El Atl¨¦tico sigue en ruinas

S¨®lo un minuto se llevaba de partido y el debutante Marcos Alonso ya les ped¨ªa calma a sus jugadores a grito pelado. Y todo porque vio c¨®mo un jugador del Ferrol a punto estuvo de quedarse solo ante Toni. S¨®lo 24 minutos se llevaban de partido y el debutante Marcos Alonso ya mandaba saltar del banquillo a Cubillo para que fuera calentando. Y todo, sencillamente, porque el Atl¨¦tico estaba perpetrando un horror.Que el equipo de Segunda con m¨¢s presupuesto, con m¨¢s afici¨®n y con m¨¢s de todo lo que no sea buen f¨²tbol vive intranquilo, aplastado por la urgencia, era algo ya sabido. Por eso, quiz¨¢ convenga plantearse si el Atl¨¦tico atesora la calidad que se le supone. Lo mismo en ese terreno puede encontrarse alguna explicaci¨®n. Un ejemplo: al mando del equipo se pusieron ayer Juan G¨®mez y Roberto. Y lo que sali¨® de ah¨ª fue un espectacular d¨¦ficit de imaginaci¨®n, no superior, sin embargo, al que ha mostrado el equipo en otros partidos y con otros jugadores. Buena culpa de que el Atl¨¦tico no cayera estrepitosamente ante un rival, el Ferrol, que hace unos meses era grande en Segunda B -y al que ayer hicieron grande en Segunda- la tuvo Toni, que se empe?¨® en que el desastre no fuera a mayores. Sobre todo cuando sac¨® una mano prodigiosa y evit¨® que el disparo a bocajarro de Aira llegara a su destino.

Esa ocasi¨®n, como otras varias, cont¨® con la permisividad de una defensa temblona, que se desmoron¨® sin descanso. Una defensa que fue capaz de protagonizar el episodio del gol gallego, cuando una falta a unos metros del ¨¢rea provoc¨® tal caos que un sencillo pase al hueco dej¨® a Jordi frente a Toni, ante la mirada, sin duda expectante, de Llorens, privilegiado e inm¨®vil espectador de los acontecimientos.

Ocurri¨®, sin embargo, que en la siguiente acci¨®n Aguilera consigui¨® centrar, algo inhabitual ayer, y Correa cabece¨® en el segundo palo. El bal¨®n, tras tocar en un defensa, se fue a la escuadra. Aquel gol salv¨® al Atl¨¦tico. Y le dio cierto ¨¢nimo en aquello del arrojo, pues en cuanto a argumentos futbol¨ªsticos todo sigui¨® igual, aunque con loable esp¨ªritu. Apareci¨® Kiko, al que Marcos hab¨ªa dejado en el banquillo, para encabezar la heroica tarea que se avecinaba, tan heroica, eso s¨ª, como cualquiera con la que se enfrente el equipo estando como est¨¢. Al Ferrol le pareci¨® bueno aquel bot¨ªn y se ech¨® atr¨¢s. Hab¨ªa aguantado con la cabeza alta y al recular a punto estuvo de quedarse tieso. Un centro de Kiko lo cabec¨® Lard¨ªn ante un defensa al que s¨®lo le falt¨® aplaudir. Se fue alto el bal¨®n y aquella acci¨®n cerr¨® el habitual ejercicio de impotencia de un Atl¨¦tico que vive en la ruina, cubierto por la angustia y, a d¨ªa de hoy, enterrado en su incapacidad para unir a su f¨²tbol el adjetivo decente.