La dura batalla por el poder en la Uni¨®n Europea
Los pa¨ªses grandes exigen contrapartidas a los peque?os tras perder uno de los primeros pulsos
Los 15 pa¨ªses de la Uni¨®n Europea viven estas semanas uno de los pulsos m¨¢s re?idos de su historia. La prevista ampliaci¨®n de la UE en los pr¨®ximos a?os hace necesario un reequilibrio en los mecanismos de adopci¨®n de decisiones, es decir, un nuevo reparto del poder entre los pa¨ªses que se plasmar¨¢ en un nuevo Tratado de la Uni¨®n.Hasta el momento, los avances han sido escasos, pero el tiempo apremia, porque el plazo concluye los d¨ªas 7, 8 y 9 de diciembre. Todo el mundo apuesta por una soluci¨®n de ¨²ltima hora en la cumbre europea que se celebrar¨¢ esos d¨ªas en Niza (Francia), donde la presidencia europea de turno, la francesa, se juega su prestigio.
En la anterior cumbre europea de Biarritz, celebrada el mes pasado, qued¨® claro que el pulso se centraba fundamentalmente entre los pa¨ªses peque?os y los grandes. A lo largo de las sucesivas ampliaciones de la UE, los pa¨ªses grandes han ido perdiendo peso frente a los peque?os en dos terrenos fundamentales. De un lado, en la Comisi¨®n Europea, el Ejecutivo comunitario, donde las decisiones se toman por mayor¨ªa en un colegio en el que cada pa¨ªs cuenta con un comisario, salvo los grandes (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Espa?a), que tienen dos. De otro, en el Consejo de Ministros, donde las decisiones se adoptan casi siempre por unanimidad o por mayor¨ªa cualificada. En el Consejo, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido tienen diez votos cada uno; Espa?a, ocho; B¨¦lgica, Grecia, Portugal y Holanda, cinco; Austria y Suecia, cuatro; Dinamarca, Irlanda y Finlandia, tres, y Luxemburgo, dos.
Ni en uno ni en otro caso el peso de cada pa¨ªs guarda una proporci¨®n matem¨¢tica con la demograf¨ªa. Tampoco nadie aspira a ese objetivo ("no es un problema demogr¨¢fico, sino pol¨ªtico", insiste el canciller alem¨¢n, Gerhard Schr?der), porque el desequilibrio entre unos y otros har¨ªa inmanejables las instituciones, pero los grandes s¨ª aspiran a ganar un mayor poder de decisi¨®n frente a los peque?os.
De existir esa relaci¨®n directa entre votos y demograf¨ªa, Alemania, con 82 millones de habitantes, tendr¨ªa 381 votos teniendo en cuenta que Luxemburgo, con s¨®lo 429.000 habitantes, dispone de dos votos. El campo de batalla se presenta fundamentalmente en tres frentes absolutamente interconectados y que quedaron sin resolver en el anterior Tratado de Amsterdam (1997): el tama?o de la futura Comisi¨®n, el n¨²mero de votos que debe tener cada pa¨ªs en el Consejo de Ministros y los temas que debieran acordarse por mayor¨ªa cualificada y no por consenso.
Hasta ahora, todos los pa¨ªses que se han ido incorporando a la UE han tenido "derecho" a tener al menos un comisario en el Ejecutivo comunitario. Los pa¨ªses grandes, y especialmente Francia y Alemania, sostienen que la Comisi¨®n cuenta ya con un excesivo n¨²mero de comisarios (20 en total), y prefieren plantearse un equipo no superior a 12 o 15 comisarios.
De mantenerse ese "derecho" practicado hasta ahora, la prevista ampliaci¨®n derivar¨ªa en una Comisi¨®n con al menos 28 o 30 comisarios, contando con que los grandes renunciaran a seguir teniendo dos. Para Pierre Moscovici, el ministro franc¨¦s de Asuntos Europeos, este panorama convierte a la Comisi¨®n en un ¨®rgano "ingobernable". Para los pa¨ªses peque?os, como Finlandia o Irlanda, es "un principio irrenunciable" seguir teniendo un comisario por cada Estado miembro, porque consideran imprescindible que en el Ejecutivo de la Uni¨®n est¨¦n presentes todas las "sensibilidades" de Europa a la hora de poner en marcha o rechazar iniciativas legislativas.
