Silencio
Todos los cr¨ªmenes son innecesarios, pero, si se trata de afinar en la afirmaci¨®n, a?adir¨¦ que unos resultan m¨¢s in¨²tiles que otros. La lista de v¨ªctimas de ETA ha alcanzado la cifra, desde su creaci¨®n all¨¢ por 1968, de 794 asesinatos. El ¨²ltimo ha sido el del fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa, Luis Portero. De igual modo, otras muertes, s¨®lo en apariencia menos dram¨¢ticas, asolan las costas andaluzas cada vez que una patera zozobra y vuelca en plena traves¨ªa. La bomba lapa y la bala en la cabeza tiene tan poco sentido como perecer sin remedio entre las aguas del Mediterr¨¢neo con el cuerpo hinchado y la mirada ciega. Entiendo que ambos casos no son comparables, pero si la sinraz¨®n del nacionalismo fan¨¢tico y homicida resuelve su locura matando por la espalda, no menos triste es dejar morir a esos despose¨ªdos de piel oscura que acaban en una playa como peces abatidos. La consecuencia es cruel y vergonzante: el reconocimiento y el luto apresurado para unos; el olvido y la indiferencia para otros. El miedo y la impotencia, la intolerancia y el odio son una aut¨¦ntica mordaza que nos aleja irremediablemente de la felicidad. Sami Na?r, eurodiputado franc¨¦s y autor, junto a Juan Goytisolo, del libro El peaje de la vida, nos recordaba el pasado lunes las letales consecuencias del terrorismo y de la xenofobia: "Es lamentable que los intelectuales no puedan hablar con libertad en el Pa¨ªs Vasco ni presentar un libro sobre la inmigraci¨®n en El Ejido". Hacerlo ser¨ªa un verdadero acto de provocaci¨®n o de imprudencia que muchos -quiero pensar que s¨®lo unos cuantos- jam¨¢s perdonar¨ªan. Pero el silencio es un precio muy alto y la libertad un bien demasiado valioso como para dejar de usarlo. En esto le doy toda la raz¨®n a Savater: como siempre, la soluci¨®n est¨¢ en la educaci¨®n y en las escuelas. Castigando a la kale borroca o encerrando a unos cuantos racistas miserables no se acaba con el problema del coche bomba o de los cuerpos que se pudren en la arena de una playa. Es una lenta tarea que los pol¨ªticos nacionalistas y los gobiernos implicados han de comenzar ma?ana, nada m¨¢s levantarse, cuando oigan el despertador y salgan de ese sue?o que envilece e ideotiza.
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