"?Queremos que los juzguen aqu¨ª en Belgrado y no en La Haya!"
Euf¨®ricos y borrachos de alegr¨ªa decenas de miles de manifestantes celebraron al anochecer la aparente retirada de las fuerzas del orden. Con la voz ronca de tanto gritar, cantaban Pobeda (victoria) y lanzaban hurras mientras se abrazaban los unos a los otros con las l¨¢grimas en los ojos. Muchos hab¨ªan acudido a Belgrado desde otras ciudades de Serbia. Ninguno olvidaba que todav¨ªa no hab¨ªa pasado el peligro porque quedaba por ver c¨®mo iba a reaccionar ante los hechos el Ej¨¦rcito, uno de los pilares del r¨¦gimen de Slobodan Milosevic.Muchos j¨®venes deambulaban por la noche por las calles de la ciudad exhibiendo como trofeos cascos met¨¢licos, porras y esposas abandonadas por las fuerzas antidisturbios. Mientras, los bomberos hab¨ªan logrado pr¨¢cticamente dominar los incendios que se hab¨ªan iniciado en el Parlamento y en el edificio pr¨®ximo a la sede de la televisi¨®n serbia, en poder de los manifestantes.
Lola Novakovski, una madre de familia que se hab¨ªa desplazado hasta la explanada del Parlamento federal junto a su marido y sus dos ni?os se dirigi¨® a los periodistas llorando: "Decid al mundo entero que los serbios se han sublevado. Hemos hecho nuestra revoluci¨®n para acabar con la ¨²ltima dictadura de Europa".
"?Queremos saber d¨®nde est¨¢n los Milosevic! Queremos que sean juzgados por los diez a?os de muerte y guerras que nos han hecho padecer", a?ad¨ªa Zoran, su marido. "Los vamos a juzgar aqu¨ª, en Belgrado, no en La Haya", a?adi¨®.
En relaci¨®n con el Ej¨¦rcito, la multitud experimentaba sentimientos encontrados que iban del optimismo al temor. "Es nuestro Ej¨¦rcito, el Ej¨¦rcito del pueblo", dec¨ªa un hombre con el aspecto de jugador de rugby que vest¨ªa para la ocasi¨®n su uniforme de reservista.
En la imponente iglesia ortodoxa de San Marcos, en las proximidades del Parlamento federal, las campanas sonaban de forma continua para saludar el levantamiento de los habitantes de la ciudad. En la calle, un pope en sotana, con la barba larga hasta el pecho, mostraba una matr¨ªcula met¨¢lica de polic¨ªa. "La he exorcizado (la polic¨ªa)", dec¨ªa con una sonrisa en los labios.
S¨ªmbolo de la venganza popular contra los Milosevic, un comercio situado en el centro de Belgrado y propiedad de su hijo Marko, hab¨ªa sido saqueada. "Es realmente un esc¨¢ndalo", advert¨ªa una pintada en rojo.
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