"La censura es algo normal en mi vida"
Zhang Yimou estrena 'El camino a casa', su ¨²ltima pel¨ªcula premiada en Berl¨ªn
Zhang Yimou mantiene una relaci¨®n de amor y odio con los que mandan en Pek¨ªn y con los responsables de algunas muestras poderosas europeas, como Gilles Jacob, el director de Cannes, que vet¨® hace dos a?os una de sus pel¨ªculas por considerarla propaganda del r¨¦gimen comunista. Vamos, que le dan por todas partes. A veces, tambi¨¦n, denuncia que la censura se pasa de la raya con ¨¦l, pese a que eso le suponga que se le proh¨ªba acudir a algunos lugares con sus filmes -como ocurri¨® con Keep cool, una comedia suya hace tres a?os, en Cannes tambi¨¦n-. Dice que ser famoso fuera le cuesta 14 o 16 lecturas de un gui¨®n antes de que se lo aprueben, cuando lo normal es que se lean tres o cuatro veces. "En China se censura por adelantado, no cortan luego las pel¨ªculas, lo hacen antes para que cuando se preparan uno mismo tienda a autocontrolarse", dice, tras su triunfo en Berl¨ªn."La censura es algo normal en mi vida, algo a lo que me he acostumbrado, vivo con ella y trato de vencer las dificultades lo mejor que puedo para seguir siendo el artista que pretendo ser", dice sonriente, acostumbrado tambi¨¦n a responder ese tipo de preguntas cada vez que cruza la frontera, procurando que se le muevan la menor cantidad de m¨²sculos de la cara posibles, una cara cuadrada, coronada por pelo en punta bien negro.
Otras veces carga las tintas contra quienes observan China desde fuera bajo una ¨®ptica exclusivamente pol¨ªtica y sin fijarse en otras virtudes. Es su estrategia, la que le permite mostrar desde su entorno historias universales de amor, marginaci¨®n, sobre el pasado, el presente, rurales, urbanas, que desentra?an los nudos de la gente, de la vida. "La vida es complicada y los individuos tambi¨¦n, pero se debe expresar con sencillez. En China decimos que si te detienes a observar una hoja caer, puedes ver el oto?o", cuenta Zhang, enemigo de los artificios. "Las historias tienden a sufrir demasiadas vueltas de tuerca y complicaciones para buscar efectos dram¨¢ticos y yo creo que hay que prescindir de esos m¨¦todos porque nos alejan de la gente com¨²n y de llegar f¨¢cilmente a la verdad de las cosas. Adem¨¢s, hay que dejar terreno al espectador para que imagine su propia pel¨ªcula". Lo dice quien puede presumir de capacidad para no andarse por las ramas, algo que se subraya como una de sus m¨¢s valiosas armas. Ir al grano. Para la crudeza y para la ternura, una mezcla que es la clave del encanto de El camino a casa, otra de sus obras maestras.
La pel¨ªcula cuenta una historia de amor entre un maestro de pueblo y una campesina que le conquista a base de delicias culinarias, sonrisas y largas esperas en los caminos. Ha costado 300 millones de pesetas, puestos en la mesa por la multinacional norteamericana Columbia. "No he sufrido ninguna imposici¨®n por trabajar con un gran estudio. He rodado el gui¨®n como yo quer¨ªa", asegura. El precio ha sido poco para lo que suele gastarse esta compa?¨ªa y poco tambi¨¦n en relaci¨®n a los 2.200 millones que le supuso a Zhang el montaje de la ¨®pera Turandot, de Puccini, junto al director de orquesta Zubin Mehta, en la Ciudad Prohibida, un espect¨¢culo que dio la vuelta al mundo por televisi¨®n en medio del asombro.
Hasta ahora, El camino a casa ha conseguido dos premios en el pasado Festival de Berl¨ªn -el del Jurado Ecum¨¦nico y el Oso de Plata del Gran Premio del Jurado-, que, por cierto, estaba presidido en la edici¨®n del 2000 por Gong Li, su musa en los grandes t¨ªtulos de una filmograf¨ªa legendaria, desde Sorgo Rojo, Ju Dou o La linterna roja, La joya de Shanghai o Qiu Ju, historia de una mujer china. "No hay ni ha habido en China una actriz tan grande como ella", admite Zhang, que fue su compa?ero sentimental durante a?os.
Dice que el periodo en el que se desarrolla parte de El camino a casa, en los a?os cincuenta, en plena revoluci¨®n cultural, "todos necesitaron coraje para aguantar como lo hicieron". Y sigue: "Mi pel¨ªcula no habla de las dificultades pol¨ªticas, es una historia muy com¨²n de aquellos tiempos. Los chinos la entienden perfectamente porque saben lo que supon¨ªa vivir entonces en los pueblos peque?os". Tambi¨¦n habla de ¨¦l: "Cuando mi padre muri¨® yo estaba viajando y no pude llegar a tiempo a su funeral, por eso parte de la historia est¨¢ basada en mis sentimientos de culpa al respecto".
