Carles Fontser¨¨, el ¨²ltimo mohicano XAVIER MORET
A Carles Fontser¨¨ le delata la mirada. Tiene 84 a?os, una barba poblada y muchas batallitas a sus espaldas, pero su mirada sigue siendo viva y mantiene la expresi¨®n ilusionada de un ni?o. Cuando empieza a hablar, parece mentira que una vida d¨¦ para tanto. Ha sido cartelista, ilustrador, escen¨®grafo, decorador, dibujante, pintor, fot¨®grafo, escritor... y sigue en la brecha. Hasta el 15 de noviembre puede verse una completa muestra de su obra en el Pati Llimona. Cuando en la inauguraci¨®n le entregaron un premio a su trayectoria, Fontser¨¨ volvi¨® a exhibir su tradicional modestia. "De los dibujantes de mi generaci¨®n, yo no era el m¨¢s importante", dijo. "Los hab¨ªa mejores que yo, pero yo era el m¨¢s joven. Mi m¨¦rito, pues, es el de la resistencia, ya que he aguantado m¨¢s que los otros".Sorprende en el recorrido por la exposici¨®n lo mucho que ha guardado Carles Fontser¨¨ a lo largo de los a?os. De antes de la guerra civil s¨®lo hay reproducciones de sus famosos carteles para la FAI, la CNT o la UGT, ya que tuvo que marcharse al exilio con lo puesto, pero conserva los dibujos realizados en el campo de concentraci¨®n de Saint Cyprien y en Par¨ªs, las escenograf¨ªas para la obra sobre M¨¦xico que hizo con Cantinflas, las ilustraciones de ediciones literarias, los c¨®mics que dibuj¨® en Estados Unidos, las colaboraciones con Dal¨ª, las fotos de Nueva York y de otras ciudades norteamericnas, y los carteles que dise?¨® a su regreso del exilio, como el del "ja s¨®c aqu¨ª", el retorno de Tarradellas y el de un congreso sobre literaturas del exilio republicano encargado por la Universidad Aut¨®noma de Barcelona en 1998.
"En mi vida he sido muy desordenado, pero de mi obra he procurado siempre conservarlo todo", comenta Fontser¨¨. Y es cierto que no s¨®lo conserva, sino que en su mas¨ªa de Porqueres lo tiene todo perfectamente ordenado. Con la inapreciable ayuda de Terry, su esposa, Carles Fontser¨¨ ha sabido organizar un archivo que resume lo mucho que ha vivido. Ah¨ª est¨¢ todo. En sus libros, por otra parte, Fontser¨¨ exhibe asimismo una memoria prodigiosa, detallista, ya que no s¨®lo no se le escapa ning¨²n dato, sino que consigue transmitir una visi¨®n personal del exilio, a menudo muy distinta de la de los canales oficiales. En 1995 sali¨® el primer volumen, Mem¨°ries d'un cartellista catal¨¤ (1931-1039), y en 1999 lleg¨® una jugosa segunda parte, Un exiliat de tercera. A Par¨ªs durant la Segona Guerra Mundial, que caus¨® pol¨¦mica por su particular exposici¨®n del exiliado de a pie, del que ten¨ªa que ganarse la vida sin apoyos, y por su visi¨®n optimista del Par¨ªs ocupado por los nazis. Ahora est¨¢ ultimando la redacci¨®n del tercero, que no tardar¨¢ en entregar a su editor de Proa.
Cuando se le visita en su casa medio oculta entre los bosques, junto al lago de Banyoles, uno no puede menos que sorprenderse de la vitalidad que exhibe Carles Fontser¨¨. Tras el largo exilio, volvi¨® a Catalu?a en 1973, cuando ten¨ªa 57 a?os, y desde entonces ha vivido en esa casa en plena comuni¨®n con la naturaleza. "Talo pinos y fomento robles y encinas", afirma. "Estoy casado desde hace 50 a?os y no tengo hijos. Soy un rojo republicano, un independentista catal¨¢n y un humanista libertario". Ah¨ª es nada.
En la exposici¨®n del Pati Llimona pueden verse trazos de esa vitalidad irrenunciable de Carles Fontser¨¨, sea en el rostro crispado de un campesino con la hoz en la mano, en la mueca tr¨¢gica de un refugiado o en los dibujos que realiz¨® en distintas etapas de su vida.
Nacido en 1916, Carles Fontser¨¨ empez¨® a ganarse la vida como dibujante a los 15 a?os, colaborando en distintas publicaciones. Con el estallido de la guerra civil, contribuy¨® a la causa republicana con carteles de denuncia que han pasado a la historia. A partir de julio de 1936 form¨® parte del Sindicato de Dibujantes Profesionales y en 1937 se incorpor¨® como combatiente en las Brigadas Internacionales. M¨¢s adelante form¨® parte del Comisariado de Propaganda de la Generalitat.
Cuando se march¨® al exilio, en 1939, Fontser¨¨ cruz¨® la frontera en compa?¨ªa del presidente Companys y de todo el Gobierno catal¨¢n. Lo ¨²ltimo que hizo antes de abandonar Catalu?a fue una pintada en la que pod¨ªa leerse: "Fascistas, hijos de puta". Todav¨ªa ahora, m¨¢s de sesenta a?os despu¨¦s, mantiene vivo su esp¨ªritu de rebeld¨ªa y sus ansias de compromiso y de solidaridad. Es algo que puede verse en la exposici¨®n del Pati Llimona y en las p¨¢ginas de sus interesantes libros. "Yo cuento las cosas como pasaron", dice. "Con los a?os se va imponiendo una versi¨®n oficial, pero yo lo viv¨ª de primera mano y cuento lo que pas¨® tal como lo vi".
Carles Fontser¨¨ pasea entre su obra expuesta con esa mirada a medio camino entre la ilusi¨®n del creador y la incredulidad del que ve reunidos cerca de setenta a?os de generosa actividad profesional. Es mucho lo que ha hecho, pero ¨¦l prefiere mirar hacia delante, hacia lo que a¨²n le queda por hacer. Su pr¨®ximo libro, por ejemplo, en el que pone ahora todo su empe?o. Los que tenemos la suerte de conocerle sabemos que Carles Fontser¨¨ nunca se rinde y siempre dice lo que piensa. Quedan pocos como ¨¦l. En cierto modo es como el ¨²ltimo mohicano.
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