Caen todas las barreras
La espada de Damocles (o la de los tiempos) ha ca¨ªdo sobre el cupo de jugadores extracomunitarios en Italia, uno de los mercados m¨¢s apetecidos del futbol mundial. Hace cinco a?os, la sentencia Bosman le cambi¨® la cara y las reglas a un deporte tradicionalmente poco amigo de los cambios. Ahora, la sentencia Ekong derriba las normas que discriminaban entre un jugador comunitario y uno extracomunitario, entre un ucranio y un turco.Dentro de poqu¨ªsimo tiempo, los m¨¢ximos organismos de esta gran empresa que se llama f¨²tbol, deber¨¢n adecuarse a las directivas que la Uni¨®n Europea dicta para sus trabajadores: un jugador podr¨¢ rescindir su contrato con su club, si otro le ofrece m¨¢s posibilidades o si ha decidido que ya no puede seguir trabajando con ese entrenador.
Son tiempos nuevos, soplan aires de cambio. Hay quienes piensan que todo el organismo del f¨²tbol est¨¢ en peligro de extinci¨®n. En contra de esta tesis, apuntan los efectos de la sentencia Bosman: los clubes grandes siguen siendo grandes y los chicos de vez en cuando asoman la cabeza, como ocurre con el Udinese y el Atalanta, los dos primeros clasificados en la Liga italiana.
El efecto domin¨® podr¨¢ alcanzar a otros pa¨ªses de la UE con limitaciones en el n¨²mero de extracomunitarios. En Espa?a se puede contratar un m¨¢ximo de seis, con cuatro en el campo.
En Inglaterra no hay l¨ªmite a los fichajes, sea cual sea su procedencia, pero en los partidos no pueden jugar m¨¢s de tres extracomunitarios al mismo tiempo.
En Grecia tampoco hay l¨ªmite para los fichajes y son seis los extranjeros que pueden jugar por equipo en cada partido.
En Holanda, B¨¦lgica y Portugal no existen l¨ªmites ni al fichaje ni al empleo de los extracomunitarios, como ahora se pretende en la Liga italiana tras la sentencia dictada por el tribunal de Reggio Emilia, un paso que para muchos clubes, con el Milan a la cabeza, supone una conquista semejante a la alcanzada hace cinco a?os tras la denominada sentencia Bosman.
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