Arquitecturas y sombras RAFAEL ARGULLOL
Entre los artistas del Renacimiento era muy frecuente pintar la arquitectura de la ¨¦poca en sus lienzos. A trav¨¦s de los cuadros de Rafael, Botticelli, Mantegna o Perugino podemos hacernos una idea bastante aproximada de lo que eran los edificios emblem¨¢ticos de la ciudad renacentista. En algunos casos, como en el de Piero della Francesca, la pintura refleja ya no las nuevas construcciones, sino una visi¨®n ut¨®pica de la urbe del futuro, en la que ejerc¨ªan una funci¨®n primordial proporciones que se consideraban imprescindibles tanto para el cuerpo humano como para la arquitectura.La extrema idealizaci¨®n de estos cuadros, en los que los edificios y las ciudades parecen suspendidos en un aire ingr¨¢vido, encaja bien con la tendencia, hasta cierto punto sorprendente en un periodo de actividad fren¨¦tica, a preferir la idea sobre su realizaci¨®n material. El ejemplo art¨ªstico m¨¢s radical es el de Miguel ?ngel, obstinado en su vejez en se?alar la superioridad de la idea preconcebida, e incluso del bloque de m¨¢rmol, sobre toda posible estatua.
Pero Miguel ?ngel no era un caso aislado. En Leonardo se dan inclinaciones semejantes. Leon Battista Alberti, antes que ellos, ha asumido la superioridad de la idea arquitect¨®nica sobre la propia realidad de la arquitectura. A medida que se encamina hacia el final de su vida, Alberti muestra su predilecci¨®n por el proyecto, estadio intermedio perfecto entre una arquitectura puramente mental y una arquitectura realizada. Podr¨ªamos decir, casi, que Leon Battista Alberti inaugura, o al menos refina extraordinariamente, una "expresi¨®n art¨ªstica" que se desarrolla en los intersticios de las artes tradicionales: el proyecto arquitect¨®nico es arquitectura, pero tambi¨¦n dibujo, pintura y hasta cierto punto m¨²sica silenciosa. Como los edificios admirables que aparecen en los cuadros renacentistas, los proyectos abren la posibilidad de una arquitectura sin sombra.
Confieso mi entusiasmo por la arquitectura sin sombra. La contemplaci¨®n de ciertos proyectos arquitect¨®nicos nos introduce en una suerte de sue?o pitag¨®rico en el que la fr¨ªa exactitud acaba convirti¨¦ndose en c¨¢lida belleza. Uno puede configurar, adem¨¢s, una historia paralela de la arquitectura en la que los proyectos nunca realizados o mal realizados acompa?an a los edificios pintados en los cuadros. A todos ellos se les puede sumar el g¨¦nero fascinante de las arquitecturas ut¨®picas, aquellas construcciones concebidas por mentes m¨¢s atentas a la perfecci¨®n que a la posibilidad.
Sin embargo, esta historia paralela no ser¨ªa completa sin la aportaci¨®n moderna de la fotograf¨ªa arquitect¨®nica. Manuel Laguillo, experto en ¨¦sta, me ense?¨® a comprenderla durante una traves¨ªa americana. Me di cuenta de la lentitud casi exasperante que requiere este tipo de fotograf¨ªa, en abierto contraste con el v¨¦rtigo de otros g¨¦neros. Descubr¨ª, asimismo, su apabullante capacidad de transfiguraci¨®n. Las fotograf¨ªas hechas por Laguillo en Las Vegas, Denver o Atlanta apenas dejaban entrever la materia prima original: los vol¨²menes y los huecos revelados expresaban im¨¢genes completamente emancipadas.
La arquitectura fotografiada, como la pintada, est¨¢, por as¨ª decirlo, en el otro lado del proyecto: mientras ¨¦ste es el alma antes de encarnarse, aqu¨¦lla es un rescate que libera la forma del cuerpo en el que estaba prisionera. Desde ambas riberas se observa una arquitectura sin sombra.
De ah¨ª el acierto, incluso en el nombre, de la exposici¨®n concebida por Gloria Moure en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona. En ella, la arquitectura sin sombra -t¨ªtulo de la exposici¨®n- est¨¢ representada por algunos de los mejores fot¨®grafos actuales: Burkhard, Gursky, Sugimoto y Ruff. Ciertas obras son excepcionales: las fotograf¨ªas de Andreas Gursky en las que se refleja el Hong Kong Shangai Bank de Norman Foster o las de Hiroshi Sugimoto sobre la Iglesia de la Luz de Tadao Ando. Quien se entusiasma por la historia paralela de la arquitectura disfrutar¨¢ con la contemplaci¨®n de esos edificios reducidos a dos dimensiones. Pero quien sospeche de la propensi¨®n de la arquitectura moderna a dejarse fotografiar encontrar¨¢ en esas hermosas fotograf¨ªas nuevos argumentos: el proyecto, la construcci¨®n ut¨®pica, el edificio pintado o fotografiado pueden estar abismalmente alejados del cuerpo arquitect¨®nico, de la arquitectura con sombra.
Y con sombras.
Este ha sido, en cierto modo, el destino tr¨¢gico de la arquitectura del siglo XX, bella sin sombra, brutal cuando se presenta con todas sus sombras ante nuestros ojos. Naturalmente, esto tambi¨¦n es cierto para siglos anteriores, aunque nunca con la masividad y esquizofrenia del que ahora se cierra. Si lo trazamos a partir de la historia paralela, el balance es maravilloso: proyectos prodigiosos, utop¨ªas sin precedentes, singularidades exquisitos que nos recuerdan, fotografiado, el testimonio de grandes creadores. Si, por el contrario, lo que tenemos en cuenta es el cuerpo arquitect¨®nico, ese cuerpo aparece mutilado y corrompido a trav¨¦s de edificios s¨®rdidos, barrios apestados y meg¨¢polis sin soluci¨®n. Entonces los creadores quedan desbordados por los bur¨®cratas y los especuladores.
Sin sombra, poseemos una bella arquitectura. Con sombra, es una arquitectura sin alma.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.