Sevilla vive seis horas de fusi¨®n para convencer a indecisos
Elsa Gudmundsd¨®ttir exclam¨®, la noche del pasado s¨¢bado, al poner el pie en el estadio de La Cartuja de Sevilla: "Aqu¨ª est¨¢ la mitad de mi ciudad". A esta financiera de una empresa inform¨¢tica de Reikiavik (Islandia) se le contagi¨® ese gusto por exagerar de algunos andaluces que debe andar en el aire, ya que Elsa lleg¨®, por primera vez en su vida, a Sevilla en el AVE de las 22.30 y se meti¨® de cabeza en el concierto con el que se clausur¨® la XI Bienal de Flamenco. En la capital islandesa viven 80.000 personas y en el estadio entraron casi 8.000 espectadores.Con fusi¨®n, el macroconcierto con el que termin¨® la edici¨®n m¨¢s larga de la Bienal -58 espect¨¢culos en 16 escenarios durante 34 d¨ªas- se prolong¨® durante seis horas y, a pesar de que el sonido y la iluminaci¨®n no fueron los adecuados, cautiv¨® a un p¨²blico de lo m¨¢s dispar. Desde la financiera islandesa que venci¨® la fatiga de un largo viaje, hasta los aficionados del sector moderado -los m¨¢s puristas excusan su asistencia a todo lo que suene a fusi¨®n- que acudieron predispuestos a la cr¨ªtica y terminaron por marcarse un bailecito, cerveza en mano.
Por descontado, la mayor¨ªa que se situaba de la treintena para abajo tom¨® posesi¨®n de la pista delante de los escenarios -con capacidad para 4.000 personas de pie- y lo bail¨® casi todo. Citas como ¨¦sta dan la raz¨®n a los buenos aficionados cuando dicen que lo que importa no es la pureza, la innovaci¨®n o la revoluci¨®n del flamenco; sino que lo que se haga tenga calidad. Elsa, la visitante islandesa, lo tuvo claro. "Este cantaor que ha sacado a una orquesta marroqu¨ª", dijo refiri¨¦ndose a Enrique Morente, que sali¨® al escenario justo a la medianoche y estuvo hasta casi las dos de la madrugada. Primero cant¨® jondo; luego, con la Orquesta Andalus¨ª de Tetu¨¢n; m¨¢s tarde prest¨® su voz al bailaor Israel Galv¨¢n, y, por ¨²ltimo, se fundi¨® con los sonidos de los rockeros granadinos Lagartija Nick, viejos compa?eros de viaje con los que ha grabado discos como Omega.
Pero la noche comenz¨® con los jerezanos Enkay, una nueva formaci¨®n que cultiva la f¨®rmula aflamencada que tanto ¨¦xito le ha reportado a Navajita Plate¨¢, d¨²o que excus¨® su presencia en el concierto por enfermedad de El Pele.
Ketama consigui¨® los primeros destellos de calidez entre el p¨²blico con temas infalibles como No estamos locos o Agustito. La sorpresa de la noche fue la sinton¨ªa que Jos¨¦ Luis Figuereo, El Barrio, logr¨® con el p¨²blico. En el segundo tema ya los ten¨ªa a todos haciendo palmas en alto o con los encendedores en la mano.
"Parece m¨¢s un agitador socio-cultural que un cantaor flamenco", dec¨ªa una chica con acento gallego a su grupo de amigos refiri¨¦ndose a Diego Carrasco, uno de los m¨¢s aplaudidos de la noche. Comentario que, sin duda, le habr¨ªa gustado o¨ªr al abanderado del flamenco new age. El cantaor y guitarrista, autor de trabajos como Inquilino del mundo, estaba en boca de muchos cuando, a las dos de la madrugada, se apagaron las luces del estadio. Carrasco ejerci¨® de maestro de ceremonias en una formaci¨®n que agrupaba grandes m¨²sicos para los que la fusi¨®n no es algo postizo: Raimundo Amador (guitarra), Carles Benavent (bajo), Jorge Pardo (saxo y flauta) o Tino di Geraldo (percusi¨®n).
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