Visiones de Europa
La construcci¨®n europea carec¨ªa de visiones a largo plazo. Tales discursos, aunque no resulten coincidentes, sino todo lo contrario, han empezado a proliferar en los ¨²ltimos meses: primero, desde Par¨ªs y Berl¨ªn, con la discusi¨®n sobre la Europa federal; ahora se han sumado Aznar y Blair, y tambi¨¦n, agitando las aguas, el presidente de la Comisi¨®n Europea, Romano Prodi.Puede que tal debate no facilite las discusiones y las negociaciones en Biarritz esta semana y en el Consejo Europeo de Niza en diciembre, pero representan una bocanada de aire fresco justamente cuando la UE se plantea, como se?al¨® Blair el pasado viernes en Varsovia, ser m¨¢s en el futuro y hacer m¨¢s cosas: una forma brit¨¢nica de hablar del problema que supone conciliar ampliaci¨®n y profundizaci¨®n. Todo esto, sin embargo, est¨¢ alejado de la preocupaci¨®n de los ciudadanos.
Prodi ha puesto el dedo en la llaga al alertar contra el creciente avance de la construcci¨®n europea a trav¨¦s de la cooperaci¨®n entre Gobiernos y no del reforzamiento de las instituciones centrales de la UE, b¨¢sicamente la que preside. Ahora bien, no parec¨ªa el mejor momento para lanzar esta andanada, que se ha le¨ªdo como un ataque casi personal contra la figura del se?or Pesc, Javier Solana, por parte de una Comisi¨®n celosa. La Comisi¨®n necesita, antes que nada, recuperar su credibilidad perdida, poniendo orden en su casa, en la gesti¨®n de sus programas, y reconsiderar que si la pol¨ªtica policial, la exterior o la de defensa, no hubieran comenzado por una cooperaci¨®n entre Gobiernos, dado que ata?en a las entra?as de muchas idiosincrasias soberanistas, no hubieran tenido posibilidad de prosperar. Y si el Banco Central Europeo ha de tener un interlocutor econ¨®mico, no parece la situaci¨®n madura para que ¨¦ste se encuentre en una Comisi¨®n que ha de transformarse radicalmente, para ganar en eficacia y democracia.
Las propuestas de Blair, alej¨¢ndose tanto de una visi¨®n de la UE como mera zona de libre comercio como de la federalista, tienen inter¨¦s, sobre todo al venir de un responsable brit¨¢nico que no ha tenido empacho en hablar del deseo de una "Europa superpotencia". Junto al enfoque federalista alem¨¢n, es el mapa m¨¢s elaborado y trabajado, aunque pierda credibilidad ante las dificultades del primer ministro laborista para convencer a su ciudadan¨ªa de entrar en el euro. Sin duda ser¨ªa ¨²til reflexionar -aunque no necesariamente para elaborar una "declaraci¨®n de principios"- sobre qu¨¦ hace y qu¨¦ debe hacer Europa, o el debate sobre una segunda c¨¢mara europea, compuesta de representantes de los Parlamentos nacionales. No lo ser¨ªa tanto que el Consejo Europeo de jefes de Estado y de Gobierno fijara la agenda anual de la UE, pues socavar¨ªa as¨ª las atribuciones de la Comisi¨®n Europea. Finalmente, Blair se rinde ante lo inevitable, aunque controlable: acepta la Europa de geometr¨ªa variable; la de las "cooperaciones reforzadas".
Tambi¨¦n, tras a?os de reticencias, Aznar, en su reciente discurso en el Instituto Franc¨¦s de Relaciones Internacionales, oficializa una evoluci¨®n, razonable y m¨¢s inteligente que la anterior, de la posici¨®n espa?ola. El Gobierno no s¨®lo se muestra m¨¢s europe¨ªsta y m¨¢s constructivo, sino que retoma lo que nunca debi¨® dejar pasar a un segundo plano: la relaci¨®n de Madrid con Francia y Alemania, frente a la relaci¨®n con Londres, positiva, pero que no puede compensar las carencias del eje franco-alem¨¢n, mucho m¨¢s central.
Esta posici¨®n deber¨ªa ayudar en la negociaci¨®n sobre la nueva ponderaci¨®n de votos en el Consejo, donde Espa?a ha ido perdiendo posiciones con las ampliaciones de la UE de 1994; sin embargo, el ministro Piqu¨¦ se equivoca al anunciar que en esta reforma que se negociar¨¢ en Niza Espa?a aspira a ser uno de los cinco grandes de la UE. Y se equivoca porque ya lo era -el m¨¢s peque?o de los grandes-, aunque con el desenfoque de la pol¨ªtica de los gobiernos del PP perdiera terreno hasta el punto de llegar a parecer el m¨¢s grande de los peque?os.
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