En Biarritz qued¨® de manifiesto que las posiciones al respecto eran radicalmente opuestas. Tanto es as¨ª que la presidencia de turno de la UE present¨® el pasado d¨ªa 3 un borrador con sus propuestas provisionales sobre las reformas institucionales que se estudiar¨¢n en Niza, pero dej¨® en blanco las partes dedicadas al tama?o de la Comisi¨®n y a la reponderaci¨®n del voto en el Consejo de Ministros.
Moscovici ha realizado estas semanas diversas visitas a capitales europeas para intentar aproximar posiciones, pero sus esfuerzos no han dado los frutos buscados. No s¨®lo eso. En medio de la batalla, el presidente de la Comisi¨®n Europea, el italiano Romano Prodi, entr¨® en liza hace dos semanas y se aline¨® de hecho con las pretensiones de los pa¨ªses peque?os.
Por eso, los grandes se han quedado solos y no les ha quedado m¨¢s remedio que dar marcha atr¨¢s. El propio Moscovici anunci¨® el pasado mi¨¦rcoles en Par¨ªs que Francia ha renunciado a su pretensi¨®n de imponer una Comisi¨®n reducida: "Hemos de tener en cuenta las presiones pol¨ªticas de nuestros socios, y creo que ninguno est¨¢ dispuesto hoy a renunciar a su comisario", coment¨® Moscovici.
Ahora, el presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, se propone tambi¨¦n visitar a los jefes de Estado o Gobierno de la UE para buscar una f¨®rmula de consenso. El punto de partida ha sido su entrevista del pasado viernes en Vittel (Francia) con el canciller alem¨¢n, Gerhard Schr?der. Ambos hablaron de una sinton¨ªa clara ante Niza, pero no concretaron detalles. Chirac tambi¨¦n visitar¨¢ esta semana Londres, Copenhague y Amsterdam.
En Bruselas, sin embargo, representantes franceses y alemanes ya no esconden la f¨®rmula por la que apuestan: cada pa¨ªs seguir¨¢ teniendo un comisario, pero se fijar¨¢ un n¨²mero m¨¢ximo de forma que, a medida que se vaya produciendo la ampliaci¨®n, y una vez alcanzado ese n¨²mero m¨¢ximo de comisarios, se pondr¨¢ en marcha un sistema de rotaci¨®n; adem¨¢s existir¨¢ una jerarquizaci¨®n, con comisarios de primera y de segunda o con cartera y sin cartera. Esta f¨®rmula implica que los grandes, incluido en este caso Espa?a, tendr¨¢n que renunciar a uno de los dos comisarios con que cuentan ahora.
Pero esta importante batalla da paso autom¨¢ticamente a la siguiente porque los pa¨ªses m¨¢s fuertes exigen ahora contrapartidas. El titular brit¨¢nico de Exteriores, Robin Cook, lo ha dejado bien claro: "En Niza podemos contribuir a la estabilidad renunciando a un segundo comisario, pero a cambio debe haber una seria reponderaci¨®n del voto". Es ¨¦sa tambi¨¦n la posici¨®n de Espa?a. El comisario Michael Barnier, encargado de las reformas institucionales, ha hecho la recomendaci¨®n: "Cada Gobierno debe hacer el esfuerzo de aceptar un recorte de su poder nacional al servicio de la eficacia colectiva". Aceptan alg¨²n recorte, s¨ª, pero depender¨¢ de las contrapartidas. En Niza, los jefes de Estado o Gobierno de los Quince dan por seguras tres largas noches de insomnio colectivo y de agotadoras negociaciones.
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