy altas de igualdad y eficiencia econ¨®micas.Por otro lado, Samuelson aporta la soluci¨®n: "Al romper hoy el c¨ªrculo vicioso de la falta de estudios, el elevado desempleo y las bajas rentas, habremos mejorado las cualificaciones y el capital humano de los pobres, lo que aumentar¨¢ su eficiencia ma?ana". Es cierta su observaci¨®n, mas si se desea romper verdaderamente ese c¨ªrculo vicioso los gobiernos habr¨¢n de intervenir en la econom¨ªa y no dejarlo todo al laissez-faire de los fisi¨®cratas y de Adam Smith; puesto que para que la clase baja alcance un buen nivel de preparaci¨®n, los estados tendr¨ªan que apoyar con suficientes fondos p¨²blicos la educaci¨®n estatal. Por lo cual, mientras en EE UU se destinen menos recursos a ese menester y a la sanidad estatal que en los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, quedar¨¢n rezagados en lo tocante a conseguir menor desigualdad social. No obstante, por desgracia, desde que los conservadores han llegado al poder en Espa?a, en vez de seguir las pautas de los pa¨ªses m¨¢s avanzados socialmente de Europa, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar est¨¢ siguiendo una pol¨ªtica educativa de talante conservador; es decir, tendente a favorecer la ense?anza religiosa y en detrimento de la escuela p¨²blica, laica y plural. En la Comunidad Valenciana se est¨¢ llevando a cabo esa misma actuaci¨®n con tal ¨ªmpetu que el Gobierno de Zaplana ha subvencionado hasta los colegios religiosos y neotridentinos del Opus Dei. De seguir esta situaci¨®n como hasta ahora o si se incrementa, se retroceder¨¢ en la deseable justicia y redistribuci¨®n m¨¢s equitativa de la riqueza; por las cuales, por cierto, lucharon con mayor empe?o Marx y Engels que Adam Smith, David Ricardo; Max Weber y Paul A. Samuelson.
A mi parecer, por la fraternidad o la limosna no disfrutaremos jam¨¢s de un tipo de sociedad m¨¢s igualitaria y menos violenta; por algo lo expres¨® con absoluta claridad Flaubert: "La fraternidad es uno de los m¨¢s hermosos inventos de la hipocres¨ªa social". Por consiguiente, habr¨ªamos de ser menos propensos a la limosna o a la caridad, de suyo tan hip¨®critas, y promover un tipo de comunidades humanas que, aunque produjesen menor riqueza, repartiesen sus bienes entre sus ciudadanos con mayor equidad. As¨ª pues, no hemos de repetir los errores -especialmente los ecol¨®gicos- del marxismo sovi¨¦tico, a la par de no dar por muertos los ideales de justicia y solidaridad de la izquierda. Ahora bien, no porque nuestros corazones rebosen de amor celestial, sino por la b¨²squeda del beneficio general que redunde en el particular. Los espa?oles, valga de ejemplo, ser¨ªamos m¨¢s felices en conjunto si el reparto de la riqueza nacional fuese m¨¢s justo. Atendiendo a esto, si en EE UU bajase la renta nacional en un 25%, pero repartiendo el 75% restante con el mismo grado de equidad que acostumbran los pa¨ªses m¨¢s avanzados socialmente, nos encontrar¨ªamos con una sociedad estadounidense m¨¢s feliz, justa y menos violenta. En consecuencia, se ha de preferir -lo cual muchos conservadores no quieren aceptar- disponer individualmente de menores recursos econ¨®micos y que, a cambio, se reparta m¨¢s equitativamente la renta. De ese modo, disminuir¨ªan el ¨ªndice de desheredados capaces de ponerte la navaja bien afilada en el gaznate. Por todo lo referido hasta ahora, los ideales igualitarios de la izquierda social, que favorecen una educaci¨®n y una sanidad p¨²blicas de calidad, son imperecederos. Y si estos ideales no nos convencen por motivos fraternales, s¨ª que nos debieran ilusionar, al menos, aunque s¨®lo fuese por atender al acicate del inter¨¦s general, que en la mejora de la educaci¨®n y la sanidad p¨²blicas repercutir¨¢ en la mejora de la calidad de vida particular de la mayor¨ªa de los espa?oles.
Raimundo Montero es profesor de Filosof¨ªa.
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