Zapatero
Los expertos en imagen han estudiado a conciencia el "producto Zapatero". Naturalmente, no se han puesto de acuerdo. Unos dicen que la ropa le viene holgada y que necesita un sastre. Seg¨²n otros, en cambio, viste como la clase media, "ni de pana ni tampoco de Armani. Elegante, pero sin llegar a los extremos de Aznar". Pero es que Aznar siempre parece que va de boda, dice alguien. Todos parecen coincidir en que Zapatero levanta los hombros y curva la espalda.Describiendo el primer y breve encuentro con Aznar, un experto observa que Zapatero "comenz¨® ase¨¢ndose". Se refer¨ªa a los gestos del l¨ªder del PSOE para abrocharse la chaqueta y que el experto interpret¨® como signo de "debilidad o miedo". Al leer esto, romp¨ª a reir. Don Quijote destruy¨® de un tajo la celada que tanto le hab¨ªa costado hacer, la rehizo y sin querer volverla a probar, "la disput¨® y tuvo por celada fin¨ªsima de encaje". Pues eso. Suspenso en psicolog¨ªa, se?or experto. El gesto t¨ªmido y a la defensiva (puesto que lo fuera el del se?or Zapatero) puede ser fruto del m¨¢s fr¨ªo c¨¢lculo. El interlocutor acaso se apresure a sacar conclusiones para, a rengl¨®n seguido, verse desconcertado por una andanada que la presunta v¨ªctima acompa?a con un dedo acusador. Todas estas observaciones sobre indumentaria, gestos, voz, mirada, son sumamente subjetivas, por lo que el estudio de la imagen es la ciencia inexacta por excelencia. Empieza por ignorar que el efecto que causamos no es el mismo sobre casi la mitad del censo que sobre un poco m¨¢s que la otra mitad, las mujeres. (Zapatero es hombre, por si alguien no se ha enterado). ?Hombros ligeramente alzados, espalda algo ca¨ªda? En un hombre de 1,84 de estatura pueden resultar tremendamente er¨®ticos para un alto n¨²mero de f¨¦minas y atractivo para muchos hombres y mujeres. Tal vez se trate de un atavismo. Un hombre erguido como un palo no produce la impresi¨®n de estar en guardia, sino a lo sumo, de guardia: un centinela. En cambio, lomo hundido, hombros un tanto alzados: fiera al acecho, comida para el clan. Por otra parte, un rostro dulce, una mirada azul clara (Zapatero) pueden inspirar simpat¨ªa y ternura privadas y retraimiento p¨²blico. Te quiero por fr¨¢gil, pero por lo mismo no te voto. Pero si el portador de estos atributos abre la boca y lo hace con inesperada energ¨ªa y discurso cortante, entonces lo tiene todo. Te quiero y te voto.
?Que he estado especulando? Claro. Como los expertos en imagen. Podr¨ªa f¨¢cilmente llenar el art¨ªculo con estos artificios psicol¨®gicos. En los personajes p¨²blicos cuenta la personalidad y ¨¦sta no depende del nudo de la corbata. Desnudo, nadie tiene personalidad ni carisma; c¨®mo se obtienen en el acto de vestirse, es un tanto misterioso.
Otras cosas me interesan hoy del se?or Zapatero. Inquietantes. Es el n¨²cleo de la rendici¨®n incondicional a la doctrina que se est¨¢ convirtiendo en la nueva ortodoxia. Ya tirios y troyanos convienen en que la justicia en esta tierra se basa en dos pilares: la igualdad de oportunidades y el individualismo creador. El resto ser¨¢n tortas y pan pintado. Preg¨²ntenselo a los se?ores Aznar y Zapatero, si es que no les leen o escuchan asiduamente.
Igualdad de oportunidades. Empecemos por ah¨ª. ?Igualdad de oportunidades sin trampa ni cart¨®n? ?No tiene eso un tufillo a darwinismo social? ?Sobre todo si a esa igualdad le a?adimos la glorificaci¨®n del individuo creador? ?Y si las tortas y el pan pintado significan, que s¨ª que significan, un pan bajo el brazo para quienes no encajen en el maravilloso esquema? ?Es eso lo que nos prometen? ?Adam Smith con un pan bajo el brazo? Mucho me temo que s¨ª y m¨¢s me temo que me llamen por eso demag¨®gico. Con todo, yo les invitar¨ªa a que se leyeran The Rise of the Meritocracy (Michael Young) en que el colpaso del nuevo dogma tiene lugar en 2.034.