El director, que pas¨® aquella ¨¦poca de su vida tambi¨¦n en una zona rural y en campos de trabajo, desde que cumpli¨® 16 a?os hasta que pudo estudiar cine en Pek¨ªn en 1978, muestra la existencia dura, contra los elementos y las circunstancias de los personajes que subyugan en El camino a casa. Y lo contrasta con una alegr¨ªa de vivir, o de sobrevivir, m¨¢s bien. Para eso, cambia los tonos del filme. La historia de los a?os cincuenta est¨¢ rodada en color, con optimismo, porque, dice, "los chinos piensan que no existe ninguna madre triste y porque los recuerdos, en la memoria, son m¨¢s fuertes que la realidad". La parte de los noventa, que nos sit¨²a r¨¢pidamente en el tiempo por la aparici¨®n de coches y por la presencia de un p¨®ster de Titanic en lo que es un lugar perdido, est¨¢ filmada en blanco y negro y en invierno. "No estaba planeado, pero en cualquier parte de China tienes estos carteles que prueban como pocas cosas la convivencia de la tradici¨®n con artefactos modernos, que ni siquiera sabe la gente lo que son. Nos ven¨ªa bien por eso y porque sit¨²a muy bien la ¨¦poca".
Todo en la pel¨ªcula est¨¢ mezclado con una especie de reivindicaci¨®n de la vuelta a lo esencial, en un pueblo aislado, donde Zhang dice que no ha pretendido extrapolar una visi¨®n general de China. "Es un lugar peque?o que no puede representar la realidad de todo un pa¨ªs hoy", dice, sin alzar la voz para posteriormente atacar: "Pero hay muchas cosas en mi pa¨ªs hoy que me deprimen. El mundo cambia muy r¨¢pidamente y hay una obsesi¨®n desmedida por el dinero, que ahora parece serlo todo all¨ª y que hace que se olviden otros aspectos tradicionales de nuestra cultura que a m¨ª me interesa reivindicar, porque no somos s¨®lo ganadores de d¨®lares superficiales". La tecnolog¨ªa no se salva de la quema. "Quiero volver a las cosas aut¨¦nticas, las esenciales. Quiero ense?ar la cercan¨ªa de las relaciones entre la gente, los sentimientos, no los ordenadores. Dentro de 200 a?os estaremos en un mundo en el que seguir¨¢n primando los sentimientos", cuenta. Quiz¨¢s esa radicalidad en reivindicar humanismo sea el secreto de su ¨¦xito universal.
Han quedado dos, bien avenidos y con la misma novia. Zhang Yimou y Chen Kaige son los dos representantes genuinos e internacionalmente reconocidos de la llamada Quinta Generaci¨®n, que desde mediados de los ochenta hasta hoy han ense?ado al mundo la China que ellos conocen y se han convertido, sobre todo Zhang, en cap¨ªtulo de oro de la historia del cine. Ambos coincidieron en la Academia de Cine de Pek¨ªn. Zhang comenz¨® como actor y operador de Kaige en pel¨ªculas como Tierra amarilla y The big parade. Luego, empez¨® a dirigir en 1989 y a ganar premios en el extranjero sin parar. Si participa en alg¨²n festival importante, los contrincantes saben que cuentan con una posibilidad menos, que Zhang siempre se lleva algo a casa desde que empezara su carrera con tres obras maestras reconocidas internacionalmente: Sorgo rojo, Ju Dou y La linterna roja. Las tres protagonizadas por su compa?era sentimental Gong Li, que a ra¨ªz de su relaci¨®n art¨ªstica con ¨¦l se hizo famosa en el mundo. Kaige tambi¨¦n dio muestras de genialidad en los noventa, sobre todo con su pel¨ªcula monumental Adi¨®s a mi concubina. Este ¨²ltimo ahora comparte su vida con Gong Li, que ha protagonizado su ¨²ltima pel¨ªcula, El emperador y el asesino, estrenada el pasado a?o en Espa?a.
Ambos directores, con su reconocimiento mundial, han conseguido tambi¨¦n que Occidente, en la ¨²ltima d¨¦cada, se interesara de manera especial por un cine del Lejano Oriente que no fuera s¨®lo el japon¨¦s. Ellos sembraron la semilla que continuaron otros en Taiwan, de donde sali¨® Ang Lee, por ejemplo, que despu¨¦s de lanzarse internacionalmente con El banquete de boda triunf¨® en Estados Unidos con obras como La tormenta de hielo o Sentido y sensibilidad; en Hong Kong, donde tambi¨¦n han pegado el salto Wayne Wang, autor de Smoke o John Woo, que tambi¨¦n se ha convertido en realizador de ¨¦xito en EE UU; Vietnam, de donde sale Anh Hung Tran, otra perla joven, de 38 a?os, triunfador en festivales europeos con pel¨ªculas como Cyclo, El olor de la papaya verde o ahora A la verticale de l'¨¦t¨¦.
En Jap¨®n, igualmente, suceden a las antiguas y brillantes generaciones de Akira Kurosawa, Nagashi Oshima o Shohei Imamura valores en alza como Takeshi Kitano, tambi¨¦n mimado en Europa, o ahora el joven Shinji Aoyama, director de Eureka, que en el pasado Festival de Cannes consigui¨® el premio de la cr¨ªtica internacional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.