Revoluci¨®n ¨¦pica o revolc¨®n ef¨ªmero
El entusiasmo fue general en el mundo. En directo, por CNN, se ve¨ªan en las pantallas de todos los rincones del globo las im¨¢genes so?adas, retransmitidas desde Belgrado. Hab¨ªa gloria y hab¨ªa significado. El pueblo serbio tomaba el templo de los usurpadores, de quienes en su nombre sembraron de cad¨¢veres toda la regi¨®n de los Balcanes y de ese poder arrogante y mafioso de quienes se hab¨ªan enriquecido con procacidad extrema, sumiendo a la naci¨®n serbia en la miseria, la cara oscura de la historia.Cuando se supo que el Tribunal Constitucional yugoslavo constataba una mayor¨ªa absoluta del candidato de la oposici¨®n, Vojislav Kostunica, cuando dos d¨ªas antes hab¨ªa confirmado una mayor¨ªa relativa y, en un principio, estaba decidido a dar la victoria a Slobodan Milosevic, la gran revoluci¨®n democr¨¢tica, dec¨ªan, hab¨ªa triunfado. Hoy sabemos algo m¨¢s y no todo parece tan ¨¦pico como aquellas im¨¢genes. Ni ha muerto el perro ni se acab¨® la rabia.
No hac¨ªa falta, en realidad, pirueta tan prodigiosa de los m¨¢ximos ¨®rganos judiciales del r¨¦gimen para saber qu¨¦ tipo de instituciones exist¨ªan en Serbia. Como tampoco habr¨ªan sido necesarios tanto tiempo, tantos muertos, tanta impotencia y dolor para que la poblaci¨®n serbia y los pol¨ªticos europeos y norteamericanos hubieran tomado conciencia de la naturaleza de la organizaci¨®n criminal que hab¨ªa secuestrado al pa¨ªs y a la regi¨®n. Pero el asalto al Parlamento torn¨® las farsas en ¨¦pica pura. Las miserias, la moral y la econ¨®mica, ambas tan cotidianas en la sociedad serbia durante tantos a?os, incuestionadas salvo por algunos valientes, dieron paso a la imagen del supremo esfuerzo com¨²n de la bondad liberadora.
El humor de los seres humanos es caprichoso. En Serbia m¨¢s que en otros lugares. Quienes vitorearon a Milosevic por proclamar la necesidad de la guerra y el odio ¨¦tnico piden a su antiguo caudillo que se suicide. Quienes, como Vuk Draskovic, Zoran Djindjic o Vojislav Seselj, han sido c¨®mplices de Milosevic piden ya su nuevo papel en la pol¨ªtica serbia. Las leyes yugoslavas y serbias exigen, salvo bajo Milosevic, mucho equilibrio. Pero el ahora demostrado es tal que amenaza con no mover demasiado.
El gran peligro para la catarsis serbia, para que la naci¨®n asuma los cr¨ªmenes cometidos en su nombre y una nueva actitud, no est¨¢, empero, en las miserables operaciones de supervivencia de dirigentes de la oposici¨®n c¨®mplice. El peligro est¨¢ en la inexistencia de ese estado de conmoci¨®n, reflexi¨®n e introspecci¨®n imprescindibles para que Serbia sea capaz de restablecer una salud social y una ¨¦tica que rompan la tradici¨®n criminal que ha infectado a la naci¨®n bajo Milosevic. Porque ahora parece que todo lo sucedido es un error de gesti¨®n. Han pasado m¨¢s cosas.
Los acuerdos de ayer para las elecciones en diciembre son un ejemplo. Son fruto de una negociaci¨®n entre quienes mendigan poder a cambio de impunidad para asesinos. Si los vencedores han de buscar acuerdos as¨ª, la Uni¨®n Europea debiera pens¨¢rselo antes de abrazar con cari?o y dinero a quienes han ganado las elecciones, pero s¨®lo eso. En casi dos semanas, desmovilizada la oposici¨®n, el aparato de Milosevic ha tenido ocasi¨®n de destruir archivos, borrar pruebas y esconder, en suma, informaci¨®n que es poder. Parece que se hace todo por evitar que lo sucedido sea poco m¨¢s que un revolc¨®n para los serbios implicados en los cr¨ªmenes m¨¢s odiosos cometidos en Europa desde la ca¨ªda del nazismo.
Mal est¨¢ gestionando su victoria Kostunica y su d¨¦bil alianza. M¨¢s que posibilismo, lo suyo comienza a parecer compadreo entre quienes quieren combinar sin principios sus intereses. Peor lo har¨¢n si siguen creyendo que pueden poner una vela a Dios y otra al diablo. No se puede pedir la incorporaci¨®n a la Europa democr¨¢tica y proclamarse santuario de asesinos negando la cooperaci¨®n con el Tribunal de La Haya. Como no se puede contruir una democracia bajo la tutela de una satrap¨ªa supuestamente jubilada.
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