?C¨®mo se proponen llegar a la igualdad de oportunidades? ?Echando mano de la gen¨¦tica? ?Clonar¨¢n la inteligencia -a una determinada altura- de las nuevas generaciones? No abordar¨¦ las intrincadas derivaciones del caso porque es innecesario. En efecto, ?qu¨¦ hacemos del factor medioambiental?
La igualdad de oportunidades empieza en el parvulario y en casa. El v¨¢stago de una familia culta, que crece entre libros, buena m¨²sica, buena conversaci¨®n y sin T¨®mbola ni los Iglesias, arranca con una enorme ventaja sobre otro chico que crece rodeado de mal gusto. Obs¨¦rvese que ni siquiera divido a los ni?os en pobres y ricos. En la sociedad del conocimiento, que es la que se impone, la diferencia estar¨¢ entre ni?os de familia culta y ni?os de familia inculta. Pues el "hombre nuevo" del neoliberalismo, en el siglo XXI, es un emprendedor, s¨ª; pero un emprendedor en un ¨¢mbito altamente tecnificado. Y m¨¢s. Emprendedor no significar¨¢ empresario, salvo en pocos casos. Los Carnegie son producto del siglo XIX, no del XXI. Empresarios, propietarios, grandes accionistas... Son los t¨¦cnicos los que mandan en la gran empresa, algo que ya dijeron hace a?os autores como Galbraith, Toffler y otros procedentes del capitalismo m¨¢s avanzado y al que, al parecer, aspiran unos y otros, el PP de Aznar y el PSOE de Zapatero. Los t¨¦cnicos. O como les llam¨® Toffler, los integradores. O sea, tecn¨®logos y bur¨®cratas administrativos. Preguntado el ejecutivo jefe de la Bendix Corporation si le gustar¨ªa poseer la empresa contest¨® que ¨¦l quer¨ªa el control, no la propiedad. El control lo ten¨ªa. En la junta de accionistas contaba con el 97% del voto. Con s¨®lo 8.000 acciones. (Citado por Toffler).
Igualdad de oportunidades en la sociedad del conocimiento, l¨¦ase de la especializaci¨®n. Los mismos derechos de poco sirven si la posibilidad de ejercerlos no es la misma para todos. ?C¨®mo se crean las condiciones para que el ni?o, todo ni?o, desarrolle por igual sus facultades en el hogar, y en la escuela y en su inmediato entorno social? Sin esas condiciones previas le medici¨®n del cociente mental es una risa, algo que ya sab¨ªan en pleno siglo XVIII (lejos de la sociedad del triunfo del conocimiento), "gente" como Hume, Helvetius, Concordet, Turgot...
Y la glorificaci¨®n del individuo creador, o sea, del individuo, se?or Zapatero. Sociedad de carrera de ratas para unos y de derrotados para otros. O sea, como ahora, pero con una paternalista hogaza para los derrotados. Mis tendencias tribales son escasas, pero no acabemos de caer en el otro extremo, una sociedad de lobos solitarios donde uno se abre camino a dentelladas; una sociedad en la que, como dijo Fromm, unos y otros se contemplen como objetos que explotar en beneficio propio. El mismo Hobbes redivivo se arrepentir¨ªa de haber escrito su Leviat¨¢n. El individualismo est¨¢ bien, pero dentro de unas normas que no son precisamente las del neoliberalismo. Plat¨®n se acerc¨® m¨¢s a un marco aceptable, con todos los reparos que le podamos hacer.
Nos cae bien el se?or Zapatero y deseamos fervientemente que rectifique o que se explique mejor. Y, por todos los santos, no vuelva a hablar de socialismo libertario si no quiere usted terminar en mero invento. La igualdad de oportunidades no habr¨ªa fraguado en su caso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.