Navidades
Se extra?ar¨¢n ustedes del t¨ªtulo de esta columna publicada un 10 de noviembre. Pero seguro que ya habr¨¢n visto tiendas adornadas con motivos navide?os, quiz¨¢ hayan comprado loter¨ªa del gordo y muy probablemente su empresa est¨¢ organizando la noche de Reyes para sus hijos. Mes y medio antes de esta celebraci¨®n del cristianismo, la invasi¨®n del gran circo del comercio de sentimientos ha echado a andar. Lejos quedan la emoci¨®n del montaje artesanal de los belenes o los nervios de las cabalgatas de Reyes antes de que las retransmitieran las televisiones y los ni?os permanecieran en casa para verlas a trav¨¦s de una v¨ªdeoconsola. Hoy los Magos llegan en noviembre y acuden a los grandes almacenes y no a los balcones. Toda fiesta responde a una liturgia, a unos ritos y sobre todo a una puesta en escena. Tanto si la conmemoraci¨®n es religiosa como si procede del paganismo, la fiesta ha de respetar un calendario. ?Se imaginan el Misteri en febrero o las Fallas en agosto?El cambio de las estaciones, las cosechas, la situaci¨®n del sol o de la luna constituyen elementos imprescindibles de la magia de una fiesta. Sin poes¨ªa la festividad pasa de ser una representaci¨®n a convertirse en una parodia o en una burda imitaci¨®n de los norteamericanos. Como ha ocurrido, por ejemplo, con la noche de Halloween. Hace a?os acud¨ª a presenciar ritos impresionantes de la Semana Santa como los empalados de La Vera cacere?a o els pelegrins de Les Useres, en Castell¨®n. En ambos casos sus oficiantes desafiaban la presencia de c¨¢maras fotogr¨¢ficas y llegaban a enfrentarse a los forasteros para que respetaran las reglas del juego. "Estamos asistiendo a una celebraci¨®n y no a una mascarada", sol¨ªan exclamar ante la presencia de los turistas. Desde mi actitud laica sus exclamaciones me parec¨ªan entonces propias de integristas religiosos. Ahora que las Navidades se han convertido en un inmenso negocio y que en apenas unas d¨¦cadas han perdido todo su sentido, pienso que aquellas personas s¨®lo defend¨ªan el misterio, el encanto y las se?as de identidad de una fiesta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.