Unificaciones
Los temores que despert¨® hace diez a?os la unificaci¨®n alemana se han demostrado infundados. La nueva Alemania no amenaza a nadie, est¨¢ firmemente anclada en la Uni¨®n Europea y el asentamiento de su nueva situaci¨®n se ha producido en paralelo a los avances en el proceso de integraci¨®n europea. Su mayor problema es lograr que cicatrice la herida interna alemana dejada por el muro y una separaci¨®n de cuatro d¨¦cadas. Aunque se han hecho grandes progresos, las diferencias sociales y culturales entre el este y el oeste de Alemania son a¨²n pronunciadas.En las celebraciones de Dresde ha habido un gran ausente, Helmut Kohl, el hombre al que la historia se?alar¨¢ como el padre de la unificaci¨®n alemana, m¨¢s all¨¢ de los esc¨¢ndalos de financiaci¨®n irregular de su partido que le han salpicado en el ¨²ltimo a?o. Su audacia y su visi¨®n, como ha recordado Chirac, lograron unir a las dos Alemanias a un a?o escaso de la ca¨ªda del muro y -?qui¨¦n se acuerda ya de ello?- apenas unos meses despu¨¦s de que se propusiera un plan inicial que contemplaba un lento proceso de diez a?os. Kohl vio que se abr¨ªa una ventana de oportunidad, y por ella se tir¨® con el pleno apoyo de Washington y la ayuda de Gorbachov.
En la pr¨¢ctica no se trat¨® de una unificaci¨®n, sino de la entrada de los territorios del Este en la Rep¨²blica Federal y, de rebote, en la Comunidad Europea. Sin duda tuvo costes, pues la paridad establecida entre la moneda del Este y la del Oeste repercuti¨® en las posteriores dificultades econ¨®micas de la RFA y tambi¨¦n del conjunto de Europa.
Pero Alemania vive hoy satisfecha, con unas fronteras reconocidas por todos sus vecinos, formando parte por primera vez en su historia de la misma alianza militar que Francia y Polonia, sus tradicionales enemigos, y con una participaci¨®n m¨¢s activa en operaciones internacionales de paz. A sus aliados no les preocupa el poder¨ªo alem¨¢n, sino, si acaso, que Berl¨ªn haya reducido su presupuesto militar cuando Europa quiere dotarse de mayor autonom¨ªa en este terreno.
Alemania ha sabido conjugar su unificaci¨®n con la integraci¨®n europea al aceptar compartir la soberan¨ªa de su moneda con otros Estados y disolver ese s¨ªmbolo de la identidad alemana que es el marco en la moneda com¨²n. Del mismo modo est¨¢ normalizando su pol¨ªtica exterior, enmarcada en la naciente diplomacia europea, aunque a veces se comporte con la torpeza propia de los grandullones. Hoy, como proclamara Genscher, entonces ministro de Exteriores, tenemos esencialmente una Alemania europea, y no una Europa alemana. El reto ahora, como record¨® ayer el canciller Schr?der, es unificar las distintas Europas.
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